Desde hace semanas comparto con ustedes mi preocupación de lo que ahora ya es una guerra abierta a partir de la decisión del presidente Putin de invadir de forma masiva Ucrania.
Desde hace semanas comparto con ustedes mi preocupación de lo que ahora ya es una guerra abierta a partir de la decisión del presidente Putin de invadir de forma masiva Ucrania.
El peligro, de este y de todo conflicto, es cuando lo impredecible toma cada vez más forma y ocupa más espacios. Y en pocos días este conflicto militar escalo a niveles que parecían impensados hace poco tiempo.
Que no estén soldados con uniformes peleando unos con otros en suelo ucraniano no significa que a esta altura toda Europa, Estados Unidos y otras naciones no estén participando de la guerra. El envío de armas de los aliados de Ucrania para buscar frenar la invasión rusa de este país soberano e independiente es, desde mi punto de vista, haber decido entrar en la guerra.
Pero no es eso lo importante, sino que es lo que puedan hacer Putin y sus generales. Más aún si lo que proyectaron era una rápida victoria militar y el conflicto bélico continúa extendiéndose en los días.
Ante ese escenario y subiendo la apuesta, el presidente Putin puso en escena las armas nucleares en pleno conflicto militar y desde Washington Biden aseguró que hay dos opciones o se hace pagar a Rusia por este ataque o se inicia la Tercera Guerra Mundial.
Las declaraciones y acciones tienen sus consecuencias, lo impredecible sigue moviendo las fichas de este tablero sangriento.