Cómo sobrevivir en épocas de tsunami digital

En los próximos años nuestro manejo del dinero será completamente diferente, ya que hoy vemos tan sólo la punta del iceberg.

“Ser analógico o ser digital, esa es la cuestión” diría una versión de Shakespeare del siglo XXI, pero incluso este dilema ya quedó obsoleto. Querramos o no vamos a ser digitales, la pregunta es cómo lo podemos ser de la mejor manera posible, sin padecer en el intento ni muchos menos hacer sufrir a nuestros clientes.

Ya convivimos con la revolución digital de los sistemas de pago. No tiene sentido resistirse, la pregunta no es si habrá cambios sino a qué velocidad se van a producir y claramente, la aceleración digital comenzada hace dos años cuando se desató la pandemia ya lo demostró, en la práctica, en nuestra vida cotidiana. Ya no sólo hablamos de homebanking, sino de apps, billeteras digitales, NFC, Activos Digitales desde Criptomonedas a NFT.

En los próximos años nuestro manejo del dinero será completamente diferente, ya que hoy vemos tan sólo la punta del iceberg. Y justamente es debajo del agua donde se encuentra la tecnología que sostiene este nuevo escenario de pagos. Porque la implementación de digital payments y de payment as a service implica innumerables desafíos para las entidades financieras y las empresas de procesamiento de pagos, siendo el principal la ciberseguridad.

En este punto el desafío es encontrar el equilibrio entre la protección del usuario y la facilidad de uso para que no resulte una barrera de entrada, es decir, una dificultad que excluye del sistema de pagos digitales a los usuarios que cuentan con menor nivel de conocimiento de dispositivos tecnológicos.

Por ello la solución que se está desplegando a nivel mundial y también en la Argentina para reducir la exposición al fraude es la biometría, que es la forma de validar identidad a través de patrones biométricos que son únicos e irrepetibles, como la huella dactilar, reconocimiento facial, el iris, la voz, entre otros.

Es cada vez más común que se realice la validación de identidad a través de una aplicación en el celular, tanto de las apps mobile como así también para el acceso web a cualquier sistema de pagos, lo que se llama el on boarding digital.

La gran ventaja de la biometría es que resulta en una mejor experiencia para el usuario, ya que no requiere ningún esfuerzo de su parte, no se deben recordar más claves, ni guardar tarjeta de coordenadas, ni llamar por teléfono, simplemente con “lo que soy” es suficiente, a diferencia del viejo paradigma de seguridad que conjugaba “lo que tengo con lo que sé”.

A su vez, para que esto realmente funcione se requiere una arquitectura de sistemas que procese pero que además facilite la interconexión de los diferentes jugadores. El código QR interoperable es un ejemplo de ello, uno muy visible que democratizó el sistema y lo hizo accesible a todos.

Uno de los puntos que se encuentra también en el backstage del uso de la biometría es contar con acuerdos con entes como el Renaper en la Argentina o el INE en México, para que ese dato pueda ser contrastado fehacientemente. También hay otros sistemas como IDMission que cuentan con bases de datos de más de 160 países para contrastar identidad en el proceso de validación.

Digamos que esta parte es la que completa el círculo, cuestión que se realiza en pocos segundos de forma automática cuando los sistemas contemplan estas medidas de seguridad.

Ahora bien, una vez que unimos la gigantesca transformación con el uso de biometría es posible pensar en más cambios, como ser el reemplazo de las tarjetas plásticas para pasar a pagar con mi huella dactilar o simplemente mostrando la cara. En un supermercado en Dinamarca solo podés ingresar si la cámara de reconocimiento facial detecta que estas sonriendo.

Parecería que de cara al usuario la simpleza será lo que mande, mientras que las entidades financieras, las fintech, los gobiernos, los retailers y, más aún, las empresas de procesamiento y sistemas de pagos tendrán sobre sus espaldas el desafío tecnológico de administrar la revolución digital continua.

Algunos creen que se trata solo de una cuestión generacional: los nativos digitales hacen lo que los adultos mayores de la generación silenciosa parece que no pueden. No nos engañemos, todos usamos la tecnología, todos experimentamos con biometría, incluso un adulto mayor para hacer un trámite de Fe de Vida para cobrar su jubilación. Ser del pasado no es una cuestión de edad, ser del pasado es ser de la generación del prejuicio, de no advertir que el cambio llegó hace rato.

Jorge Larravide es Gerente de Marketing y Nuevos Negocios de Credencial Payments.

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