El desembarco del Comando Vermelho en la Argentina no fue una casualidad, sino una estrategia. A partir de 2021, tras una serie de golpes policiales en Río de Janeiro, una fracción del histórico grupo criminal brasileño encontró refugio en el país. Lo que siguió fue el armado de una red económica y logística que combinó lavado de dinero, contrabando y operaciones financieras encubiertas.
En septiembre de 2023, la Justicia federal argentina desbarató una estructura que actuaba bajo la fachada de un programa turístico. Los jefes de la banda organizaban viajes “educativos” desde Brasil hacia la Argentina. Esos viajes eran utilizados para transportar dinero en efectivo, proveniente del tráfico de drogas. Ese flujo de capital era canalizado a través de cuevas financieras en Buenos Aires, donde se convertía en inversiones y activos legales.
La organización operaba desde una mansión en Nordelta y oficinas en Palermo. Durante los allanamientos, los investigadores encontraron 65 millones de pesos, 160 mil dólares, 25 mil euros y 30 mil reales, junto con documentación que vinculaba a la red con 425 operaciones en criptoactivos, por un total estimado de 520 millones de dólares. Parte de ese dinero se lavaba mediante el contrabando de metales ferrosos entre Argentina y Estados Unidos, y otra parte a través de la compra de terrenos y la creación de empresas fantasma.
Los involucrados fueron condenados mediante juicios abreviados, con penas que van de 3 a 8 años de prisión y multas por 2.460 millones de pesos. Sin embargo, para los investigadores, el caso dejó al descubierto un punto más inquietante: que el Comando Vermelho había logrado asentarse en el país con una red de apoyo y financiamiento estable, incluso con propiedades rurales y pistas clandestinas en la zona de Santo Tomé, cerca de la frontera con Brasil.
El segundo capítulo se escribió en febrero de 2024, cuando un operativo conjunto de la Policía Federal e Interpol culminó con la detención en Córdoba de Diego Hernán Dirisio, un argentino señalado como el principal vendedor de armas del Comando Vermelho. La captura se produjo en el barrio Cerro de las Rosas, mientras el hombre jugaba al pádel junto a su pareja, la modelo paraguaya Julieta Vanessa Nardi.
Ambos tenían pedido de captura internacional emitido por Brasil y Paraguay. Desde entonces permanecen detenidos en Córdoba capital, a la espera del avance del proceso de extradición solicitado por la Justicia brasileña.
Los dos episodios, separados por un año, exponen un fenómeno común: la consolidación de redes del crimen organizado brasileño en territorio argentino, aprovechando su extensión fronteriza, las rutas comerciales y la falta de controles financieros. El Comando Vermelho, nacido en las cárceles de Río hace más de cuatro décadas, ya no sólo trafica drogas o armas: administra una economía paralela que busca anclaje en países vecinos.