El Conjuro es una de las sagas más exitosas del cine de terror: con más de una década de historia, esta franquicia se convirtió en un verdadero fenómeno, no sólo con su serie cinematográfica, sino también con spin-offs como Annabelle y La Monja. Ahora llega la cuarta entrega de la historia original y hay suma expectativa entre los fanáticos del género, que se preguntan: ¿esta secuela logra mantener el nivel de sus antecesoras?
Titulada Últimos ritos, la nueva entrega trae de vuelta a Ed y Lorraine Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga), quienes deberán enfrentar a una entidad demoníaca que amenaza con destruirlo todo. En esta ocasión, la historia se centra en el célebre caso de la familia Smurl, ocurrido en 1986, y suma a personajes clave como Judy (Mia Tomlinson), su hija, y Tony (Ben Hardy), el novio. Esta vez, los Warren descubrirán que se enfrentan a lo más terrible que jamás habían conocido, capaz de poner en riesgo incluso a su propia familia.
El Conjuro - Smurl
La película se inspira en el caso real de la familia Smurl: los espíritus los acosaban con ruidos extraños, olores nauseabundos, ataques físicos y objetos que se movían sin explicación.
El Conjuro 4 se presenta como el cierre definitivo de la saga principal, por eso, esta entrega es mucho más emotiva que las anteriores. Si bien el eje familiar siempre estuvo presente en la historia, ahora toma más relevancia y lo demuestran desde el minuto uno. Y es que ya no se trata de Ed y Lorraine, sino también de su hija Judy y de su pareja, quienes pasan a ocupar un rol central dentro del relato.
Este enfoque más familiar y más emotivo potencia la conexión entre los protagonistas, que siguen siendo el corazón de la saga: Vera Farmiga y Patrick Wilson vuelven a la pantalla más sólidos que nunca, con una química intacta. Esa misma energía se traslada al resto del elenco, que tiene incorporaciones muy acertadas, en especial las de Mia Tomlinson y Ben Hardy. El vínculo padres-hija y el romance de Judy y Tony refuerzan ese costado emocional, y los toques de comedia –como por ejemplo las charlas de suegro-yerno– aportan aire fresco a una entrega que no da respiro.
Y es que sí, no da respiro porque genera tensión durante gran parte de la película. Tiene secuencias memorables, momentos sumamente inquietantes (mención especial a la del teléfono) y jumpscares efectivos, al estilo de las primeras entregas de la saga. Sin embargo, hay que recalcar que durante el segundo acto, la historia se vuelve un poco más lenta y sus 135 minutos se sienten un poco extensos.
En la dirección regresa Michael Chaves, quien ya había trabajado en la franquicia con El Conjuro 3: El diablo me obligó a hacerlo (2021) y La Monja 2 (2023). En este filme, el cineasta logra captar la esencia de las primeras entregas a cargo de James Wan, quien también está presente en el proyecto, pero –al igual que en la tercera– como productor.
El Conjuro - Demonio
Nuevas entidades paranormales acaparan la pantalla en El Conjuro 4, con jumpscares efectivos y momentos de tensión.
Por supuesto que no es perfecta y tiene algunas escenas que ya rozan lo fantasioso, incluso para una película de terror; además repetir fórmulas conocidas y de estar lejos de superar a sus dos primeras entregas. Pero aun así, El Conjuro 4: Últimos ritos es una gran opción para disfrutar en la pantalla grande porque trae devuelta el espíritu de la saga y marca el cierre definitivo de una historia que se consolidó como una de las franquicias de terror más exitosas. Claramente, un cierre pensado para los más fieles seguidores porque no sólo tiene sustos efectivos y una tensión constante, sino también, mucha emoción.
Atención: vale la pena quedarse hasta el final para no perderse material de archivo del caso real y una escena poscréditos.