La psicología reveló el significado oculto de que alguien sea superticioso

De acuerdo con la ciencia, este tipo de creencias no tienen un fundamento lógico, pero aun así muchas personas se aferran a ellas.

Las supersticiones son creencias que carecen de una base racional o lógica, y que atribuyen un significado mágico o sobrenatural a situaciones cotidianas. Estas ideas, que no tienen fundamento en la ciencia ni en la razón, han perdurado a lo largo del tiempo y se manifiestan en la forma en que las personas interpretan la buena o la mala suerte.

Estos conceptos irracionales a menudo se asocian a objetos o eventos específicos. Un claro ejemplo de esto son los gatos negros, que en muchas culturas han sido vistos como portadores de mala suerte, lo que ha llevado a un rechazo injustificado. En el lado opuesto, los tréboles de cuatro hojas son un símbolo universal de un destino favorable, convertidos en amuletos para atraer la fortuna.

La superstición revela cómo el ser humano busca explicaciones en el ámbito de lo místico cuando se enfrenta a la incertidumbre. Ya sea que se trate de evitar pasar por debajo de una escalera o de tocar madera, estas creencias demuestran la profunda necesidad de controlar lo incontrolable, incluso si ello implica recurrir a interpretaciones que no tienen un sustento real.

Superstición
Las supersticiones son creencias que carecen de una base racional o lógica, y que atribuyen un significado mágico o sobrenatural a situaciones cotidianas.

Las supersticiones son creencias que carecen de una base racional o lógica, y que atribuyen un significado mágico o sobrenatural a situaciones cotidianas.

Qué significa ser supersticioso según la psicología

Las supersticiones, según explica la psicóloga Lara López Rubio, tienen una estrecha relación con la manera en la que el cerebro procesa la información. El ser humano, por naturaleza, busca conexiones entre los hechos, una habilidad que resultó fundamental para su supervivencia a lo largo de la historia. Sin embargo, en las personas supersticiosas esta tendencia se intensifica y terminan percibiendo vínculos donde realmente no los hay.

Desde la perspectiva psicológica, estas creencias generan en quien las sostiene una ilusión de control sobre la realidad. Tal como señala Rubio, cada vez que una superstición parece cumplirse, la regla mental detrás de ella se refuerza, dando lugar a un ciclo constante de confirmación. Ese proceso brinda tranquilidad al individuo, pero también puede volver las creencias más rígidas y difíciles de cuestionar.

Rubio aclara que cualquier persona puede ser supersticiosa, ya que basta con tener un cerebro en funcionamiento para que se produzcan estas asociaciones. Lo que resulta preocupante no es tanto la presencia de supersticiones en sí, sino la intensidad y la frecuencia con la que aparecen. La cantidad, más que la mera existencia, es lo que marca la diferencia y lo que puede derivar en problemas mayores.

Superstición
Estos conceptos irracionales a menudo se asocian a objetos o eventos específicos.

Estos conceptos irracionales a menudo se asocian a objetos o eventos específicos.

Entre los rasgos más comunes de quienes son altamente supersticiosos se encuentra la necesidad constante de tener todo bajo control. Esta necesidad, en muchos casos, se relaciona con una carencia de herramientas para manejar las emociones de manera adecuada. A esto se suman las creencias mágicas que refuerzan el ciclo de supersticiones y lo vuelven más difícil de romper.

El impacto de estas creencias en la salud mental es un punto clave a tener en cuenta. Las supersticiones pueden interferir en la vida cotidiana cuando se transforman en compulsiones, es decir, conductas repetitivas que una persona realiza para reducir su malestar emocional. Según Rubio, este tipo de comportamientos refuerzan la dependencia de la superstición y dificultan el desarrollo de estrategias más sanas de afrontamiento.

Cuando los pensamientos supersticiosos se combinan con creencias mágicas, ausencia de recursos emocionales y una necesidad excesiva de control, el riesgo se incrementa. En casos extremos, la persona puede desarrollar un trastorno obsesivo compulsivo o experimentar malestares similares que afectan seriamente su bienestar y su capacidad de desenvolverse en lo cotidiano.

El verdadero problema comienza cuando las supersticiones limitan la posibilidad de llevar una vida normal y afectan diferentes áreas personales o sociales. En este escenario, Rubio sugiere reflexionar sobre la necesidad que hay detrás de esos pensamientos y comenzar un trabajo consciente de construcción de nuevos mecanismos de regulación emocional. De esta manera, es posible disminuir el impacto negativo de estas creencias y recuperar un mayor equilibrio interno.