El Frente de Todos debate su futuro sin Cristina como candidata

En la semana en la que la vicepresidenta ratificó que no competirá en las elecciones y dio una entrevista histórica a C5N, se abren una serie de interrogantes de cara al futuro político de la coalición de gobierno e, incluso, de nuestro país. 

Existe un peligro: que militantes y, más grave, dirigentes oficialistas reemplacen el operativo clamor para que ella sea candidata por un operativo clamor para que ella unja a uno o que vuelva a sorprender con una alquimia política que permita ganar las elecciones nacionales de este año. Hay una mirada de realismo mágico que impregna hasta a los que la denostan. El culto a Cristina tiene amantes y detractores pero no tiene ateos.

Por supuesto, ganar elecciones es fundamental en democracia y encontrar el modo de hacerlo es urgente en un año electoral. Pero lo que Cristina Kirchner viene planteando desde hace mucho -pero con más fuerza desde diciembre del año pasado- es que en este estado de cosas, no hay modo de gobernar para proyectos que piensen en los intereses de las mayorías. Los sectores concentrados han desplegado todos sus recursos para no volver a ser sorprendidos como en la llamada década ganada. Y esto ni siquiera sucede sólo en la Argentina.

El Lawfare, la persecución mediática, las corridas financieras, los discursos cada vez más cargados de violencia por parte de los políticos de derecha y, por supuesto, su resultante en hechos concretos, son instrumentos de un mismo programa con un par de finalidades: a los movimientos populares o se los proscribe o se los condena a la lógica inmovilizante del posibilismo.

La proscripción a Cristina Kirchner no va a ser recién concretada si la Corte deja firme su condena o suspende una eventual candidatura. Tampoco comenzó con la causa Vialidad. Empezó mucho antes. Cristina Kirchner Tiene más de 600 denuncias en su contra. Dólar futuro, Ruta del dinero K, cuadernos, gas licuado, memorándum con Irán, los Sauces y Hotesur son los nombres más conocidos de las 654 denuncias que recibió entre los años 2004 y 2022. Se han escrito y dicho infinidad de agravios en su contra, algunos que fueron muchos más allá de la crítica de gestión. Pero en el frente interno también avanzó el intento de exonerar a la política de su presencia.

En 2015, buena parte de la dirigencia peronista la quería jubilar, en 2017 tuvo que demostrar en soledad y con la sigla Unidad Ciudadana que los votos de la provincia de Buenos Aires eran suyos y en 2019 no pudo encabezar la fórmula ante la amenaza de que muchos no se unieran al Frente de todos. Esta realidad que, insistimos, reduce a la política a la inexistencia o a un vasallaje de los poderes concentrados ha tenido resultados.

Si la performance electoral del FDT está en duda tiene que ver con todos estos elementos, condicionantes de una gestión que tuvo que enfrentar problemas inusitados pero que tampoco tuvo el temple que habían tenido las gestiones anteriores del kirchnerismo para tocar intereses de los poderosos. El destino de los dólares del superávit comercial, la marcha atrás en el caso Vicentín, la negociación con el Fondo y la concentración del ingreso en menos manos en años de crecimiento son algunos ejemplos de esto.

En su entrevista con Pablo Duggan, Cristina habló de una elección de tercios donde los pisos importan más que los techos. A la profundidad de la discusión que planteábamos le agrega algo de orden pragmático y cuya discusión parece un tabú para el oficialismo: el riesgo de no entrar en el balotaje. En privado, la vicepresidenta señala que hoy los esfuerzos deben estar concentrados en esto. Que el tiempo que media entre la general y la segunda vuelta deberá pensarse como otra elección.

También cree que después del 11 de junio, fecha en la que habrá varias elecciones provinciales -incluida la postergada en Tucumán- los gobernadores se reunirán y eso será importante para tener otro sujeto político en el escenario de definiciones. Tanto en los aspectos tácticos, al señalar que se debe armar una fórmula para llegar a la segunda vuelta con posibilidades o por los estratégicos, con la certeza de que el establishment no dejará gobernar a quien no lo favorezca, Cristina Kirchner continúa marcando el camino del peronismo. Queda en sus dirigentes discutir el modo de llevar adelante esos lineamientos sin caer en la tentación de negarla (algunos) o pedirle soluciones mágicas (otros).

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