La creciente popularidad de los vinos naturales despertó la curiosidad de muchos consumidores que buscan opciones más respetuosas con el medioambiente. Sin embargo, frecuentemente se genera confusión al diferenciar este tipo de vinos de los orgánicos, ya que ambos promueven prácticas sustentables pero con fundamentos distintos.
Mientras el consumo consciente se vuelve tendencia, cada vez más personas exploran alternativas que prioricen la mínima intervención química y la conexión con el entorno. En el mundo vitivinícola, esta búsqueda se traduce en vinos que respetan la esencia del viñedo, evitan aditivos y apuestan por métodos tradicionales, aunque no siempre cuentan con regulaciones claras que respalden sus etiquetas.
El debate sobre qué define a un vino natural se intensificó, ya que a diferencia de los vinos orgánicos, los cuales cuentan con certificaciones oficiales, esta categoría carece de normas estandarizadas. La interpretación queda en manos del productor, lo que da lugar a múltiples enfoques sobre lo que realmente significa elaborar un vino con mínima intervención.
De qué se trata la moda de los vinos naturales
Los vinos naturales se elaboran priorizando la menor manipulación posible tanto en el cultivo como en la bodega. Este estilo busca reflejar con fidelidad la identidad del terruño, sin aditivos ni procesos que alteren la naturaleza del vino. No hay una regulación formal que determine qué prácticas deben seguirse, lo que genera un abanico de interpretaciones según la región, el productor y su filosofía.
A diferencia de los vinos orgánicos, que están respaldados por certificaciones que validan prácticas agrícolas libres de químicos y respetuosas con el ecosistema, los naturales no responden a criterios oficiales. Algunos productores consideran que con evitar sulfitos y utilizar levaduras indígenas ya es suficiente para clasificar su producto como natural, aunque otros sostienen que también deberían cumplirse estándares más amplios, incluyendo el respeto al medioambiente y al consumidor.
Uno de los pilares de esta tendencia es la mínima intervención. Esto implica evitar estabilizantes, correctores de acidez y otros recursos comunes en la vinificación tradicional. En su lugar, se promueve una elaboración más artesanal, donde se respetan los ciclos naturales y se busca resaltar la pureza varietal. Los vinos que surgen de esta práctica suelen ser únicos en cada cosecha, con características impredecibles que expresan la historia de la uva y el viñedo.
Desde el punto de vista sensorial, los vinos naturales presentan perfiles diferentes a los convencionales, ya que suelen tener mayor acidez, turbidez visible y presencia de borras que contienen compuestos que traen beneficios como antioxidantes naturales. Estos elementos aportan complejidad y evolución al vino, haciéndolo irrepetible.
Vino y Milanesa
Este manjar tradicional conecta generaciones y se disfruta tanto por su sabor como por su textura inconfundible.
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La elaboración también plantea desafíos. Las condiciones climáticas extremas, como heladas o altas temperaturas, pueden comprometer la calidad de la uva y, al no contar con estabilizantes, es importante trabajar desde el viñedo para garantizar un producto sano. La planificación cuidadosa del riego, la poda y la exposición solar cobra un rol esencial en este modelo de producción.
El interés por estos vinos crece, sobre todo entre consumidores jóvenes que le dan mayor valor a la trazabilidad y la sustentabilidad. Pese a eso, la calidad debe respaldar el discurso. No alcanza con el rótulo de "natural" si el producto no está bien logrado. Solo aquellos elaborados con rigor, conocimiento y respeto al consumidor logran destacar.
En Argentina, el crecimiento de los vinos orgánicos y de baja intervención también se refleja en cifras, ya que aunque la superficie cultivada con uva orgánica sigue siendo minoritaria, las exportaciones de vinos orgánicos aumentaron notablemente en la última década. Estos datos consolidan una tendencia que parece ir más allá de la moda y apunta a una transformación estructural en la forma de hacer vino.
Mientras que algunos consideran que los vinos naturales seguirán siendo una expresión de nicho, otros apuestan por la expansión de proyectos orgánicos como el verdadero camino hacia una vitivinicultura sustentable. Lo que sí es claro es que el consumidor está cambiando, y con él, las exigencias sobre lo que quiere consumir.