Luego de dos semanas de las primarias las dos alianzas que gobernaron los últimos años en la Argentina se muestran aún como un boxeador que queda groggy luego de que le asestaron un golpe directo. Y el temor al knock out en octubre es el elemento que más abundó en las reuniones de las ambas fuerzas.
En Unión por la Patria, la semana estuvo matizada por la angustia y la esperanza, por la expectativa y el temor. Es que no faltaron buenas noticias pero tampoco de las otras.
Por un lado, se desbloqueó el hecho que todos consideraban la condición sine qua non para recomenzar la campaña. Sergio Massa anunció desde Washington que el FMI envía 7500 millones de dólares y también que se anunciarán una serie de medidas que buscan paliar un poco la dramática situación de los argentinos más desprotegidos frente a la inflación.
Pero, al mismo tiempo que se definía esto, en todos los medios se veían las imágenes de intentos de robo organizado que retrotraen la memoria a algunos de los hechos más angustiantes de la historia argentina.
La discusión semántica de si son saqueos o no, no será materia de esta columna pero sí trazar dos certezas. La primera es que la situación social se encuentra mucho más contenida que en 1989 y 2001, en parte por el trabajo de entidades muy demonizados en los últimos tiempos. Una es más general -el Estado-y las otras son más específicas -las organizaciones sociales- pero en los dos cosas han colaborado a qué situaciones muy críticas no se desmadre.
Es más, durante todo el gobierno de Mauricio Macri, la única garantía de gobernabilidad en medio de un plan hambreador y de expoliación de las clases más postergadas fue la relación de la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, con las organizaciones.
Volviendo al punto, robos organizados, pirañas o saqueos focalizados, los cierto es que las imágenes y la falta de certeza acerca de si podían extenderse de modo incontrolable o no acompañó no sólo a la sociedad sino también al oficialismo. Y la sensación, junto con la poca posibilidad de acción antes de los anuncios, sumieron a buena parte de los dirigentes en un clima de temor frente al desastre inminente.
Para Unión por la Patria, el peligro no es no entrar al ballotage sino que Javier Milei gane en primera vuelta. Ni siquiera el enorme anuncio de la admisión de la Argentina en los BRICS, el potente grupo que nuclea a los países emergentes más importantes del mundo, aminoraron el temor. Tiene lógica… en un momento en el que la situación prescribe acción para convencer a los que no fueron a votar o a los que votaron a otras fuerzas, el oficialismo volvió a condenarse al posibilismo y a la dilación que aquejó a casi todas las iniciativas del gobierno de Alberto Fernández.
“Hay que dejar a Sergio ser candidato” se le escuchó decir a un asesor ministerial y el propio Massa pareció contestar con un viernes frenético en el que se lo vio en tres provincias. El mismo jueves, en el Council of Americas, el ministro de Economía alertó a los empresarios allí reunidos acerca de los males muy reales y concretos que se avecinan si no se toma con más seriedad que propuestas presenta cada candidato. Pero, más allá de la crítica casi explícita que hizo a Milei, Massa parece haber coincidido con el libertario en la validación mutua como antagonistas.
Ya desde Washington, Massa destacó que Milei se mostró colaborativo con la situación actual de país frente a los funcionarios del FMI, en contraposición con una Patricia Bullrich que, según Massa, pidió más rigor y dureza contra el gobierno.
El propio Milei reveló hace horas en una declaración radial que “un economista de Juntos por el Cambio llamó a uno de mis asesores para (proponerle) hacer reventar el programa al Gobierno”. Si Milei, quien ya ha colonizado para si la idea del “cambio”, logra además identificarse con la racionalidad y la mesura, las posibilidades de Juntos por el Cambio de sumar para entrar a la segunda vuelta son casi nulas. Ese fue el comentario que reinó en el encuentro de gobernadores y legisladores nacionales de la Alianza macrista de esta semana.
Las encuestas dan afuera a Juntos por el Cambio y los focus groups brindan por ahora pocas pistas de por dónde buscar nuevos votantes. Por eso Patricia Bullrich y su equipo difundieron el comentario de la semana: "No seamos boludos, si Milei gana dura dos meses y vuelve el peronismo". El comentario buscó bajarle el precio al mediático economista pero también reagrupar a las fuerzas antiperonistas a su alrededor.
Quedó muy lejos aquel tiempo en el que se imaginaba que entre la primaria y la general se produciría una migración, basada en el concepto de utilidad, de los votos de Milei a Juntos por el cambio. En los mentideros cambiemitas el consenso es que el principal peligro hoy es que se produzca lo inverso.