El origen del kirchnerismo y una promesa de futuro

Al cumplirse 20 años del comienzo del gobierno de Néstor Kirchner, repasamos algunos de los hitos del proceso que comenzó un 25 de mayo de 2003. 

¿Cuándo comenzó el kirchnerismo? ¿Fue antes o después de esa fecha patria? La pregunta no es obsesiva ni obliga a revisiones que generen tensiones pero sí ayuda a revisitar una historia que performó el siglo XXI de nuestro país. Algunos creen que el kirchnerismo comenzó a gestarse en la profunda crisis que produjeron los estertores de la larga década neoliberal, esa que desembocó en la masacre de los días 19 y 20 de diciembre. Otros que podría nunca haber sucedido si Carlos Reuteman hubiese aceptado el ofrecimiento de Eduardo Duhalde de ser el candidato del peronismo o si José Manuel De La Sota hubiese medido más en las encuestas.

La de 2003 -como quizás hoy- fue una elección de tercios en la que Néstor Kirchner se alzó sólo con el 22 por ciento de los votos. Carlos Menem terminó primero y Ricardo López Murphy tercero, muy cerca del santacruceño. A sabiendas de que perdería en un eventual ballotage, el riojano condenó al nuevo gobierno a iniciarse con una fuerte debilidad en un momento en el que claramente se necesitaban fuertes liderazgos.

Tal vez por el hay quienes creen que el kirchnerismo comenzó cuando el flamante mandatario entendió que para reconstruir la moral y la autoestima de la Patria había que apelar a la conciencia más virtuosa que, oculta para casi todos, marcaba un camino que sólo él vio.

En efecto, en los turbulentos años de comienzos de siglo, era fácil creer que las propuestas de más ajuste y de mano dura podían ser más atractivas para una población que buscaba a los tumbos una salida. Fue Néstor Kirchner el que entendió que se podía generar consenso a través de las luchas más importantes de nuestro país y que las políticas de Memoria, Verdad y justicia brindaban la oportunidad única de hacerle honor a nuestro pasado para construir un mejor futuro.

Néstor bajo los cuadros

Por eso, al asumir prometió no dejar las convicciones frente a la Rosada y meses después ordenó bajar los cuadros de los represores del Colegio Militar, pidió perdón en nombre del Estado por el genocidio y acusó a personajes del Poder judicial de mucho poder como responsables de que no avanzaran los juicios por delitos de lesa humanidad. Pero esto no fue en lo único en lo que acertó en sus primeros años el casi desconocido presidente Kirchner.

En materia judicial, avanzó en la denuncia de las barbaridades cometidas por la Corte Suprema del menemismo e impulsó un recambio que posibilitó un alto tribunal con prestigio e independencia.

En materia económica, su gobierno aprovechó el boom de los precios de los commodities para generar condiciones de desendeudamiento únicas. Con eso, la Argentina le pagó la deuda al Fondo Monetario Internacional (FMI) y recuperó soberanía para iniciar un crecimiento inédito.

Además, se unió a otros líderes de la región para rechazar los tratados de libre comercio que proponía la administración Bush en una conferencia panamericana realizada en Mar del Plata que 2005 que queda en la memoria de muchos. Aquella frase de “ALCA al carajo” vociferada por Hugo Chávez resuena cuando recordamos momento. Fue dicha en la contracumbre, organizada justamente para oponerse a lo que sucedería en el encuentro de presidentes. Pero, gracias a la decisión de los presidentes del Mercosur -con Lula y Kirchner a la cabeza- los dos encuentros marcharon en una sintonía inesperada y épica.

Néstor Kirchner, Evo Morales, Lula da Silva, Hugo Chávez

Pero, siguiendo con la pregunta inicial, están los que creen que en realidad el kirchnerismo comenzó cuando el ya ex presidente acompañó a Cristina Kirchner en su conflicto bifronte con el campo y con Clarín en 2008. O antes, cuando decidieron competir con el duhaldismo en territorio bonaerense en las legislativas de 2005 y así acumular poder en el que sigue siendo el bastión más importante del peronismo.

O quizás se pueda señalar la decisión, luego de la derrota en el mismo territorio en 2009, de profundizar las transformaciones iniciadas seis años antes con hechos históricos, de alto impacto simbólico y práctico, como la nacionalización de los fondos de las AFJP, la recuperación de YPF o Aerolíneas y el debate por la ley de Servicios de comunicación audiovisual. Todo eso, encarado durante los gobiernos de Cristina Kirchner, tuvo en su esposo un férreo defensor y militante.

Porque el santacruceño entendió como nadie la relación clave entre la épica y la gestión, entre las banderas y el bienestar cotidiano de la población como motor para construir una Argentina con futuro.

Quizás por eso una multitud lo despidió, acongojada pero con conciencia histórica, durante los tres días que duró su funeral en 2010. Estaban allí los militantes de la “generación diezmada” pero también sus hijos, esos que se criaron en el cinismo social y el nihilismo político de los noventa y se “volvieron a ilusionar”.

Había otro sujeto político además en los funerales: los más jóvenes. Esos que con 16 o 25 años se sumergían a la vida pública con un fervor y unas convicciones que hacía décadas no se veían. Pasó el lawfare, pasó la estigmatización política y la persecución mediática; y también un gobierno del Frente de Todos encadenado a la herencia macrista, una serie de infortunios, sus propias carencias y a un posibilismo exasperante.

Hoy, nuevamente la derecha arrecia pidiendo ajuste y mano dura. Hoy, la vicepresidenta de la Nación Cristina Kirchner, la viuda de Néstor, su compañera política y protagonista central de estas dos décadas, convocó a la Plaza de Mayo con una consigna: “imitemos su ejemplo”. Un pedido, una recomendación incluso, en un escenario con similitudes con aquel en el que asumió hace 20 años.

Pero también un reconocimiento a ese pasado, un marco de acción para el presente y una promesa de futuro con Kirchner como guía.

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