El gobierno de Nicolás Maduro convocó a elecciones legislativas, pero con un condimento explosivo: por primera vez, se elegirán autoridades para el Esequibo, un territorio de 160 mil km2 que Venezuela reclama como propio, aunque desde hace más de un siglo es administrado por Guyana.
Se votarán ocho diputados a la Asamblea Nacional y siete miembros de un consejo legislativo. También un gobernador. Todo desde Sifontes, en el estado de Bolívar, al sur del país, junto a la frontera con Brasil. Allí, el 98% de los votantes habilitados son venezolanos que no viven en el Esequibo.
El territorio en disputa habla mayoritariamente inglés, tiene una fuerte presencia indígena y una riqueza natural clave: petróleo, oro, diamantes y acceso al Atlántico. Solo en petróleo, Guyana produce hoy más de 650 mil barriles diarios.
Desde Georgetown, el gobierno guyanés advirtió que votar en estas elecciones es como avalar un intento de “golpe de Estado pasivo”, y amenazó con cargos de traición para quienes participen.
Mientras tanto, la oposición venezolana está dividida. María Corina Machado y la Plataforma Unitaria decidieron no participar de ninguna de las elecciones convocadas este domingo en todo el país, alegando que no existen garantías electorales reales. En cambio, Henrique Capriles, después de haber sido habilitado por la Contraloría, se postulará como diputado. Su propio partido, Primero Justicia, lo expulsó por considerar que traicionó la estrategia opositora de unidad.
El chavismo, en cambio, avanza firme: ya celebró un referéndum en 2023, creó oficialmente la “Guayana Esequiba” como el estado número 24 y promulgó una ley de defensa del territorio. Maduro promete “recuperarlo completamente”.
La Corte Internacional de Justicia pidió que Venezuela suspenda la elección. Caracas no reconoce su autoridad. Pero el mensaje de La Haya fue claro: estas acciones aumentan el riesgo real de que Venezuela busque ejercer soberanía por la fuerza.
Una vez más, el mundo mira incrédulo una elección en Venezuela. Pero esta vez, no se trata solo de votos, sino de hasta dónde está dispuesto a extender sus fronteras el chavismo.