Guzmán se va y deja una economía intranquila

Los grandes hitos de la gestión son la resolución de la deuda con los acreedores privados y con el FMI. La inflación, expectativas negativas y el fenómeno de los trabajadores formales que son pobres, abren muchos interrogantes sobre el futuro de la economía.

En la propia carta de su sorpresiva renuncia, Martín Guzmán, recuerda que su objetivo “era tranquilizar la economía”. Y luego repasa una serie de hitos de gestión vinculados sobre todo con lo que hace el frente externo de la Argentina, y a la renegociación de la deuda con los acreedores privados y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Justamente la resolución de la deuda con el FMI fue el punto de inflexión que desató una interna abierta en el Frente de Todos. Máximo Kirchner renunció a la presidencia del bloque oficialista en diputados para no avalar el acuerdo enviado por el Gobierno al Congreso.

El eje central de la afectuosa misiva enviada a Alberto Fernández hace eje en los datos macroeconómicos. Entonces, repasa con detalle que, en el 2021, tras el colapso económico producto de la pandemia, la Argentina tuvo un crecimiento del PBI del 10,4% y una reducción de la tasa de desempleo del pico de 13,1% a mediados de 2020 a 7% en el primer trimestre de 2022.

También pone el acento en la generación de divisas fruto del crecimiento de las exportaciones, no solamente como consecuencia del aumento de los precios internacional sino también al aumento de los volúmenes, y destaca que a fin de año las ventas externas superarán los 90 mil millones de dólares.

El discípulo del premio Nobel Joseph Stiglitz también resalta la reestructuración de la deuda y la reconstrucción del mercado de la deuda pública en pesos.

Hasta ahí el somero repaso que hace Guzmán de su gestión parece cumplir con el primigenio objetivo de tranquilizar la economía. Sin embargo, cuando se repasa la economía real, la de a pie, la tranquilidad se esfuma.

Como el propio Guzmán reconoce la inflación tiene una inercia que devasta el bolsillo de los argentinos. Claro que se pone la guerra en Ucrania como el factor que disparó la inflación mundial, y por ende profundizó un problema crónico de la economía argentino en más de dos décadas.

Sin embargo, la inflación del primer año de gestión de Guzmán fue morigerada por una economía prácticamente frenada por la pandemia. Pero al tiempo que el PBI se recuperó en 2021, la inflación creció un 50,9% con un diciembre que marcó un incremento del 3,8%.

Todavía sin la invasión rusa a Ucrania, los precios avanzaron un 3,9% y en febrero un 4,7%. Ya con la guerra en marcha marzo marcó un 6,7%, abril un 6% y mayo un 5,1%. Algunas estimaciones aseguran que en junio se mantendrá en torno al 5%.

En mayo la inflación interanual marcó un 60,7% y augura que el año cerrará en incluso por encima de esa cifra.

Por su parte, el dólar oficial pasó de los 87,84 pesos el 10 de diciembre de 2019 a los actuales 130,69 pesos, con un salto del 48%, mientras que el dólar blue pasó de 69,50 pesos al comienzo de la gestión de Guzmán a 239 pesos, lo que implica una disparada del 244%, bastante por encima de la inflación acumulada.

Inflación y brecha cambiaria que no parece reducirse, sin dudas intranquilizan la economía. Las declaraciones teóricas sobre las causas de la inflación y el impacto o no de la cotización del dólar blue sobre los precios, se dan de bruces con la realidad. Las expectativas explican buena parte de la marcha de la economía, una ciencia social que implica los comportamientos de las personas.

Una familia tipo necesita casi 100 mil pesos para cubrir la canasta básica total. Intranquila está la economía de un tercio de los trabajadores formales que son pobres, tal como surge de un estudio del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) de la Universidad Nacional de La Plata. Sus ingresos están por debajo de la línea de pobreza que mide el INDEC. Un fenómeno desconocido en la Argentina.

Quizás, como dice Guzmán, con el frente de la deuda externa dando algo de alivio a las obligaciones de pago, la economía argentina tiene posibilidades de ingresar en un proceso virtuoso. Sin embargo, su intempestiva salida se contradice contra el principio de llevar tranquilizar la economía. Ahora la intranquilidad que se refleja en la calle, merecerá mucha más atención que la declamación de un objetivo, y obviamente requerirá que el Gobierno se apure en dar claras señales del rumbo económico.

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