El segundo debate promete mayor agresividad y cruces entre sus participantes

Massa, Milei, Bullrich, Bregman y Schiaretti se preparan con estrategias, objetivos y urgencias diferentes para el encuentro en la Facultad de Derecho.

Para la cita, esta vez en el aula Magna de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, los cinco candidatos se preparan con estrategias, objetivos y urgencias diferentes pero con una certeza común: que será la última oportunidad para mostrar propuestas, ataques, críticas y chicanas en un contexto de altísima exposición.

En efecto, se ha hablado hasta el hartazgo de la poca atención que la sociedad le presta a la política hoy y, sin embargo, la suma de todas las pantallas donde se difundió el primer debate alcanzó la friolera de 47 puntos de rating. Según la consultora Taquion, en las transmisiones de los principales medios por YouTube, tuvo 2 millones 100 mil visualizaciones e impactó en 39 millones de usuarios del entorno digital.

La discusión acerca de la incidencia o no de los debates en una carrera electoral también es un tanto estéril si se tiene en cuenta que no todos los candidatos tienen las mismas necesidades y el escenario general es extremadamente cerrado. En un escenario de tercios, un evento que puede influir en un 2% de la intención de voto se vuelve mucho más trascendente.

Para Javier Milei, salir airoso del debate será considerado como un triunfo. Sostener la sensación de que marcha a la cabeza en la carrera al 22 de octubre y mantener la imagen aplomada que mostró en Santiado del Estero es clave. La intención será ahuyentar miedos de los votantes, más vinculados a las formas que al contenido. Lo que se diga parece -al menos por ahora- importar menos que la forma para los libertarios.

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Esta semana, Milei reivindicó el terrorismo de Estado con palabras calcadas a las de Videla y Massera, Victoria Villarruel atacó a la Universidad de las Madres, Darío Epstein se metió con las pensiones por invalidez, Ramiro Marra prometió cerrar o vender todas las empresas públicas y Ricardo Bussi comparó a las personas homosexuales con quienes tienen una discapacidad. Y la intención de voto no parece haber caído… al menos por ahora.

Es cierto que las manifestaciones de un número creciente de sectores que alertan acerca del peligro de una presidencia de La Libertad Avanza puede no hacer desistir a los que ya lo votaron pero sí disuadir a los que están dudando.

Con este mismo problema irá Sergio Massa al debate. El reflejo en las encuestas del affaire Insaurralde no parece muy fuerte entre los que ya votaron al tigrense pero quizás sí impacte en ese sector que no fue a votar en las PASO, desencantado con el gobierno de Alberto Fernández y que estaba indeciso a partir del peligro Milei. Massa, que insistió con la misma preparación para este segundo debate que en el primero deberá prepararse para soportar muchos más ataques por el caso Insaurralde de los que sufrió el domingo pasado. Los medios de la derecha machacaron toda la semana con el tema casi en formato monotema y criticaron agriamente a los candidatos de la oposición por no haber usado mucho más el tema para desacreditar al ministro de Economía.

La propuesta de Massa de ampliar el espacio a un gobierno de Unidad Nacional aún no tiene especificados sus límites pero busca adelantarse a una posibilidad que, hasta hace poco, sólo el tigrense advertía: que la caída de Patricia Bullrich convierta la primera vuelta en un eventual balotaje. Quizás la prevención sea exagerada pero está claro que Massa piensa en los dos escenarios y la propuesta de unidad sirve en todos los casos.

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Si se sostiene el escenario de tercios, con Massa y Milei yendo al balotaje, sólo el armado de un bloque moderado frente a la ultraderecha podrá convencer a algunos votantes de Juntos por el Cambio a votar al peronismo.

Si hasta el 22 de octubre, la economía es la que manda, en una eventual segunda vuelta tal vez se gane generando otras posibilidades. Por ejemplo, un enfrentamiento extremo con las fuerzas más nocivas e intolerantes que la Argentina democrática ha conocido. Pedro Sánchez evitó en España lo que parecía una derrota segura con la consigna “democracia o fascismo” como idea fuerza. Una variante argentina de eso, con una consecuente política de alianzas, puede no servir para la general pero sí para el balotaje.

Esta idea implica una certeza adicional que ya pocos niegan: que luego del 22, Juntos por el Cambio dejará de existir como alianza. Las señales cada vez más claras de Mauricio Macri de estar apostando a ganador con Javier Milei contribuyen a horadar las posibilidades de la candidata de su propio espacio y son criticadas por radicales y hasta por integrantes del PRO. La queja sigue siendo la misma. Macri no fue imparcial cuando tenía que serlo (en las PASO) y ahora se muestra sospechosamente equidistante cuando la precandidata que eligió se juega el futuro político del espacio creado por él mismo.

Patricia Bullrich debate

La explicación puede correr por dos vías. O es la consecuencia de lo mal que Macri tolera no haber podido ser candidato por la pésima imagen que dejó su gobierno; o es el indicio de que el establishment eligió a Milei para ser su representante y Macri quiere jugar en el nuevo equipo. El intento de vaciar la charla de Bullrich organizando un encuentro paralelo al coloquio de IDEA parece mostrar que Milei cree eso. Que los empresarios terminarán acompañándolo, aunque sea a la fuerza.

Con todo, en el entorno de Bullrich aseguran por enésima vez, que la incomodidad por la frase de Macri en los Estados Unidos está superada y hasta aventuran que el ex presidente podría acompañar a su exministra de Seguridad al debate. También prometen más de lo que se vio esta semana. Confrontación directa con Milei y no recurrir sólo al antikirchnerismo como elemento para hacer campaña. Bullrich confía en que al ser la Seguridad uno de los ejes temáticos de este debate, ella podrá mostrarse mucho más sólida y hacer olvidar la floja performance del domingo pasado. Sabe que no tiene mucho más margen y que no puede depender sólo de las operaciones en contra de Massa y Kicilloff que organizan Clarín y La Nación para intentar entrar al balotaje.

Con menores expectativas, los otros dos candidatos también se preparan. Miriam Bregman buscará repetir su muy buena performance del primer debate mientras que cerca de Juan Schiaretti tienen una valoración muy positiva de su participación en Santiago del Estero.

El gobernador saliente de Córdoba fue objeto de burla en redes por sus constantes menciones a su provincia pero su objetivo estaba ligado a eso. En su distrito, salió segundo y ve que pierde votos por derecha e izquierda (Bullrich y Massa). Por eso, su mensaje siempre estuvo orientado intentar a revertir eso. El posteo de un usuario de la red social antes conocida como Twitter, que aseguraba irónicamente que Schiaretti quiere ser “presidente de Córdoba” no está tan alejado de la realidad. Para negociar con otras fuerzas -dio señales en el debate de que está dispuesto a hacerlo- necesita mejorar su número en la Patria chica. De cualquier modo, para este segundo encuentro promete mencionar menos a Córdoba y centrarse más en el país federal.

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