Una foto que fue un llamado de atención para Occidente. Putin, Xi Jinping, Modi, Kim Jong-un, Pezeshkian y otros líderes reunidos en China, en el marco del aniversario por el fin de la Segunda Guerra Mundial. No estaban solo rindiendo homenaje al pasado, estaban enviando un mensaje muy claro sobre el presente, que deja claro que el mundo no es el mismo.
Trump los saludó con ironía en un posteo dirigido a Xi Jinping: “Les pido que transmitan mis más cálidos saludos a Vladimir Putin y Kim Jong-un, mientras conspiran contra Estados Unidos de América”.
Rusia, lejos de estar aislada demostró que tiene con quién sostenerse. China e India le dan aire financiero, Irán le provee drones y Corea del Norte ofrece personal. Con ese respaldo,
Moscú sigue en pie y mantiene viva la guerra en Ucrania. China y la India se declaran neutrales, pero mientras compran petróleo ruso, también venden tecnología clave para su industria militar. Así el Kremlin esquiva sanciones y conserva su poder de fuego.
Europa empieza a reaccionar: aumenta su presupuesto de defensa, suma a Finlandia y Suecia a la OTAN y redefine su estrategia militar.
Pero lo que vimos en China es más que pragmatismo. Lejos de ser una alianza funcional, el bloque que se mostró en esa cumbre comparte una visión del mundo: menos hegemonía de EE.UU., más poder para los Estados fuertes y menos influencia de los valores democráticos que promueve Occidente.
¿Puede sostenerse esa alianza? Todavía no lo sabemos. Pero sí sabemos esto: Rusia no está sola y el aislamiento, definitivamente no funcionó.