"¿Qué pasaría si usáramos a la bici como un prisma por donde se refracten nuestros rayos de realidad?", se pregunta Ignacio Alfaro en Cosmobición: vivir en dos ruedas y a su velocidad, su segundo libro, que acaba de ser publicado por la editorial Tinta Libre.
A través de las páginas de Cosmobición, el autor repasa la génesis del medio de transporte más sano, ecológico y económico que el ser humano haya inventado hasta hoy, como también las experiencias que atravesó durante sus viajes en bicicleta por Argentina y otros países de Latinoamérica.
La bici, la cicla, el ciclo, la chiva, la rila, la cleta... un medio de transporte que podrá cambiar de nombre en cada país, pero que en todo el mundo es traccionado por el propio viajero. Un objeto que puede comenzar siendo un simple juguete para luego transformarse en un medio de transporte metabólico y sensorial, en un instrumento armonizador.
"Viajo en bici por la esperanza que emana cada vuelta del pedal. Lo hago porque la bici se transformó en una máquina del tiempo con la que puedo desacelerar el ritmo frenético que propone la cultura del tiempo-dinero", cuenta el autor del libro, en diálogo con C5N.
Nacido hace 40 años en el oeste del conurbano bonaerense, Alfaro es diseñador gráfico y de objetos, fotógrafo y cicloviajero. Es nómade, a veces se encuentra en las sierras; otras, en la ciudad. Hace 15 años comenzó a rodar con su bicicleta por varios países de Latinoamérica, "siempre buscando una nueva idea, un nuevo destino para conocer, nuevas culturas y amistades".
Cosmobicion Ignacio Alfaro
Ignacio Alfaro tiene 40 años, es diseñador gráfico, fotógrafo y amante de la bicicleta.
Alfaro asegura que "cuando uno utiliza la bicicleta, logra aquietar el ritmo frenético que la sociedad moderna nos propone a diario", con el sentido de inmediatez que nos suministra el uso de las redes sociales, que nos hacen sentir a un clic de distancia de todo. Porque la bici viaja a una velocidad aproximada de 15 kilómetros por hora, "la misma velocidad a la que vuela una mariposa o camina una lagartija".
"Al montar una bici reducimos la velocidad de desplazamiento drásticamente, pero también la del flujo de pensamientos, y reconectamos con nuestra respiración, que junto a la regularidad en el ejercicio y un ritmo propio, nos llevará al Gran Silencio", concluye el autor de Cosmobición.