No hay muchos países federales en el mundo en general y en la región en particular: tan solo México, Brasil y Argentina. Argentina es un país federal en un sentido puro, que surge a partir de estados preexistentes. Sin embargo, a pesar de esta evolución que lleva más de 200 años, ha construido un sistema deforme.
Debido a una serie de reformas, los gobernadores se han convertido en personas muy poderosas: las reelecciones, y en algunos pocos casos la reelección indefinida; la transferencia de los recursos naturales y de los servicios de salud y educación; y la representación igualitaria los fortaleció políticamente.
Desde un punto de vista económico, las provincias están crónicamente quebradas. Sin la asistencia del Estado nacional, no podrían sobrevivir Desde un punto de vista económico, las provincias están crónicamente quebradas. Sin la asistencia del Estado nacional, no podrían sobrevivir
El federalismo se puede entender de varias maneras: la clásica, desde la competencia, es decir, qué hace cada uno, o desde las oportunidades. Un buen federalismo hace que una persona goce de las mismas oportunidades, independientemente de dónde nazca. Esto, en la práctica, no sucede.
La Ciudad de Buenos Aires es claramente el distrito más rico del país y goza de una suerte de privilegios por ser la capital federal, es decir, el lugar donde se asientan los poderes. Si bien es cierto que es el distrito que menos recursos recibe en términos de coparticipación, es el que consume más dólares. El problema principal de Argentina.
La necesidad de equilibrar la distribución territorial hace pensar que cualquier decisión que implique quitarle recursos a CABA para transferirlos a las demás provincias contribuye a un federalismo más justo.