La Argentina circular: los estragos de la economía bimonetaria y la omnipresencia del FMI

Con su discurso en el Teatro Argentino de La Plata, Cristina Kirchner analizó el proceso histórico que terminó con el fin de la convertivilidad, realizó una cruda descripción de la situación actual y subió al ring a Javier Milei.

En efecto, aunque los momentos y las circunstancias son diferentes en muchos aspectos, los estragos de la economía bimonetaria y la omnipresencia del FMI en cada crisis de deuda se repiten. Y lo que también es similar, en 2003 y ahora, es la fragmentación política. Lo que en 2002 fue la consigna “que se vayan todos” hoy se expresa en el crecimiento de figuras extremas de la antipolítica como Javier Milei.

El problema, antes y ahora, es que quienes se muestran como posibles gestores de una solución para los problemas de nuestro país son quienes encarnan las concepciones que nos trajeron hasta aquí. Por eso y por otros motivos de orden más táctico seguramente Cristina eligió a Milei como destinatario de muchas de sus críticas e invectivas.

Mostrándose como una figura disruptiva, el auto percibido libertario busca explotar una postura cuasi punk de un sector de la sociedad. Pero lo que simula ser un escupitajo al sistema es, en realidad, una vuelta a las posiciones más conservadoras del capitalismo financiero de rapiña.

Milei enojado

Cristina eligió discutir esto, decíamos, también por cuestiones tácticas. Busca apelar a ese electorado joven en el que Milei tiene enorme pregnancia y recuperarlo para un peronismo que parece que ya no le hablara. Si a comienzos de la década de 2010 el kirchnerismo interpelaba a buena parte de una juventud que había pasado su niñez en medio de la angustia del fin de la década neoliberal, hoy ya no sucede.

La inflación, la imposibilidad de pensar un futuro que escape a la mera subsistencia, los trabajos precarios que se presentan como única posibilidad… no parecen enamorar. Hay una historia reciente detrás de eso: el triunfo de Mauricio Macri, la demonización mediático judicial del proceso nacional y popular y un gobierno de Alberto Fernández atribulado en el laberinto de la propias imposibilidades, sin poder forzar la correlación de fuerzas en medio de un par de catástrofes naturales y una guerra marcan la relación de los jóvenes con la política.

A eso también le apuntó Cristina cuando recordó que el crecimiento no fue distribuido y que el superávit comercial no fue usado para generar estabilidad. En uno y otro caso, a la circunstancial bonanza se la quedaron los sectores empresariales concentrados. La autocrítica de la vicepresidenta es muy reclamada por la oposición pero se ha manifestado en muchas oportunidades. “Hemos defraudado a quienes nos votaron” dijo frente a Alberto Fernández en el centenario de YPF y el jueves recordó que “no se puede querer quedar bien con todo el mundo porque te terminan odiando todos”.

Cristina Kirchner Teatro Argentino de La Plata

Cristina critica el corrimiento de la agenda política hasta en su propia fuerza (aunque acepta la gestión de Sergio Massa) y por eso apunta a Milei. Porque él es quien funciona como fuerza principal de ese deslizamiento. Si se presenta una propuesta tan delirante como la dolarización y se discute irresponsablemente durante días el tema, cuando Patricia Bullrich habla de preservar la moneda pero también avanzar hacia la profundización del sistema bimonetario parece casi progresista. Si Milei propone terminar con la educación obligatoria y habla de vouchers privatizatorios, Larreta defiende la educación pública y quizás haga olvidar a algunos la desastrosa gestión en el área que tiene la Ciudad de Buenos Aires.

La vicepresidenta no “levantó” a Milei. A Milei lo han hecho crecer medios de comunicación completamente interesados en defender sus intereses, redes sociales que claramente explotan el escándalo como modo de extenderse y dirigentes políticos que hacen su carrera de espaldas a las necesidades del pueblo.

Existe un lugar común y es decir que los libertarios crecen porque la política tradicional defraudó a la gente. Lo que ese razonamiento oculta es que los dos hechos están conectados. Son dos escalas necesarias para un capitalismo financiero que hace rato ha detectado que la democracia plena es un obstáculo para sus objetivos.

En este contexto es en el que Cristina plantea un acuerdo entre todas las fuerzas políticas para salir del esquema bimonetario, responsable de la inestabilidad, el sufrimiento y la pérdida de soberanía de nuestro país.

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