Con la política local dominada, Milei no puede eludir los problemas en la economía

Tras el triunfo electoral del 26 de octubre, el oficialismo atraviesa un momento de fortalecimiento político y busca avanzar con reformas estructurales en el plano laboral y fiscal. Sin embargo, la aparente estabilidad contrasta con una economía en deterioro, tensiones sociales crecientes y señales de alerta del propio sector financiero.

Desde el triunfante 26 de octubre, el Gobierno vive aires renovados. Los cambios en el gabinete, las iniciativas para cambiar la estructura de derechos en la Argentina y la planificación de un mayor ajuste se dan en un contexto más relajado. Tiene lógica. La Libertad Avanza fue la gran triunfadora entre las fuerzas que compitieron en las elecciones legislativas, ganando incluso con la promesa de una ley de flexibilización laboral y otra que genere una estructura fiscal aún más regresiva. Milei y sus colaboradores se sienten empoderados por la sociedad y tienen razones. Porque, además, esa oposición que parecía marchar victoriosa, el 26 se llenó de dudas.

Esto no vale sólo para el peronismo, que luego del 7 de septiembre creía que podría evitar saldar sus profundas internas gracias a una ola victoriosa. Nuevamente, como en otros momentos de su historia, el movimiento deberá entender que no hay atajos y que discutir nuevos liderazgos en medio de una segunda proscripción es algo muy traumático. Pero no es, a criterio de este cronista, el bloque más golpeado por la elección de medio término. Provincias unidas nació con una derrota y eso parece generar un difícil pronóstico para su porvenir.

Milei y sus colaboradores se sienten empoderados por la sociedad y tienen razones. Milei y sus colaboradores se sienten empoderados por la sociedad y tienen razones.

El espacio, que llegó a ilusionarse con un rol protagónico hasta en una eventual asamblea legislativa, hoy vuelve a ir al pie de un gobierno que supo aprovechar esa sumisión al principio de su mandato para la Ley bases y la continuidad del decreto 70/2023. Hoy, con Diego Santilli como flamante ministro del Interior y principal negociador, busca volver a esos tiempos iniciales. El viernes recibió a dos gobernadores -Ignacio Torres de Chubut y Raúl Jalil de Catamarca- que, con diferentes estilos, han sido funcionales al ajuste. Pero además, el oficialismo recibió buenos noticias de otros. Osvaldo Jaldo, primer mandatario de Tucumán aseguró, incluso antes de leer una sola palabra del proyecto de ley, que acompañara el proyecto de reforma laboral del gobierno.

La nueva conducción de la CGT, elegida en un congreso esta semana, aseguró que resistirá cualquier intento de modificación que quite derechos a los trabajadores y poder de negociación a los sindicatos. La promesa parece sincera porque, más allá de la poca participación de la central obrera en la convulsionada vida pública del último año, sus dirigentes saben que se enfrentan a un entramado que quiere reducir su representatividad a algo testimonial. En suma, por convicción, por conveniencia o mera supervivencia, el sindicalismo deberá enfrentar con dureza el intento flexibilizador. ¿Podrán ponerse al frente de la lucha después de haberla abandonado tanto tiempo? En el gobierno creen que el rechazo a lo que ellos denominan casta incluye al sindicalismo.

Ninguno de todos les experimentos flexibilizadores generó más puestos de trabajo y sí pérdida de empleo. Ninguno de todos les experimentos flexibilizadores generó más puestos de trabajo y sí pérdida de empleo.

Podríamos acordar que existe un descrédito en contra de sindicatos que hace 10 años asisten al deterioro del poder adquisitivo de los trabajadores argentinos sin tener iniciativas de fondo para remediarlo. La reforma laboral oficial, claramente, buscará volver estructural esa degradación de las condiciones laborales. La excusa de querer revertir la creciente informalidad puede resultar verosímil pero se enfrenta a una realidad palmaria: ninguno de todos les experimentos flexibilizadores generó más puestos de trabajo y sí pérdida de empleo.

Sucedió durante la larga década neoliberal de Menem y De la Rúa, durante el macrismo y ahora. En cambio, el kirchnerismo logró más de dos millones de contrataciones nuevas aún con la doble indemnización por despido en vigencia. La experiencia es clara en este sentido. No es la falta de obligaciones lo que impele a una empresa a sumar más empleados sino la demanda de los bienes y servicios que ofrece. En todos los casos nombrados, incluso en el del plan Milei, la depresión económica generó despidos, no contrataciones.

Los especialistas en el mundo del trabajo miran la experiencia brasileña y temen por una ley que luego no se pueda revertir. Es cierto que durante el gobierno de Néstor Kirchner se echó atrás la llamada ley Banelco, aprobada con escándalo durante el gobierno de la Alianza. Pero también es cierto que Lula Da Silva llegó a la presidencia con la promesa de revertir la flexibilización laboral aprobada durante el efímero gobierno de Michel Temer y aún no ha logrado conseguir el número para hacerlo en el congreso de su país.

En un parlamento argentino tan dominado por los intereses corporativos la situación puede ser similar en el futuro. La razón por la que el decreto 70/2023 no fue rechazado y por la que la Ley bases sigue vigente es que los estudios de abogados que escribieron ambas normas no sólo tiene relación con el oficialismo sino también con buena parte de la oposición. El gobierno puede no tener quorum propio pero Mercado libre, Techint y Pfizer sí.

Con todo esto a favor y con el triunfo del 26, el Gobierno igualmente tiene motivos para preocuparse, porque tanto la economía real como el sector financiero siguen en problemas. Según el Banco Central, la morosidad en tarjetas y créditos personales en las familias llegó al 6,6% durante agosto. El dato, récord desde 2008, refleja cómo el ajuste y la pérdida del poder adquisitivo empujan a millones al borde del incumplimiento. En empresas también crece a niveles que no se veían desde la pandemia y esa realidad fuerza cierres y despidos en casi todos los sectores pero, sobre todo, en las pymes.

Como una mueca del destino, muchos trabajadores iniciaron el mes posterior a las elecciones con un telegrama de despido. En la faz financiera la euforia continuó hasta hace unos días pero comienza a enfriarse con un par de declaraciones que generaron desazón. Por un lado, Jamie Deamon, CEO de JP Morgan, bajó las expectativas del único canal de financiamiento que el Gobierno imaginaba activar en los próximos días al asegurar que "quizá no sea necesario emitir deuda".

Las más importantes calificadoras de riesgo sostuvieron sus previsiones en relación con nuestro país: deuda externa, volatilidad, presión fiscal e inflación alta. Las más importantes calificadoras de riesgo sostuvieron sus previsiones en relación con nuestro país: deuda externa, volatilidad, presión fiscal e inflación alta.

El préstamo conjunto con bancos privados parece alejarse con esta declaración de un hombre que usó durante casi una semana a la Argentina como su patio trasero y tiene a ocho ex empleados en el gabinete de Milei. Por otra parte, las más importantes calificadoras de riesgo sostuvieron sus previsiones en relación con nuestro país: deuda externa, volatilidad, presión fiscal e inflación alta. Y por último, Pramol Dhawan, director de gestión de cartera de mercados emergentes del fondo Pimco lanzó un ultimátum a Milei, antes de su llegada a Nueva York. Le exigió, según la agencia Blumberg, que libere el dólar: "Así no vamos a invertir, punto final".

Por estas horas, las preguntas continúan siendo las de antes de las elecciones. ¿Cómo resolverá el gobierno libertario la encerrona en la que se metió para salir triunfante? ¿Hasta cuándo habrá salvatajes de quienes más se benefician por este esquema financiero y cuándo tirarán del mantel? ¿ Qué influencia política y social tendrá la creciente destrucción de la economía real por el dólar barato y la deuda indiscriminada?

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