A un año del atentado contra Cristina Kirchner, no aprendimos nada

Todos los signos indican que decidimos recorrer como sociedad un camino oscuro y repetido en nuestra historia.

A un año del intento de asesinato a Cristina Kirchner, podemos verificar que -como ha pasado con otros hechos traumáticos de los últimos años- la toma de conciencia de la sociedad argentina acerca de los peligros de tolerar y hasta justificar la violencia política como algo normal, puede derivar en males aún mayores que los que ya tenemos.

Sabemos que no fueron pocos los que vaticinaron que de la pandemia de coronavirus saldríamos mejores y hoy parece difícil sostener que eso sea una realidad. En paralelo, otros señalamos que el atentado contra la vicepresidenta sería un parteaguas que obligaría a una parte de la política vernácula a revisar los niveles de agresión, de intolerancia y hasta de estigmatización que desplegaron en los últimos años como modo válido de hacer política.

Coronavirus
Quienes sostenían que de la pandemia de coronavirus saldríamos mejores, se equivocaron.

Quienes sostenían que de la pandemia de coronavirus saldríamos mejores, se equivocaron.

Los que creíamos eso hace 12 meses, nos equivocamos. Un año después, no sólo los dirigentes de la derecha no han revisado nada de lo dicho o hecho… mucho menos han aceptado su influencia en el intento de magnicidio y hasta han intensificado sus prédicas persecutorias. Es sintomático que tanto Javier Milei como Patricia Bullrich -e incluso Horacio Rodríguez Larreta- hayan creído que es sano hacer campaña prometiendo que ellos terminarán con el kirchnerismo para siempre. El caso del jefe de Gobierno porteño es quizás el más llamativo porque es un hombre al que le gusta mostrarse como un dialoguista. Evidentemente, hay un sector de la sociedad y la dirigencia que para la derecha no merece ni siquiera la deferencia del debate. Además, Patricia Bullrich se ha negado sistemáticamente a repudiar el atentado y Javier Milei considera que “los socialistas son un excremento humano”.

La intención de este espacio no es responsabilizar a ciertos dirigentes -los nombrados u otros- como responsables del atentado pero sí alertar acerca de las prácticas discursivas que generan el caldo de cultivo para hechos trágicos. La clase política absorbió el impacto de las dramáticas imágenes en las que un sujeto le gatilla dos veces en la cabeza a Cristina con una naturalidad inaceptable.

Atentado a Cristina Fernández de Kirchner
No podemos aceptar un atentado como algo normal en nuestra vida cotidiana.

No podemos aceptar un atentado como algo normal en nuestra vida cotidiana.

A un año del atentado, nada de las prácticas políticas de la derecha ha cambiado. Y el oficialismo también ha metabolizado la agresión a la principal dirigente de su espacio con una velocidad pasmosa. Muchos de los que hoy le piden ella mayor protagonismo o que marque el rumbo en un escenario adverso parecen no tener en cuenta el impacto que un hecho de semejante magnitud tiene en el ánimo y la psiquis de cualquier ser humano. Podemos entender que la dos veces presidenta de la Nación está hecha de una madera que puede soportar hechos como este o similares. Lo que no podemos aceptar es que eso se vuelva normal en nuestra vida cotidiana.

La Argentina sabe mucho de violencia política y por eso también sabemos que no comienza de un día para el otro, que es una cuestión de grados. No se llegó a la dictadura genocida del 24 de marzo de 1976 de un día para el otro. Se fue aceptando que se cruzaran límites década a década. Videla y los demás jerarcas no hubiesen sido posibles sin una sociedad que toleró y hasta pidió los golpes de Estado, el encarcelamiento de Yrigoyen, el exilio de Perón, los fusilamientos de 1956, el decreto de prohibición de cualquier mención o utilización de símbolos justicialistas… al genocidio lo precedió la construcción simbólica que lo justificaría. Los 18 años de proscripción del peronismo eran la etapa anterior y necesaria para el intento real de eliminar a una generación.

Revolución Federal marcha antorchas
La consignas de ciertos dirigentes se asemejan a las de Revolución Federal.

La consignas de ciertos dirigentes se asemejan a las de Revolución Federal.

Está comparación puede parecer exagerada pero cuando se revisan las discusiones y consignas en grupos como Revolución Federal o los chats de la llamada “banda de los copitos” se ven ideas peligrosamente cercanas a las de algunos de los dirigentes que hoy concitan mayor atención en la opinión pública.

Que las ideas más extremas que hemos visto en muchos años en nuestro país estén tan cerca de la Casa Rosada no es casual en este contexto. A un año del intento de asesinar a la principal dirigente de la política actual no sólo no somos mejores sino que todos los signos indican que decidimos recorrer como sociedad un camino oscuro y repetido en nuestra historia.

TEMAS RELACIONADOS
DEJA TU COMENTARIO: