Milei dual: control político y complicación financiera

En medio de una profunda recesión, el Presidente sumó un nuevo foco de conflicto económico: el sector financiero y los exportadores presionan para una devaluación.

Mientras visita los Estados Unidos por quinta vez en siete meses -sin encuentros bilaterales de peso con funcionarios de la administración Biden ni anuncios de inversiones que deriven de las reuniones que mantuvo con empresarios top- el presidente Javier Milei envió un mensaje vinculado a nuestra actualidad: “Habrá que bancarse fluctuaciones, seguramente. Tanto lo que queda de este mes y agosto, van a ser meses difíciles en el mercado de cambio porque es cuando usted tiene el invierno más crudo, cuando se nos van más dólares por la energía. Pero nosotros no tenemos problemas, lo que vamos a hacer es restringir totalmente la cantidad de pesos”.

La receta ultra ortodoxa del presidente se resiente por el lugar menos pensado. No es la población, golpeada por una recesión con pocos precedentes, la que reacciona en las calles. Tampoco la política, con opositores que se mostraron genuflexos en la Casa histórica de Tucumán o que pierden capacidad de organización por sus propias internas.

Son el sector financiero y los exportadores los que presionan para una devaluación. Es por eso que ahora el presidente le atribuye las turbulencias a los gastos de energía pero en la semana acusó a un banco directamente de ser golpista, por realizar operaciones que -en otra posición- Milei seguramente habría aplaudido.

La contradicción fue señalada de modo crítico por el propio Javier Bolzico, titular de la Asociación de Bancos (Adeba). Bolzico escribió en la red social X: “El Presidente Milei consideró “golpista” a un banco por venderle títulos al BCRA, ejerciendo un contrato de put. Esa afirmación es injusta e incorrecta, además genera dudas sobre la libertad de comercio. No se debe banalizar el término, considerando la historia de nuestro país.”

La admonición tiene sustento en el propio ideario de Milei. No se puede sostener que no existen las fallas de Mercado y que los empresarios monopólicos deberían ser considerados héroes y luego acusar de desestabilizador a quien realiza operaciones legales, más allá de sus consecuencias.

El presidente, de cualquier modo, aseguró que el rumbo no cambia: “Que suba el dólar y los precios tiene que ver con que pierda poder adquisitivo el dinero. Si freno todos los grifos de emisión, se acabó el problema. Frené el grifo fiscal, frené el grifo de los pasivos remunerados, el miércoles frenamos el grifo de los puts y ahora también cerramos el grifo del sector externo. Vamos a hacer que el peso sea recontra escaso”.

Que nuestra moneda sea un bien precioso se nota en el freno total de la economía productiva, el desplome de las ventas y el consecuente aumento en el desempleo que se verifica cada día menos la Economía real de nuestro país. Según un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas minoristas pymes retrocedieron un 21,9% anual en junio, a precios constantes, y acumulan una caída del 17,2% en el primer semestre del año.

Luis Caputo llegó tarde

Pero esto, a diferencia de las turbulencias financieras, esto parece ser considerado algo bueno por la administración libertaria. El propio ministro de Economía, Luis Caputo, consideró que los temblores con el tipo de cambio no lo preocupan porque no hay una economía recalentada y valoró como positivo que el uso de la capacidad instalada en la industria sea sólo del 54 %.

Lo que en cualquier gestión que busque el desarrollo del país sería signo de preocupación, en la actual genera tranquilidad. Esto demuestra que el ejército de desocupados que se avecina y la destrucción de la economía familiar son un efecto buscado para lograr el único objetivo rector, que utiliza la baja de la inflación al costo que sea como excusa. La única finalidad real de los libertarios es solidificar la distribución regresiva del ingreso más profunda de la historia de nuestro país. La paz de los cementerios es más tangible que nunca.

Por supuesto que puede conspirar contra ese plan la reacción popular, aunque por ahora no se sienta. La frase que Carlos Heller acuñó en los noventa continúa vigente, aún en este presente de desmovilización: “El límite del ajuste depende de la capacidad de resistencia de los ajustados”.

Mauricio Macri, Osvaldo Jaldo y Jorge Macri

Y también está claro que la dirigencia política se mueve al calor de ese termómetro. Los que hoy firman el Pacto de Mayo o le otorgan brazos a las leyes de Milei en el Congreso son los mismos que lo pueden abandonar cuando la reacción popular se sienta más. Algo de esto puede verse incluso entre sus aliados más conspicuos. Mucho se ha dicho sobre el supuesto enojo del expresidente Mauricio Macri por el ninguneo que sufrió la gélida noche del 9 de julio. Pero se ha hablado menos del cálculo constante acerca de la distancia que debe tener el PRO del gobierno y las consecuencias de su plan. Compartir los objetivos no obliga a afrontar en conjunto las dramáticas consecuencias sociales que implica lograrlos.

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