¿Sabías que en Marte los atardeceres no son anaranjados? Este es su impactante color

Debido a su atmósfera particular, la filtración de luz solar da como resultado un atardecer sumamente distinto al de la Tierra.

  • Aunque en la Tierra los atardeceres se tiñen de naranjas y rojos, en Marte el cielo adquiere un azul profundo al caer el sol.
  • Las imágenes captadas por los rovers Curiosity y Perseverance confirmaron este fenómeno.
  • La clave está en su atmósfera fina y altamente cargada de polvo, que filtra la luz solar de forma distinta a la de la Tierra.
  • La luz azul atraviesa mejor el polvo marciano, lo que genera un cielo de tonos fríos cuando el sol se pone.

Cuando se habla de Marte, la imagen más común es la de un planeta rojizo cubierto de polvo. Sin embargo, más allá de su característico color, este mundo vecino ofrece un espectáculo natural que continúa sorprendiendo a la ciencia: sus atardeceres son azules. Este contraste con los tonos cálidos de la Tierra revela una de las particularidades más enigmáticas del planeta rojo.

Marte ha sido objeto de estudio constante durante décadas. Desde que las misiones espaciales lograron enviar los primeros rovers a su superficie, cada avance permitió entender mejor su atmósfera, su geología y su comportamiento ambiental. Los vehículos Curiosity y Perseverance, enviados por la NASA, fueron los encargados de captar las primeras imágenes de estos singulares atardeceres, despertando el interés de astrónomos y curiosos de todo el mundo.

Mientras en la Tierra el cielo se tiñe de rojos, naranjas y violetas cuando el sol se oculta, en Marte ocurre lo opuesto. Allí, el horizonte adquiere tonalidades azuladas que envuelven el paisaje desértico. Este fenómeno, además de visualmente impactante, tiene una explicación científica que detalla cómo la luz interactúa con el polvo y la atmósfera marciana.

marte atardecer

Por qué los atardeceres de Marte son azules

El motivo principal detrás de los atardeceres azules en Marte se encuentra en su atmósfera. A diferencia de la terrestre —más densa y compuesta principalmente por nitrógeno y oxígeno—, la del planeta rojo es mucho más delgada y rica en partículas de polvo fino y óxido de hierro. Estas partículas alteran la forma en que la luz solar se dispersa, generando el característico tono azulado al caer el sol.

Durante el día, el polvo marciano dispersa la luz de tal manera que el cielo se ve rojizo. Pero al atardecer, cuando la luz solar atraviesa una capa más gruesa de la atmósfera, las partículas dejan pasar principalmente la luz azul, que se concentra cerca del sol. Este filtrado selectivo es el que produce el efecto visual que los rovers registraron con tanta claridad.

Según explicaciones de la NASA, la luz azul penetra con mayor eficiencia la atmósfera marciana y se dispersa menos que otros colores, por eso se percibe con mayor intensidad en los momentos cercanos al ocaso. El resultado es un paisaje único: un horizonte frío y sereno que contrasta con el polvo rojo del suelo, ofreciendo uno de los espectáculos más bellos del sistema solar.

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