Tener al menos 3 amigos con quien reírse puede ayudar considerablemente a la longevidad según un experto
La evidencia científica refuerza el impacto de las relaciones cercanas en la salud. La risa compartida y el apoyo mutuo pueden marcar la diferencia con el paso del tiempo.
Distintos estudios en bienestar y salud mental coinciden en que el aislamiento social no solo afecta el ánimo, sino también el estado físico a largo plazo.
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Estudios sobre longevidad señalan que los vínculos cercanos influyen de forma directa en la esperanza de vida.
Contar con amistades reales y frecuentes aporta beneficios comparables a otros hábitos saludables.
La evidencia indica que la soledad sostenida puede acortar varios años la vida.
Mantener relaciones espontáneas y de confianza aparece como un factor clave en las zonas con más personas centenarias.
La relación entre amistad y salud volvió al centro del debate a partir de los aportes de Dan Buettner, uno de los especialistas más reconocidos en longevidad. Sus investigaciones sostienen que tener un pequeño círculo de amigos con quienes compartir risas y apoyo cotidiano puede incidir de manera importante en cuántos años vive una persona.
Mientras se observan cada vez más rutinas aceleradas, vínculos virtuales y poco tiempo disponible, la pérdida de relaciones cercanas se volvió un fenómeno cada vez más común. Con respecto a esto, distintos estudios en bienestar y salud mental coinciden en que el aislamiento social no solo afecta el ánimo, sino también el estado físico a largo plazo.
Las observaciones realizadas en comunidades con alta concentración de personas longevas refuerzan esta idea. En esos entornos, la interacción social forma parte del día a día y no se vive como una obligación, sino como un componente natural del estilo de vida, tan relevante como la alimentación o el movimiento.
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Qué dijo el experto en longevidad respecto a tener varios amigos
Dan Buettner afirma que no es necesario tener una gran red social para obtener beneficios, sino contar con al menos dos o tres personas de confianza. Según explicó, quienes mantienen ese tipo de vínculos tienden a vivir hasta ocho años más que aquellos que se sienten solos o carecen de relaciones significativas de forma regular.
El especialista remarca que lo más importante está en la calidad del vínculo y no en la cantidad de contactos. La risa compartida, el acompañamiento y la sensación de pertenencia generan efectos positivos sostenidos en la salud, ya que la interacción social responde a una necesidad básica de la especie humana, desarrollada a lo largo de su evolución.
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Como ejemplo, Buettner suele mencionar el moai de Okinawa, una tradición que reúne a grupos de amigos comprometidos a cuidarse durante toda la vida. Aunque reconoce que no todos pueden replicar ese modelo, sostiene que acciones simples como retomar el contacto con un amigo, participar en actividades comunitarias o hacer voluntariado pueden marcar una diferencia real.
Para el experto, priorizar las relaciones personales no requiere grandes cambios ni recursos económicos, sino un ajuste de prioridades. En un mundo cada vez más conectado de forma digital, recuperar el valor de los lazos cercanos aparece como una de las estrategias más accesibles y efectivas para mejorar la calidad y la duración de la vida.