Llora y celebra el Santo pueblo fiel de Dios al Papa

Este viernes, en Plaza de Mayo, habrá vigilia ante el entierro del papa Francisco. Mañana sábado, pos misa en la Catedral, almuerzo callejero y peregrinación por el pastoreo de Bergoglio.

Llora el santo pueblo fiel de Dios, como le gustaba decir al papa Francisco. Siente la amargura de la pérdida física. Pero a la vez agradece y celebra. Son muchas y variopintas anécdotas, su vida fue muy fructífera. Lo que sembró en Argentina, puntualmente Buenos Aires, y luego en el mundo es imposible de estimar. Va ir surgiendo en el andar toda la obra, el legado, del Papa callejero. Se conectó con todos. Es un océano de la diversidad humana, de gente, que es imposible de abarcar. Una marea humana de seres tan diversos de procedencia social, etaria, de lugares y hasta en creencias. Porque Bergoglio fue el Papa que reconcilió la diversidad: política, de clase, de religión, de género, de generaciones, etc.

Por eso se puede escuchar el testimonio de las mujeres trans, prostitutas, explotadas sexualmente en las calles y rutas de Argentina o en Roma, que lloran su fallecimiento, monjas del pueblo que andan en los barrios populares, hasta arzobispos, como el caso de Gustavo Carrara, que para contener su llanto en público clavó la mirada hacia abajo, en el atrio de la catedral platense, y así aguantó el llanto antes de pronunciar su homilía por el fallecimiento del hombre que fue mentor y pastor, primero en Buenos Aires, de cientos de curas y algunos de ellos hoy obispos, sus sucesores, quienes deben darle rienda al francisquimos y desplegar la parresia al interior de la estructura eclesial, donde aún no dejan protagonizar a las mujeres, jóvenes, y laicos en los lugares de decisión y dar libertad al desborde de piedad popular.

Como ninguna otra iglesia en la tierra, la argentina llora al Padre Jorge. Algunos de ellos despiden a un padre por eso han viajado al Vaticano. Es el caso de Joaquín Giangreco, cura villero de la localidad bonaerense de Moreno, que junto a otro cura villero, Leo Silio, viajaron a llorar ante el cuerpo sin vida de Bergoglio, el guía de la barca de Pedro durante 12 años. Giangreco, pese a no tener el clerigman puesto, fue reconocido por los colaboradores más cercano de Francisco, entre ellos su más fiel hombre de seguridad, Pietro Giorgio Zanetti, como por otros colaboradores de la residencia vaticana Santa Marta, como los trabajadores de limpieza y en la cocina, que lloran desconsolados al Papa que compartía con ellos almuerzos, sus preocupaciones y alegrías. Siempre cerca de los sencillos.

“Pusimos a los pies del altar del Vaticano, a un metro de Francisco, nuestras parroquias, clubes, hogares y la diócesis entera”, sostuvo el Padre Giangreco.

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La pérdida de Francisco es física. Ya no tendremos sus abrazos, sus llamados o sus cartas escritas con su mano en letras pequeñas y tinta color negro. Ya no se fabricarán más Rosarios con su símbolo papal. Ahora viene otra etapa del primer Papa de América, del primer Papa jesuita, del primer Papa en llamarse como el santo de los pobres y la naturaleza.

Su obra es enorme. Está saliendo a la luz poco a poco. La plata a los presos, 200 mil euros para el trabajo en una cooperativa en el penal, es un caso concreto y saldrán a la luz miles. Como sus milagros. Entre ellas sus sanaciones. El caso del hijo del heladero argentino con local muy cerca del Vaticano. Un niño que sanó su caminar luego de conocerlo al Papa en Santa Marta.

Francisco ahora se lo reza, se le pide, y se le agradece como un santo. Nadie está esperando la canonización oficial, que ya llegará. El pueblo sabe que San Bergoglio está en la mesa chica del cielo junto a Dios, su hijo Jesús y la Virgen María, alentando al Espíritu Santo en la tierra para sanar al pueblo argentino y del mundo.

Esto lo predican los laicos Misioneros de Francisco. Ellos, que son trabajadores y dirigentes de la economía popular, están organizando por estas horas la vigilia nocturna de este viernes, que iniciará a las 21 horas, en Plaza de Mayo, “empezamos con mate cocido y torta fritas”, prometió Ángel “Lito” Borello, para recibir mañana sábado, el entierro del Pontífice, a las 5 de la madrugada hora argentina, y luego la misa de las 10 en la Catedral.

A los laicos de los movimientos populares se suman a los laicos de los sindicatos de la CGT y CTA, muchos de ellos jóvenes, que planifican encontrarse “a partir de las 22 horas en Plaza de Mayo, frente a la Catedral, con música, pintadas, armado de carteles, stenciles, guitarriadas, debates y reflexiones sobre el legado de Francisco. Mientras esperamos la hora del entierro del Papa que será a las 5 de la madrugada, hora argentina, donde armaremos un altar y cantaremos el himno nacional”, confiaron a este cronista.

Pero la despedida física de Francisco no termina allí.

El sábado 26, tras la misa, habrá almuerzo callejero en la puerta de la Catedral, que organizan los curas de las villas, quienes planean a las 13.30 ponerse en modo peregrinación. Lo llaman el “Pacto de amor a Francisco” y es peregrinar por “los lugares del dolor y el camino de Francisco: Casa Mama Antula (la primera santa argentina y laica), que se ubica en avenida Independencia 1190. Plaza Constitución, avenida Garay y Lima. Hospital Borda, Tobar, y Rawson, en la calle Dr. Ramón Carillo 375. Cárcel del Muñiz, en Uspallata 2272. Hogar de Cristo Hurtado, en Monteagudo 862. Terminando en la parroquia Virgen de Caacupé, Osvaldo Cruz 3470, en la villa 21/24, en el barrio de Barracas.

A Francisco lo vamos a ver todos los días. Este es el primer Pontífice de las redes sociales, de los reels, de los videos por WhatsApp.

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