Lo que no te cuentan sobre la dolarización

Pese a que pueda sonar como una idea atractiva, existen muchos aspectos de los que no se habla. Entre otras cosas, implicaría una caída estrepitosa del salario.

La dolarización de la economía argentina volvió al debate público luego de conocerse el proyecto del precandidato Javier Milei de avanzar en ese sentido en una hipotética presidencia. Pero, pese a que pueda sonar como una idea atractiva, existen muchos aspectos de los que no se habla.

Por empezar, hay que saber que implica sacar todos los pesos y reemplazarlos por dólares. ¿Cuántos dólares necesitaríamos para reemplazar la circulación? Realizar el empalme significa hacer un ajuste y perder poder adquisitivo.

Tomando los pasivos del Banco Central Central y comparándolo con los activos, bonos y reservas que posee la entidad, se calcula que sería necesario un dólar a 800 pesos para no necesitar miles de millones de dólares adicionales.

Claro, el shock inflacionario que sobrevendría haría que se ordenen las variables porque, básicamente, los argentinos nos encontraríamos en una situación lo bastante acuciante como para no demandar dólares.

Las otras opciones son igual de peligrosas:

  • Pedirle u$s45.000 millones al FMI.
  • No pagar las LELIQs o reestructurarlas.

La propuesta de la dolarización implica que un salario de 200.000 pesos, unos 900 dólares al valor oficial actual, caería estrepitosamente a 250 dólares.

¿Cómo funcionó en otros países? En Ecuador, la nación más grande de las que intentaron dolarizar, los datos dan cuenta de que no resolvió ninguno de los problemas de la economía y, de hecho, hasta la actualidad se sigue discutiendo cómo salir del modelo.

Sabemos que la Argentina sufre de problemas crónicos como el déficit fiscal, una balanza comercial deficitaria, déficit en la balanza turística, es decir, tenemos un problema recurrente de falta de dólares.

Entonces, lo que tenemos que intentar es resolver esos problemas, porque con la dolarización cualquier desequilibrio se paga con un impacto en los salarios. Por otro lado, si resolvemos todos estos desajustes, la pregunta es: ¿Para qué dolarizar?

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