Los inmigrantes haitianos en Springfield temen una ola de violencia racista

La falsa acusación del candidato republicano Donald Trump durante el debate con Kamala Harris reactivó el sentimiento de xenofobia en la población blanca de esa ciudad de Ohio.

En Springfield, Ohio, los inmigrantes haitianos que huyeron de las pandillas de su país temen ahora ser víctimas de la violencia racista desde que Donald Trump retomó la falsa acusación de que son asesinos que comen mascotas.

En esta pequeña localidad predominantemente blanca del noreste de Estados Unidos, varias escuelas y el ayuntamiento fueron evacuados esta semana después de que aumentaran las amenazas de todo tipo (incluidas de bomba) contra la comunidad haitiana.

policía springfield

En los últimos días, los republicanos, liderados por Trump, volvieron a hablar de una supuesta "invasión" de inmigrantes a Springfield, acusándolos falsamente de atacar a perros y gatos de residentes locales para comérselos.

"Comen perros", afirmó el expresidente durante el debate que mantuvo con su contrincante demócrata Kamala Harris el martes, llevando la tensión al máximo. Tanto la policía local como medios de comunicación de verificación de datos desmintieron esas versiones.

La triste realidad que viven los haitianos en Springfield tras las declaraciones de Donald Trump

Romane Pierre, gerente de un restaurante haitiano, cerró el jueves más temprano de lo habitual, preocupado porque sus empleados debían irse caminando a casa a altas horas de la noche. Según él, varios inmigrantes de origen haitiano ya abandonaron la ciudad y otros lo están considerando.

"Es una realidad triste, que provoca pánico", dijo a AFP el director de una residencia haitiana, Viles Dorsainvil, quien en la noche del jueves recibió amenazas que la policía federal está investigando.

Dorsainvil denuncia haber sido objeto de insultos e incitaciones a que "se vaya" de la ciudad, que tienen origen -afirmó- en una "agenda política" consistente en agitar el fantasma de la inmigración ilegal. Sin embargo, fue la inmigración la que permitió a esta ciudad de menos de 60.000 habitantes, según datos de 2020, recuperar cierto dinamismo económico.

Como otras urbes del norte postindustrial de Estados Unidos, Springfield estaba en pleno declive demográfico cuando sus autoridades concibieron un plan para atraer nuevas empresas. La oferta de trabajo llevó a que desembarcaran en la ciudad entre 10.000 y 15.000 haitianos. Sin embargo, la creación de empleo no estuvo acompañada de políticas para abordar los problemas sistémicos que enfrenta la ciudad, en particular la pobreza.

Las tensiones preexistentes en el mercado inmobiliario, así como en la infraestructura médica y educativa, se agravaron, señaló Wes Babian, expastor de una iglesia bautista local. Y las quejas de los residentes comenzaron a estar "teñidas de un racismo creciente", alcanzando niveles "casi peligrosos" durante el año pasado, añadió.

Numerosos miembros de la comunidad haitiana se encuentran en una situación legal o se benefician de un estatuto de protección. Algunos viven en Estados Unidos desde hace largo tiempo. Se los acusa, no obstante, de haber llegado a Springfield en autobuses fletados por el gobierno federal y de vivir de la asistencia pública, a diferencia de la población local.

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