El anuncio en redes sociales de un acto de lanzamiento de La Libertad Avanza a nivel nacional, tanto tiempo antes de las elecciones de medio término, tiene como objetivo recuperar la iniciativa en medio de un presente aciago para la mayoría de los argentinos, pero también es un intento de volver a los orígenes. No casualmente será el 29 de septiembre en el Parque Lezama, el lugar del cierre de campaña para las legislativas de 2021, las mismas en las que Javier Milei consiguió un sorprendente 17% de los votos porteños para su candidatura a diputado.
Hoy, el panorama es muy distinto. El entonces economista mediático es presidente de la Nación y ya no es una estrella en ascenso. De hecho, la imagen de gestión de su gobierno declina de modo sostenido mientras se derrumban todas las variables económicas y sociales de la Argentina. De modo inverso, mientras naufragan las esperanzas de que la vida cotidiana mejore para las mayorías, la gestión Milei logra cada vez mayor gobernabilidad en términos de acuerdos políticos.
La paradoja salta a la vista. El hombre que llegó con gran apoyo popular prometiendo castigar a la casta, tiene cada vez más apoyo de ella y comienza -lentamente- a perder el favor del pueblo. El asado de la última semana con los 87 diputados que acompañaron el veto contra la ley de actualización de los haberes de los jubilados es un buen ejemplo de ello.
El acompañamiento a Milei por parte de la “casta” política se extiende semana a semana y comprende a casi todo el PRO, buena parte de los legisladores que responden a gobernadores, los diputados tucumanos que pertenecieron a Unión por la Patria y una parte importante del radicalismo. Milei gana margen de maniobra entre la dirigencia política.
La campaña de prensa negativa y la amenaza a los pilotos de Aerolíneas Argentinas de esta semana avanza en esa línea y va mucho más allá de la discusión real sobre el rendimiento de la empresa aérea de bandera.
El claro mensaje extorsivo de ofrecer una paritaria muy por debajo de la inflación y luego amenazar con liquidar la compañía -o sus rutas- si los trabajadores avanzan en medidas de fuerza es una señal que va mucho más allá de condenar a la inmovilidad a los pilotos, uno de los sectores más privilegiados del empleo registrado en nuestro país.
El mensaje parece querer derramar para abajo. Si a trabajadores altamente calificados y con gremios fuertes se los trata así, el resto no tiene posibilidad alguna de queja frente a eventuales ajustes.
Cayó el PBI y creció el desempleo
Y ese es el contexto en el que nos encontramos. Según los últimos datos del Indec, el Producto Bruto Interno (PBI) de la Argentina cayó 1,7% en el segundo trimestre de 2024 y acumula una baja del 3,4% en los primeros seis meses completos de la gestión de Javier Milei.
La construcción lideró las pérdidas por sectores, con una caída del 22,2%; seguido por la industria manufacturera (-17,4%) y el comercio (-15,7%). Estas pérdidas fueron parcialmente compensadas por el agro, que registró un aumento interanual del 81,2% en comparación con el segundo trimestre de 2023, cuando la actividad estuvo afectada por la sequía.
Como consecuencia lógica, también el empleo cayó de modo contundente. La desocupación, también según el Indec, fue de 7,6% y afectó a casi 1,7 millones de personas durante el segundo trimestre de 2024. En igual período del año pasado estaba en el orden del 6,2 %, lo que implica un aumento de 1,4 %.
Llegados a este punto, tenemos claro que esta catástrofe social, que además no logra bajar la inflación por debajo de los 4 puntos, no es el efecto colateral de la búsqueda de enfriamiento de la economía. Es el objetivo central de un proyecto que se propuso continuar de modo más rápido y profundo el programa de gobierno de Cambiemos en 2015. Lo que la Libertad Avanza busca -y está logrando- es generar la más brutal transferencia de recursos de los sectores medios y bajos a los concentrados desde el plan Martínez de Hoz.
Con esta certeza, la esperanza de que el futuro sea venturoso para las mayorías pierde adeptos hasta entre los beneficiados. Por eso, las consultoras o entidades más ortodoxas, como la de Domingo Cavallo o la Fundación Mediterránea alertan acerca de que el esfuerzo que están haciendo los argentinos es completamente inútil.
También es cierto que lo que la mayoría del establishment plantea es que se debe devaluar y salir del cepo. El Gobierno resiste a esa idea y quizás no les falte razón en este punto porque la fragilidad de la economía argentina -que no comenzó con Milei pero sí se profundizó en su gestión- no parece resistir un embate mayor contra las reservas.
Es ese mismo clima de inestabilidad el que hace desistir a los grandes inversores de desembarcar en estas tierras. Y es ese mismo clima de desasosiego social el que lleva a Milei a querer escapar hacia adelante, tanto en la convocatoria al Parque Lezama como en el terreno en el que mejor parece que salen las cosas. Por eso negocia voluntades para aprobar el Presupuesto 2025 y mantiene conversaciones con el macrismo para presentarse juntos en la provincia de Buenos Aires en esas mismas legislativas a las que parece haberle puesto el ojo.