A dos semanas del ballotage, la alianza entre Mauricio Macri y Javier Milei se consolida como la alternativa que encontró el ex presidente para recuperar el poder aún habiendo perdido de modo aplastante las últimas dos presidenciales.
A dos semanas del ballotage, la alianza entre Mauricio Macri y Javier Milei se consolida como la alternativa que encontró el ex presidente para recuperar el poder aún habiendo perdido de modo aplastante las últimas dos presidenciales.
En efecto, el mismo Macri fue derrotado de modo categórico en la primera vuelta de las elecciones de 2019 -hecho inédito hasta ese momento para un presidente latinoamericano que buscaba la reelección- y Patricia Bullrich quedó tercera en las generales de hace unas semanas. Si a esto le sumamos que el apoyo a su ex ministra de Seguridad se originó en que él mismo tuvo que resignar su candidatura por la baja adhesión que mostraban todas las encuestas, queda muy en claro el rechazo mayoritario que el pueblo argentino siente por el líder del PRO.
Pero, como hemos visto en otros casos, las experiencias de la derecha en el mundo suelen ser copiadas en distintas latitudes y lo que ensayaron en España el Partido Popular y Vox fue claramente la inspiración del entente entre Macri y Milei.
De hecho, más allá de que no lograron formar gobierno, la unión entre la derecha y la ultraderecha ibérica los posicionó en el primer lugar. Con un sistema como el de la Argentina, seguramente el próximo presidente del gobierno español sería de derecha o ultraderecha.
Es por esto que en el oficialismo de nuestro país se muestran alerta. Según una encuesta de la consultora brasileña Intel Atlas de las últimas horas, Milei estaría arriba de Massa en intención de voto por pocos puntos. Para el entorno de Massa, el inusitado movimiento de Milei de pasar de ser un candidato “anti casta” a ser simplemente una nueva expresión del antikirchnerismo le ha dado resultado. En el massismo buscan salir del vetusto esquema de la grieta pero Macri y Milei se hacen fuertes allí.
Hay dos beneficios de esta táctica. Por un lado, movilizan a sectores del antiperonismo clásico que encuentran que un salto al abismo es mejor que continuar con gobiernos de ese signo. Por otro, les sirve para ocultar las desastrosas perspectivas que implica su idea de país y las propuestas de gobierno que tanto como uno sostienen.
Aquí conviene hacer un alto y concluir algo. Todo lo que Milei lleva al paroxismo, ya fue esbozado por Macri. El ex jefe de Gobierno esbozó que con él se terminaría “el curro de los derechos humanos” y Milei se rodea de una candidata pro dictadura y utiliza las palabras de los genocidas para justificar el accionar de las fuerzas regresivas. Macri amenazó con aplicar su programa ajustador “más rápido y más profundo” cuando aún coqueteaba con la idea de volver a la Casa Rosada y Milei plantea directamente que la Justicia Social es una aberración.
Cada una de las propuestas del libertario tiene un antecedente en ideas de Macri.
Hay otras dos estrategias que buscan mitigar el temor que genera Milei en parte del potencial electorado. Una de ellas es sostener que el paleo libertario no hará todo lo que amenaza hacer. Ni dolarización, ni cierre del Banco Central, ni privatización de la Educación y la salud serán posibles, sostienen desde el macrismo. “No les dan los números en el Congreso” aseguran. El simple razonamiento de que nadie promete algo impopular que no tiene intención de cumplir debería alcanzar para neutralizar esta estratagema pero la perspectiva del daño que se puede generar buscando lograr algunas de esas ideas de país ya debería escandalizar incluso a los que lo apoyan. La segunda es que la presencia de Macri y sus acólitos servirán como amortiguador para las tendencias al descontrol de un candidato que parece siempre al límite en cuanto a su estabilidad psíquica y emocional.
Más allá de que esto puede servir para envalentonar a algunos macristas que dudan acerca de votar a Milei, uno podría pensar que las cosas seguramente serán al revés por varios motivos. El primero y más obvio es que la Argentina es un país fuertemente presidencialista y por eso, quien manda es el que detenta la primera magistratura. Seguramente, los intentos de Macri de generar un gobierno de coalición generarían una tensión en un eventual gobierno libertario que hace difícil prever una gestión ordenada.
Si pensamos en que las reformas que piensan para nuestro país generarán seguramente fuertes respuestas sociales, la administración Milei sería una olla a presión incontrolable.
En términos más generales aún, las experiencias de coalición en los últimos años de la Argentina han mostrado ser un fracaso. El gobierno de Cambiemos, a pesar de contar con el fuerte liderazgo de Macri, mostró muchísimas debilidades y el de Alberto Fernández sucumbió también en medio de un esquema de poder compartimentado y donde cada decisión era discutida en demasiados espacios como para ser efectiva. El ida y vuelta de uno y otro en temas sensibles resintieron claramente a la política.
¿Podemos imaginar que otra apuesta a un gobierno de coalición en un contexto mucho más crítico y con dos personajes que han mostrado tan poca tolerancia al disenso puede ser lo que nuestro país necesita? ¿Podemos creer que una alianza de estas características durará mucho? No son pocos los que creen que tanto si Milei gana como si pierde el 19, la carrera política de Macri llegará a su final. Si pierde, por obvios motivos. Serían demasiadas derrotas acumuladas. Si gana, porque el gobierno que protagonizarían lo pondría en una posición de mucho más rechazo por parte de la población.