Convertir objetos olvidados en piezas útiles o decorativas se ha vuelto una tendencia en alza. En muchos hogares hay elementos que, aunque dejaron de cumplir su función principal, siguen ocupando espacio por simple nostalgia o por la vaga idea de que podrían reutilizarse algún día.
Ese momento de reinvención llegó para los flotadores de pileta que ya no se usan. Lejos de desecharlos, ahora pueden convertirse en jarrones decorativos con una estética llamativa y un proceso de armado rápido y accesible. Esta propuesta, que gana popularidad en redes sociales, combina reciclaje con diseño y permite renovar espacios sin gastar de más.
El resultado es un recipiente en forma de gota, ideal para colocar flores o plantas artificiales, que puede apoyarse contra una pared o incluso colgarse, según el estilo deseado. En pocos pasos y con materiales sencillos, el flotador deja de ser un simple recuerdo del verano para convertirse en una pieza de diseño única.
Detrás de esta idea está el auge del DIY (hazlo vos mismo) y la valorización de lo hecho a mano, donde lo funcional y lo estético se combinan con la conciencia ambiental. Esta clase de propuestas no solo ofrecen soluciones decorativas, sino que también promueven hábitos más sustentables.
Cómo hacer un jarrón con un flotador en 10 minutos
Para llevar a cabo este proyecto de reciclaje se necesita un flotador viejo, pintura en aerosol de color negro mate, silicona y un individual de tono madera o similar. También será necesario contar con flores o plantas artificiales, que decorarán el jarrón una vez terminado.
El procedimiento comienza uniendo los extremos del flotador con silicona hasta formar una figura en forma de gota. Una vez que el adhesivo se haya secado completamente, se procede a aplicar la pintura en aerosol de forma pareja, preferentemente con dos manos, para asegurar una cobertura duradera y uniforme.
Cuando la pintura haya secado, se cubre la parte superior –es decir, donde se unieron los extremos– con un individual rígido, que aporte contraste visual y textura. Los tonos amaderados o dorados suelen ser los más elegidos para lograr ese efecto. Nuevamente, se utiliza silicona para fijarlo y se espera a que quede bien adherido.
El paso final consiste en colocar las plantas artificiales dentro del orificio que queda en el centro del jarrón. Gracias a su estructura, el objeto puede apoyarse contra una superficie vertical o colgarse mediante algún gancho discreto. Su liviandad permite moverlo fácilmente según el ambiente o la ocasión.
Esta técnica demuestra que, con un poco de creatividad, es posible dar nueva vida a lo que parecía descartado, transformando un flotador en una pieza decorativa original y económica.