El consenso se ha roto y se ha polarizado la vida política y social de Chile

Álvaro Marcelo García Linera, exvicepresidente de Bolivia, analiza los resultados de las elecciones presidenciales en Chile.

Se pueden sacar varias conclusiones de los resultados de las elecciones presidenciales en Chile, las cuáles arrojaron como resultado una segunda vuelta entre los candidatos José Antonio Kast y Gabriel Boric para el próximo 19 de diciembre.

La primera es el derrumbe parcial del viejo sistema de partidos políticos, que desde 1990 dirigieron las políticas públicas de Chile. Los mismos obtuvieron pocos votos y se ubican en los márgenes, a pesar de que siguen con representación parlamentaria.

En segundo lugar se puede observar una extrema derecha que reivindica el legado de Augusto Pinochet y se plantea poder dirigir al país en los siguientes años. Pero a la vez, también se ve el potenciamiento de una izquierda que revindica un proyecto de país más sólido y consistente en cuanto a igualdad y justicia social.

En este sentido, las elecciones dejaron una divergencia de las élites políticas: hasta el estallido del 2018, las élites de centroizquierda y centroderecha manejaban un mismo proyecto de país neoliberal. Ese consenso se ha roto y se ha polarizado la vida política y social de Chile

Esta polarización del sistema político, más la presencia de una convención constituyente y junto al estallido social del 2018, configuran un claro panorama de crisis estatal. No solo es un dilema de sustitución de elites, está en pugna el monopolio del sentido común, el cuál organizará la economía, el Estado y la sociedad de Chile en los siguientes años.

Álvaro Marcelo García Linera es un político y teórico marxista boliviano, que fue vicepresidente de Bolivia desde 2006 hasta 2019 en los tres mandatos de Evo Morales.

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