Es abogado, perdió un ojo durante la represión en el Congreso y le negaron la pensión por discapacidad

En una protesta contra el gobierno de Milei, el abogado Matías Aufieri recibió un balazo de goma e el ojo izquierdo por parte de un policía motorizado. El daño fue irreversible y debió aprender a vivir de otra manera, mientras intenta, por ahora sin éxito, que la Justicia investigue lo que ocurrió y castigue a los responsables.

La noche del 1 de febrero de 2024 no fue una más para el abogado Matías Aufieri. Junto a otros miles de personas, participaba de una manifestación en contra de la llamada Ley Ómnibus, en una Plaza Congreso en la que la entonces flamante ministra de Seguridad Patricia Bullrich estaba probando su nuevo protocolo “para el mantenimiento del orden público”.

Curtido en mil marchas y protestas, debido a su doble rol de integrante del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos y asesor de la bancada del Frente de Izquierda, Aufieri se vio envuelto en algo que no le era familiar, en un tipo de represión que, en muchos sentidos era inédita por su desproporción.

Poco antes de las nueve de la noche, en medio de una zona oscurecida a propósito, una de las motos de la Policía Federal disparó hacia donde él estaba: “Vi el fogonazo, sentí un golpe seco en el ojo y todo se apagó”. Esa misma noche fue operado de urgencia para intentar salvar el globo ocular, pero el daño resultó irreversible.

A partir de aquella noche, Aufieria debió comenzar un proceso de adaptación física y emocional. La lesión cambió por completo su vida cotidiana. Durante meses apenas pudo salir de su casa, desorientado por la pérdida de profundidad y campo visual. Dejó de jugar al fútbol y comenzó a cuidar mucho su participación en manifestaciones, porque los médicos le advirtieron que un nuevo impacto podría dejarlo ciego. “Aprendí a moverme con más lentitud, a calcular cada paso, a cuidar el ojo sano como si fuera de cristal”, dice en esta entrevista con C5N.

A pesar de que su discapacidad fue causada por un agente del Estado, el Gobierno le negó una pensión por incapacidad, amparándose en una norma que impide otorgarla a quienes conservan más del 30% de visión en un ojo. Aufieri denunció el caso públicamente: “El mismo Estado que me dejó tuerto me negó la pensión. Es la expresión más cínica del ajuste y la impunidad”.

Aquella fue una de las primeras grandes protestas contra el gobierno de Milei, en la que hubo muchas detenciones. ¿Cómo recordás lo que te pasó aquel día?

Esto sucedió el 1° de febrero de 2024, en una de las jornadas de debate en la Cámara de Diputados sobre lo que el gobierno denominaba Ley Ómnibus, que más tarde, en junio, fue aprobada como Ley Bases. Ya había habido detenciones el día anterior y la jornada estuvo tensa desde temprano.

A medida que llegaban columnas de sindicatos, comisiones internas, organizaciones de izquierda y asambleas barriales, el clima se fue cargando. Hacia las seis de la tarde, Gendarmería y Policía Federal comenzaron a dispersar la manifestación: expulsaban a la gente de la avenida Rivadavia, la gaseaban y empujaban con escudos y bastones. Cuando los manifestantes eran forzados a la calle, la Policía Federal los reprimía con motos, balas de goma y de estruendo, empujándolos hacia el fondo de la plaza, en dirección a la 9 de Julio.

represión Congreso Ley Ómnibus 1 de febrero

Con el correr de las horas, la mayoría de los manifestantes se reagrupó dentro de la plaza. Al oscurecer, la situación se volvió más grave. Yo lo describí en su momento como una especie de “coto de caza” montado por las fuerzas federales, al mando de Patricia Bullrich. Rodearon la plaza con camiones hidrantes y cordones de infantería, de distintas fuerzas. Era casi imposible entrar o salir: la policía ya había comenzado a detener personas tras la dispersión inicial.

Los testimonios afirmaron que los más "sacados" eran los de la Policía motorizada...

Así es. Tipo 9 de la noche se apagaron las luces de un sector de la plaza y comenzaron a avanzar motos del Grupo de Operaciones Motorizadas de la Federal. Giraban en círculos, aceleraban, gaseaban a la gente y cortaban la calle.

A esa altura, las motos ya provocaban directamente a los manifestantes, circulando entre ellos y disparando del torso hacia arriba, en una zona deliberadamente oscurecida. Estoy convencido de que apagar las luces fue parte de un plan para garantizar impunidad: hasta hoy es difícil encontrar imágenes nítidas del momento exacto en que me disparan. Recién mediante distintos videos y peritajes pudimos reconstruir parcialmente la secuencia.

¿Recordás el momento exacto en que te hirieron?

Estábamos muy apretados en la plazoleta más chica, la que está sobre la calle Solís, donde paran los colectivos frente al Congreso. Las motos de la Federal pasaban disparando y lanzando gas. Habían hecho ya un par de pasadas. En la segunda, dispararon directamente hacia donde estábamos. Vi el fogonazo del disparo y sentí un golpe seco en el ojo. Todo se apagó. Desde ese momento, el ojo me quedó cerrado.

¿Fuiste consciente enseguida de la gravedad de la herida?

En ese momento se me vinieron a la cabeza las manifestaciones de diciembre de 2017, también en Congreso y también bajo el mando de Bullrich, donde varias personas perdieron los ojos. La verdad es que casi de inmediato pensé que probablemente me había pasado lo mismo. Aunque en las primeras horas todavía tenía la esperanza de que no fuera tan grave.

¿Te permitieron salir de la Plaza después del disparo?

Para nada. Incluso hay videos que muestran cómo, mientras intentábamos llegar a un hospital, las mismas motos volvieron a dispararnos desde la avenida Entre Ríos. Al compañero que me acompañaba lo balean a dos metros de distancia. Tuvimos que refugiarnos cuerpo a tierra detrás de un mástil para no ser alcanzados otra vez.

Después de esa segunda balacera, cruzamos hacia Rivadavia y el compañero me llevó primero al Hospital Santa Lucía y luego al Sanatorio San Juan, donde finalmente me atendí por obra social. Los médicos confirmaron la gravedad: había sangrado, pérdida de tejido y riesgo de infección. Me operaron al día siguiente. Luego vinieron una o dos operaciones más, reconstructivas, pero sin posibilidad de recuperar la visión. Hasta hoy no hay perspectiva de mejora: el daño está en el nervio óptico.

¿Cómo cambió tu vida cotidiana desde entonces?

Cambió mucho. Durante los primeros meses casi no salía de casa. Me costaba adaptarme a las distancias y a la falta de visión periférica. Tenía miedo de golpearme o lastimarme el ojo sano. Dejé de hacer deporte, y participar de manifestaciones se volvió un riesgo: los médicos me advirtieron que una nueva lesión podría dejarme ciego por completo.

Incluso tramitar el certificado de discapacidad fue un problema. La normativa establece que si se conserva más del 30% de visión en un ojo no corresponde otorgarlo. Pero en mi caso, fue el propio Estado el que me causó la discapacidad, y aun así me lo negaron. Denuncié esa contradicción, especialmente después de los casos de corrupción en la ANDIS que se conocieron por los audios de Spagnuolo.

Matías Aufieri

El abogador asesor del Frente de Izquierda, Matías Aufieri recordó la represión de la ministra Patricia Bullrich en las inmediaciones en la Plaza de Congreso, en el marco del debate de la Ley Ómnibus, donde perdió la visión de un ojo.

¿Y en qué estado está la causa judicial?

La investigación está en la Fiscalía Federal N° 7, a cargo de Ramiro González. Hace un año se realizó una instrucción muy breve, sin las pericias que pedimos. Aun así, el fiscal imputó a 18 policías del grupo motorizado de la Federal —tanto escopeteros como conductores— por lesiones graves en mi caso y leves en el de otros trabajadores de prensa. Solicitó que fueran citados a indagatoria, pero el juez Julián Ercolini no lo hizo. Incluso se declaró incompetente, argumentando que los policías actuaban como agentes de tránsito de la Ciudad. Apelamos, y en abril de este año la Cámara Federal nos dio la razón, devolviendo la causa a la Justicia Federal.

Mientras tanto, nosotros seguimos haciendo nuestras propias pericias con el CONICET y especialistas audiovisuales para reconstruir la secuencia completa. Pero el juzgado avanza lentamente, y hasta pidió unificar las querellas en solo dos abogados para todos los heridos, lo que entorpece el trabajo. Todo esto refuerza una sensación de impunidad: si se hubiera actuado rápido e identificado a los responsables, quizás no se habrían repetido hechos similares en otras manifestaciones posteriores.