La fatídica noche del 8 de octubre de 2006, un micro de la empresa Godoy, que transportaba alumnos, egresados, profesores y directivos del colegio Ecos, ubicado en el barrio porteño de Villa Crespo, regresaba del impenetrable Chaco hacia Buenos Aires. La comitiva había viajado a la provincia del norte del país para realizar tareas solidarias en la Escuela N° 375 de El Paraisal, en Quitilipi. "Los Padrinos Mágicos" les decían los más pequeños, en su visita tradicional que sucedía desde 1994.
Estaban a unos 200 kilómetros de Santa Fe Capital, más precisamente en el kilómetro 689 de la Ruta Nacional Número 11, a la altura de Margarita, en el departamento de Vera, cuando el chofer que conducía el micro, un hombre llamado Óscar Eduardo Atamañuk, notó que a lo lejos aproximaba un camión descontrolado. El imponente vehículo, cuyo conductor estaba alcoholizado, zigzagueaba por el carril contrario. Atamañuk debía tomar una rápida decisión.
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Los estudiantes Benjamín Bravo de la Serna, Nicolás Kohen, Justine Hartman, Federico Ecker, Daniela D’Agostino, Lucas Levin, Julieta Giataganellis, Julieta Posilovic, Delfina Goldaracena y Mariana Boye -la docente-fueron las víctimas.
Bajar la velocidad, ir a la banquina o detenerse podrían haber sido algunas de las opciones. Sin embargo, ante esta situación, el chofer del micro, sin experiencia e inhabilitado para el manejo de vehículos de larga distancia, realizó la peor maniobra: dio un volantazo que lo hizo chocar de frente. Durante el proceso, se comprobó que había invadido el carril que no le correspondía y fue hallado responsable. A partir de las pericias toxicológicas posteriores, se constató que Ángel Soto, al mando del camión, tenía 1,6 miligramos de alcohol en sangre.
Como producto del siniestro vial fallecieron los camioneros Ángel Soto y Hugo Albrecht, la docente Mariana Boyé y los estudiantes Julieta Posilovich, Daniela D'Agostino, Julieta Giataganellis, Delfina Goldaracena, Julieta Hartman, Nicolás Kohen, Benjamín Bravo De La Serna, Lucas Levin, Federico Ecker y Mariana Boy. Además, 38 personas resultaron con heridas.
Sergio Levin, padre de Lucas, uno de los adolescentes fallecidos, expresó: "Cuando vio el camión tendría que haber bajado la velocidad y haberse tirado para el lado derecho. Pero como estaba charlando cuando lo vio encima, lo que hizo fue tirarse para su lado y cubrirse él físicamente. Él no fue el único responsable, pero pudo haber evitado el choque", explicó.
La acusación indicaba que del examen de los cuerpos surgía la gravísima responsabilidad suya al conducir a una velocidad que no le resultaba posible dominar ante cualquier contingencia del tránsito. Se lo culpaba de hacer, en palabras textuales, maniobras imperitas, imprudentes e inadecuadas, invadiendo el carril contrario a su sentido de circulación. Por ese motivo, Atamañuk enfrentó tres juicios.
La causa tuvo numerosos altibajos durante ocho años de tramitaciones en los tribunales santafesinos: una primera sentencia del juez Jorge Galbusera que absolvió a Atamañuk y fue anulada. Y una segunda del juez Virgilio Palud que lo condenó a tres años de prisión en suspenso por homicidio culposo y también fue anulada: la Cámara Penal de Rafaela desestimó la sentencia porque el juez había olvidado de entrevistar al acusado.
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Se constató que Ángel Soto, al mando del camión, tenía 1,6 miligramos de alcohol en sangre.
En 2013, el juez Jorge Fernández le dictó una condena de dos años y medio de prisión por homicidio culposo y lesiones culposas, además de una inhabilitación para conducir por cinco años. Esta sentencia no fue efectiva porque para ese momento la defensa había iniciado un planteo de prescripción que finalizaría con éxito en julio de 2014.
Pero cuando parecía que por tercera vez nuevamente la causa quedaría en foja cero, el fiscal general de Santa Fe, Carlos Stigmaier, revivió el caso. El fiscal apeló a la prescripción, planteó un recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia que, para su suerte, fue oído por la Corte de la Nación en 2019. El máximo tribunal debía obligar a la Justicia de Santa Fe a seguir evaluando la responsabilidad de Atamañuk.
En este sentido, el juez Eduardo Alberto Bernachía describió el obrar de Atamañuk como imprudente, precipitado, peligroso y negligente, ya que lo hizo con descuido, desatención y falta de precaución. El juez agregó que la forma en la que Atamañuk manejó fue antirreglamentaria y ello está dado por el lugar de la colisión, que es en el carril contrario por el cual debía circular. El fallo terminaría dándole un revés a Atamañuk y condenándolo en 2020 a tres años de prisión en suspenso como responsable de homicidio múltiple culposo.
Recién en julio de 2023, a 17 años de la tragedia, la Justicia dejó firme la condena de tres años de ejecución condicional contra el conductor del micro, y lo halló culpable de los delitos de homicidio culposo múltiple y lesiones culposas, junto a la prohibición de conducir durante cinco años. “No es una noticia que nos llene de alegría ni de esperanza. Como solemos decir nosotros: la justicia que llega tarde no es justicia”, precisó Diego Molina, exesposo de Mariana Boyé, la docente fallecida durante el siniestro.
“Sé que no tuve la culpa”, confesó Atamañuk en 2016 ante una consulta periodística. Además, apuntó contra el camionero que venía alcoholizado: “Él sabe lo que hizo”. Y siguió con su defensa: “La verdad es que un tipo borracho salió a la ruta y nos chocó a nosotros. Yo hice todo lo posible para esquivarlo y no pude, por eso soy el peor de todos. Si mi maniobra hubiera salido bien, hoy sería el mejor de todos”. Según la Justicia, Atamañuk, recluído en Monte Caseros, Corrientes, está libre y en 2026 habilitado para manejar.
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El juez Eduardo Alberto Bernachía condenó en 2020 a tres años de prisión en suspenso como responsable de homicidio múltiple culposo.
"Todos somos, todos fuimos, todos podemos ser": lo que dejó la tragedia
Un año después del siniestro vial, el Consejo Federal de Educación de la Nación declaró el 8 de octubre como el Día Nacional del Estudiante Solidario. Esto motivó a familiares y amigos de las víctimas a retomar la lucha para recordar a sus seres queridos a través de una organización que denominaron Conduciendo a Conciencia. La ONG fue creada con el objetivo de concientizar el manejo responsable. No es casual: en la Argentina, los siniestros viales siguen siendo una de las principales causas de muerte, especialmente entre los jóvenes. Cada año, miles de personas pierden la vida en las rutas y calles del país, un drama que la Fundación Conduciendo a Conciencia busca evitar con su trabajo constante.
Según datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), cada año mueren entre 3.500 y 4.000 personas en el país por accidentes de tránsito. Entre las víctimas, más del 40% son menores de 35 años. Es decir, los siniestros viales son la primera causa de muerte violenta en el país y una de las principales entre adolescentes y adultos jóvenes.
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En el mismo sentido, y con el mismo dolor, los familiares de las víctimas juntaron cerca de 400.000 firmas en reclamo de una nueva ley de tránsito, que contemplara controles estrictos sobre los choferes tras la tragedia. La presión fue clave en la sanción de la Ley Nacional de Seguridad Vial, impulsada por el Ejecutivo y votada el 9 de abril de 2008, y en la creación de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, cerrada en los últimos días por el gobierno de Javier Milei.
"Mañana después de 16 años, cierra la Agencia Nacional de Seguridad Vial. Único referente en el país en la materia y logrado por el dolor y trabajo de muchos familiares de victimas. Había cosas para corregir? Muchas. Pero cerrarla deja a un hueco que veremos como se llena", escribió Levin, en su cuenta de X.
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Por su parte, el dolor también tomó formas indescriptibles. Victoria Ricco, de 35 años, era la mejor amiga de una de las víctimas fatales fue Federico Ecker, un joven de 16 años. Crecieron juntos, y ella lo consideraba su hermano del alma. La tragedia la transformó. Convirtió el dolor en compromiso: se formó en educación vial, dio más de 50 charlas en escuelas y creó “La Chica Vial” en Instagram, un espacio para informar, asesorar y mantener vivo el legado de la conciencia vial.
En su tiempo libre se dedica a la vialidad. “Lo que sucedió en 2006 fue un siniestro vial, porque si se puede evitar deja de ser un accidente, y se convierte en un siniestro, y lo que pasó era súper evitable”, expresa en diálogo con Infobae.
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La Chica Vial y un post en homenaje a su amigo del alma, Federico Ecker, fallecido en la tragedia de Santa Fe.
Desde el año 2010, los padres realizan los recitales solidarios en homenaje a los 9 estudiantes que murieron en un accidente cuando volvían de hacer tareas solidarias en Chaco. Tras la tragedia, los familiares se nuclearon en Conduciendo a Conciencia para intentar mejorar la seguridad vial en la Argentina, bajo los lemas “el alcohol al volante MATA” y “la Seguridad Vial la promovemos entre todos”.
En las ediciones anteriores del festival ya participaron artistas como León Gieco, Los Auténticos Decadentes, Raly Barrionuevo, Dancing Mood, Catupecu Machu, Riddim, Los Tipitos, Bahiano, Los Pericos, Los Gardelitos, Attaque 77, Julio y Agosto, Estelares y El Kuelgue, entre otros.
En su momento, tuvieron un apoyo incondicional del reconocido músico Luis Alberto Spinetta, cuya hija, Vera, era amiga de muchos de los chicos que murieron. "Todos fuimos, todos somos, todos pudimos ser", expresó el flaco, declarado "el embajador" de la causa, en octubre de 2009 en el Teatro 25 de Mayo de Villa Urquiza en referencia a los adolescentes que perdieron la vida. Y lo hizo antes de tocar Retoño, su ofrenda para los que perdieron la vida en la tragedia de Santa Fe. Este año será la 19ª edición del festival, con León Gieco como estandarte.
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Luis Alberto Spinetta, uno de los promotores de los festivales homenaje a los fallecidos en la tragedia del Colegio Ecos.