¿Qué pasó con las manos de Perón? La supuesta cuenta en Suiza, las extrañas muertes y el mito de los u$s8 millones

El abogado Miguel Ángel Pierri aborda las cuestiones más oscuras sobre la profanación al cadáver del expresidente.

Hace 35 años ocurría uno de los atentados políticos más recordados de la historia argentina. Nunca se supo si el móvil fue económico, una venganza esotérica o un acto vandálico. El robo de las manos del cadáver de Juan Domingo Perón sigue hoy siendo un misterio sin resolver y con cientos de aristas para explorar.

La profanación de una bóveda blindada, muertes dudosas, persecuciones, amenazas, servicios de inteligencia, fuerzas militares, logias masónicas, son algunos de los condimentos que sazonan una historia que, tras décadas de estancamiento, sigue sin encontrar un final.

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Hace 35 años ocurría uno de los atentados políticos más recordados de la historia nacional.

Hace 35 años ocurría uno de los atentados políticos más recordados de la historia nacional.

El cofre que guardaba los restos del expresidente se encontraba cambiado de lugar y dañado. Faltaban su gorra y su sable y sus manos habían sido seccionadas de su cuerpo.

En Código Pierri, el abogado Miguel Ángel Pierri dialogó al respecto con Alejandro Perón, sobrino nieto del expresidente. "Estaba con mis viejos comiendo, nos enteramos por la televisión. Después nos empezaron a llamar por teléfono. Fuimos, abrimos y vimos que no estaba la bandera, el sable y que la cerradura estaba rota. Nada más", relató el hombre.

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Una carta enviada por

Una carta enviada por "Hermes y los Trece" reclamaba una deuda de u$s8 millones.

"Se habían robado todo. Por como está cortado, no hay ninguna duda de que tuvieron que desplazar la tapa para cortar las manos. No se puede levantar. La sacaron, pesa 120 kilos, o sea que para una persona sola es prácticamente imposible", describió. Además, "pusieron el cajón en un caballete, estuvieron comiendo porque se encontraron migas, gaseosa".

El acceso a la tumba era mediante cuatro cerraduras, cada una de las cuales se abría con tres llaves. "Si usás mal una de esas llaves, las demás cerraduras se bloquean. Entonces era alguien que evidentemente sabía cuál era la A, cuál la B, cuál la C...", sostuvo Alejandro.

El robo de las manos abrió la puerta a muchas versiones e hipótesis. Se habló de que usarían las huellas digitales para operar una cuenta bancaria en Suiza. Unas cartas enviadas por una presunta banda llamada "Hermes y los 13", que reclamaban una deuda de u$s8 millones para la restitución de las manos, llevó a pensar que la profanación podía tener alguna vinculación con la relación entre Perón y Licio Gelli, titular de la logia masónica italiana Propaganda Due.

Propaganda Due
Se llegó a pensar que la profanación podía tener alguna vinculación con la logia masónica italiana Propaganda Due.

Se llegó a pensar que la profanación podía tener alguna vinculación con la logia masónica italiana Propaganda Due.

"Prácticamente está descartado todo esto. Lo único que tiene de coincidente Hermes y los 13 es que justo se cumplían 13 años fallecimiento de él. Y u$s8 millones es una ridiculez, quisieron mezclar las cosas", manifestó Alejandro. "Yo no tengo dudas, fue un móvil político", afirmó.

Además, recordó que sufrió "amenazas de muerte, cuando yo di un nombre muy influyente en aquel momento".

Extrañas muertes

Por otro lado, tanto el varios involucrados en la investigación murieron en circunstancias extrañas.

Paulino Lavagno, el sereno del cementerio La Chacarita, denunció que lo querían matar y meses después apareció muerto. El certificado de defunción informaba que la muerte había sido causada por un paro cardiorrespiratorio no traumático pero la autopsia ordenada por Far Suau determinó que Lavagno habría sufrido una golpiza.

Otro misterio fue la muerte de María del Carmen Melo, una mujer que llevaba flores a la tumba de Perón, y que días después de dar declaración a un investigador por movimientos sospechosos en la tumba, apareció muerta con una hemorragia cerebral producto de fuertes golpes.

El 22 de noviembre de 1988, el propio juez Jaime Far Suau murió en un extraño accidente de autos cuando regresaba de Bariloche. En su momento, había interrogado en Madrid a la viuda de Perón, María Estela Martínez, y tenía todo el registro de ese encuentro en una carpeta negra que mágicamente desapareció luego del accidente.

Accidente Jaime Far Suau
El juez Jaime Far Suau murió en un extraño accidente de autos.

El juez Jaime Far Suau murió en un extraño accidente de autos.

El Ford Sierra que manejaba volcó y se incendió a pocos kilómetros de Coronel Dorrego. El juez de Bahía Blanca que investigó el episodio nunca creyó en la teoría del accidente: el auto se había quemado y destrozado.

Carlos Zunino, el comisario jefe de la seccional 29 que la noche del 1 de julio de 1987 acompañó a Far Suau a la bóveda familiar de los Perón, casi corre la misma suerte luego de ser asaltado en su casa. Le dispararon a la cabeza y sobrevivió de milagro.

Por último, en febrero de 1989, Juan Ángel Pirker, jefe de la Policía Federal, murió de un ataque de asma en su oficina. Su muerte aún despierta sospechas y se cree que podría ser parte de la cadena de muertes ligadas a la causa.

En 2008, "al juez Alberto Baños lo afanaron en la casa, le sacaron la computadora donde tenía un montón de datos de la causa. Antes le habían mandado una tapa de cajón con una bala. Algo raro hay", señaló el sobrino nieto del General.

También explicó que "el Departamento de Estado norteamericano tiene documentos a desclasificar que podrían tener que ver con la investigación de la muerte de Perón. Cómo la CIA no va a tener información. Hay que ver de qué manera pedirla".

"Si todavía no lo develan, debe haber otro tipo de interés. A alguien no le conviene que se sepa", concluyó.

La reapertura de la causa

En septiembre de 1994 se hallaron un juego de 12 llaves que abrían la bóveda y el ataúd. Esto motivó a que el juez Alberto Baños realice la reapertura de la causa judicial. Había sido uno de los secretarios de Far Suau y coincidía con su antecesor en que los profanadores tenían en su poder las doce llaves del vidrio blindado que cubría el ataúd de Perón.

Baños centró parte de su investigación en la pista militar, pidió colaboración pero recibió muy poca información. En julio de 2008 Baños había decidido pedir al gobierno que levantara el secreto de los organismos de inteligencia para que aportaran toda la información que tuvieran sobre la mutilación del cadáver de Perón.

En 2009 un comando entró a su domicilio de Adrogué en un operativo de pocos minutos y solo se llevaron los últimos dos cuerpos del expediente, el teléfono celular, su agenda electrónica y la computadora portátil. Al año siguiente, el magistrado recibió una carta con un pequeño ataúd de madera donde había una bala y una foto de él con un punto rojo en la frente.

Cómo lo hicieron, para qué, por qué y dónde están los restos del tres veces presidente de la Argentina es todavía una incógnita y su resolución reposa a la espera de justicia.

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