Un cóctel y la excusa perfecta. Eso hizo falta para que el ocho de marzo, dado lo trascendente de la fecha, me encontrara en el Doral Cultural Arts Center, en la ciudad de El Doral, al sur del Estado de La Florida, en Estados Unidos.
Un cóctel y la excusa perfecta. Eso hizo falta para que el ocho de marzo, dado lo trascendente de la fecha, me encontrara en el Doral Cultural Arts Center, en la ciudad de El Doral, al sur del Estado de La Florida, en Estados Unidos.
En la recepción, una chica hermosa tocaba extraordinariamente el violín. Los invitados se servían copas, y las obras de arte, ya fueran cuadros o esculturas, nos rodeaban.
No obstante, mi radar periodístico estaba alerta porque en algún momento haría su aparición la flamante alcaldesa, Christi Fraga, de quien, hasta ese momento, tanto había escuchado hablar pero tan poco yo sabía: primera alcalde mujer de la ciudad, poco más de treinta años, y una sonrisa que había visto enmarcada en la puerta del lugar, como parte de un semblante que no respondía a los habituales retratos de políticos.
Un rato más tarde, me bastaron cinco minutos de conversación con ella, directo y sin intermediarios, para acordar la entrevista.
Fraga nació en Estados Unidos pero es hija de padre y madre cubanos. En las fotos de su despacho, y las que uno puede encontrar en internet, aparece casi siempre junto a su esposo y su hijo, de siete años.
Va al gimnasio antes de las cinco de la mañana, tres veces por semana. Dado el sistema de alcaldía que lidera, ella no administra los fondos del gobierno local, en forma directa, sino que lo hace una administradora. Esto le permite seguir adelante con su empresa, dedicada al asesoramiento contable y financiero (Christi es contadora).
Para simplificar: sus jornadas laborales no duran nunca menos de medio día y, en consecuencia “duermo cuatro o cinco horas… no puedo dejar de ser madre, no he descuidado mi empresa, y la forma en que llevo adelante este cargo me impone bastante estrés; por ejemplo, en este rato, seguramente se han acumulado unos doscientos correos electrónicos que debo contestar yo”.
Es tan sutil y eficiente en el manejo de sus quehaceres, que cuesta trabajo detectar cuándo está dando una orden, pero queda claro que nada se le pasa por alto.
Mientras vamos iniciando la charla, con el sol de las once y media entrando por el ventanal, cambia de español a inglés y le indica a su jefa de despacho que no olvide responder a vaya uno a saber quién.
“Yo estoy segura de que mi relación tan cercana con la comunidad y el hecho de que he sido siempre moderada en mis argumentos políticos, hicieron que ganáramos las elecciones, incluso con el voto de muchas mujeres que son demócratas pero comparten conmigo valores como la familia y, en especial, la protección de los niños” explica Fraga, que es republicana, pero que no había tenido que exponer esa condición hasta el año pasado.
Christi me explica que en el sistema político norteamericano los partidos no se involucran en las candidaturas de las alcaldías ni los condados. Recién cuando se trata de cargos estatales y federales, rojos y azules entran en juego con sus aparatos.
Así que “yo fui golpeando puertas, porque conozco El Doral de toda mi vida, y en mi sitio web se puede ver quiénes colaboraron económicamente con mi candidatura. Así funciona aquí”.
Uno de los periódicos que circulan a nivel local, el Doral Family Journal, destaca que el gobierno de Christi pone en marcha un sistema digital de acceso a la información con el registro de los recursos disponibles, especialmente pensado para situaciones de inundación, o emergencias como resultado de cuestiones climáticas. Aprovecho para ratificar esa información.
“Aun dentro de estos cien primeros días de gobierno, estamos cumpliendo paso a paso con lo que prometimos en la campaña, así que hemos llevado al consejo la propuesta de realizar un programa piloto con este centro de recursos, porque notamos que la población de El Doral crece rápidamente con la inmigración, y entonces quienes llegan no saben dónde encontrar ayuda para determinadas cosas, o servicios que ofrecen organizaciones sin ánimo de lucro”.
La primera lengua de Christi es el inglés, pero la segunda es el español que se hablaba en su casa, y la tercera es el italiano, fruto del estudio de una carrera que dejó en el camino cuando se decidió por la administración de los recursos y, al mismo tiempo, los tempranos cargos políticos que conforman su carrera.
Por eso suena extraordinariamente musical cuando dialoga.
La alcaldesa de El Doral sueña con una ciudad que acentúe sus rasgos familiares y comunitarios. “Estamos mirando los terrenos que podemos comprar para desarrollar proyectos deportivos, para darle viviendas a las personas de la tercera edad (…) queremos mejorar el parque industrial de la ciudad, y generar empleo de calidad porque entre nuestros vecinos hay gente con buena preparación académica”.
Christi mira pasar a su asistente por el pasillo vidriado. Logra una conexión visual y Marion ingresa al despacho. Ha pasado más de una hora desde que comenzó la charla, y la alcaldesa de la sonrisa eterna tiene hambre.
Hacemos las fotos, y me despide invitándome a volver cuando quiera.
La modalidad de ejercicio del poder de la alcaldía es mediante el cuerpo legislativo, al que la alcaldesa pertenece. Cada propuesta debe pasar por el recinto; a su vez, ella no administra los fondos públicos en forma directa.
“No soy una alcalde fuerte” me explicó Christi en algún pasaje de nuestra charla, aludiendo a estos detalles.
Sin embargo, habría que darle unas vueltas al asunto. Porque, a lo mejor, la fortaleza -sobre todo, con el aire fresco de la condición femenina como ella la encarna- reside en mantener abiertas las puertas de la alcaldía, sostener la cercanía con la comunidad (y con la prensa) y hacer de la moderación la nueva bandera.
Sería una bocanada de oxigeno que la democracia necesita, sin lugar a dudas.