¿Qué pasará con la salud mental?

Sería muy bueno que podamos debatir temas importantes para la sociedad durante los períodos pre electorales y evitarnos sorpresas posteriores. El tema de la salud mental es uno de ellos.

Borrascoso es sin dudas el tiempo de este balotaje. Lo incierto es el común denominador. Qué hará en su gobierno cada uno de los candidatos es una incógnita. Uno dice que hará algo que todos sabemos que es imposible de hacer, mientras que el otro dice que hará algo diferente a lo que ya viene haciendo, lo cual tampoco es creíble.

Es la economía, idiota! diría Clinton; pues sí, la economía se lleva toda la atención, tanto de los candidatos como de todo el electorado, y no es para menos.

Lamentablemente, siempre la economía eclipsa otros temas, también muy importantes para la sociedad, que sería muy bueno que los podamos debatir durante los períodos pre electorales y evitarnos sorpresas posteriores.

El tema de la salud mental es uno de ellos.

La salud mental es un tema doloroso y preocupante para los familiares de los enfermos y adictos, en primer lugar, pero que a la larga o a la corta termina afectando a la sociedad en su conjunto.

La actual Ley de Salud Mental, lleva ya 10 años desde su sanción demostrando ser absolutamente ineficaz, pues no ha conseguido una mejor atención del paciente psiquiátrico.

Cabe recordar que en su génesis la ley sustrae a la enfermedad mental del ámbito de la medicina. En efecto, durante el tratamiento de la ley no fue consultado ningún estamento científico médico ni ninguna Sociedad de Psiquiatría. Es una ley construida y militada por psicólogos, abogados y políticos.

A la luz de esta ley, el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad mental, que con anterioridad era incumbencia del médico psiquiatra, pasa a ser este último reemplazado por un equipo interdisciplinario integrado por profesionales, técnicos y otros trabajadores del ámbito de la salud, que no tienen formación en psiquiatría.

Con absoluta prescindencia de la ciencia, la ideología que inspiró esta ley asimila la internación psiquiátrica con la desaparición de personas, el hospital psiquiátrico con un centro de detención y al psiquiatra con un represor, por eso la ley desarmó todos los hospitales especializados en psiquiatría, impide la internación y limita excesivamente al psiquiatra poniéndolo en igualdad de condiciones con otras profesiones que no tienen como incumbencia el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades mentales.

Como resultado, hay enfermos psiquiátricos abandonados por el sistema en situación de calle en muchos rincones de la ciudad. Las familias de los pacientes psiquiátricos están abandonadas porque, aunque no es cuestión de sacarse el enfermo de encima, nadie está preparado para la muy difícil situación de lidiar con un enfermo mental o un adicto en su hogar, como resultado de ello, el enfermo no recibe la atención que necesita y la familia se dementiza. Es cierto que la enfermedad mental no es una enfermedad contagiosa, pero casi.

Volviendo a los candidatos, ¿qué hará cada uno con el tema de la salud mental?

Todo hace pensar que de ganar el candidato del gobierno, nada cambiará en salud mental, pues hasta el momento no ha dado muestras de que el tema le preocupe demasiado, tal vez esté convencido que la ley es buena y no necesita reformas.

Por el lado del otro candidato, más allá de alguna declaración explosiva al respecto de este tema, mucho no se sabe que piensa. Puede inferirse que si su meta es la baja del presupuesto sin ningún reparo, la salud mental que requiere de largas internaciones y tratamientos y por ende es cara, sea una de las victimas del plan reducción de gastos en el sector público.

Curiosamente, en abril de 2022, los liberales encabezados por Carolina Píparo y José Luis Espert, presentaron en la cámara de diputados un proyecto de reforma de la Ley de salud mental.

En sus considerandos el proyecto dice que en oportunidad de confeccionarse la ley se eligió no escuchar a profesionales intervinientes en el ámbito de la salud mental ni a organizaciones dedicadas a la temática, y peor aún, tampoco escucharon a aquellas personas a las que pretendieron contener ni a sus seres cercanos.

Continúa: se considera que la internación involuntaria de un paciente con patología psiquiátrica no puede nunca ser asimilada a la privación ilegítima de la libertad, porque no lo es, siempre y cuando la decisión se base en un diagnóstico médico y cuando existe riesgo cierto e inminente para sí o para terceros.

Otro ítem que considera equivocado de la ley actual es que "no abordó la problemática de adicciones de manera correcta en su texto. Se considera que no se puede asimilar el abordaje de dicho diagnóstico con otros padecimientos, por lo que se incorporó un capítulo especial para su tratamiento. No se puede exigir a las personas que padecen consumo problemático de sustancias psicoactivas el ejercicio responsable de la libertad".

Finalmente el proyecto, promueve la creación de centros de atención especializada en salud mental.

Así las cosas, deberemos seguir esperando.

Hay que desensillar hasta que aclare, decía el paisano, pero no bajar los brazos, digo yo.

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