Durante meses, una joven universitaria convivió con dolores de cabeza y malestar general que parecían estar relacionados con una infección menor. Los médicos a los que acudió coincidían en que se trataba de sinusitis, pero los síntomas persistieron y se intensificaron con el tiempo. Cuando finalmente se realizaron estudios más profundos, la causa resultó ser mucho más grave de lo que imaginaba.
Los dolores de cabeza frecuentes suelen asociarse a cuadros comunes como rinitis, migrañas o sinusitis, lo que lleva a muchos pacientes a subestimar los síntomas y a retrasar la consulta médica que puede dar un diagnóstico más certero. Sin embargo, algunos casos esconden enfermedades más serias que requieren atención inmediata, como sucede con ciertos tipos de cáncer que avanzan sin dar señales claras en las primeras etapas.
La historia de Breeze Hunter, una joven de 22 años, refleja esta realidad. Tras varios meses de molestias, decidió realizarse un análisis de sangre que cambió por completo su vida, ya que el diagnóstico final fue leucemia mieloide aguda, un tipo de cáncer de sangre agresivo que puso a prueba su resistencia física y emocional.
Qué encontró el doctor en la mujer que tenía un dolor de cabeza constante
Breeze Hunter comenzó con presión en la cabeza y líquido en los oídos, síntomas que derivaban en constantes dolores. Al consultar en distintas clínicas, los médicos le aseguraban que se trataba de sinusitis y le recetaban tratamientos que nunca daban resultados. Con el paso del tiempo, la fatiga y el cansancio extremo se sumaron a sus molestias, dificultándole actividades cotidianas como subir escaleras o asistir a clases en Texas A&M.
En octubre de 2024, un análisis de sangre dejó al descubierto la verdadera causa: leucemia mieloide aguda. “Sentí mucho miedo. Casi me desmayé. Pensé: ‘No puede ser que haya dicho eso. De ninguna manera’”, confesó al recordar aquel momento. Al principio pensó que bastaría con suplementos de hierro, pero los médicos explicaron que la situación era crítica y que necesitaba tratamiento inmediato.
Fue derivada al MD Anderson Cancer Center en Houston, donde confirmaron que tenía una forma de leucemia de alto riesgo, difícil de controlar con la quimioterapia convencional. En ese lugar comenzó un tratamiento intensivo dentro de un ensayo clínico, que incluyó varias rondas de quimioterapia. Para sorpresa de los médicos, su organismo respondió con solo dos rondas, mucho menos de las seis previstas inicialmente.
Posteriormente, fue sometida a 11 sesiones adicionales de radioterapia y quimioterapia para eliminar posibles células malignas, y luego recibió un trasplante de células madre gracias a su hermano Roy, que resultó ser un donante compatible. El proceso no fue sencillo, ya que la joven permaneció más de un mes aislada en el hospital para prevenir infecciones mientras su sistema inmunológico se recuperaba.
“El régimen de quimioterapia fue más duro que la leucemia misma”, relató. A pesar de la dureza del tratamiento, Hunter aseguró que la fe y el apoyo de su familia fueron claves para superar el proceso. Su caso se hizo viral y encendió la alerta sobre la importancia de no minimizar síntomas persistentes como dolores de cabeza o cuadros respiratorios que no responden a los tratamientos habituales.