El presidente Javier Milei recibió este sábado el aplauso de buena parte del sector de poder más concentrado de nuestro país cuando anunció una baja permanente en las retenciones de los granos -incluida la soja- en el acto de apertura de exposición anual de la Sociedad Rural Argentina. Sucedió después de semanas de tironeos y presiones de las patronales agrarias no sólo por los derechos de exportación, sino también por el desguace del INTA y del SENASA, y hasta por el estado de abandono de las rutas por las que trasladan sus productos.
Hace pocos días Milei se había reunido con los integrantes de la mesa de enlace sin resultados a la vista hasta el anuncio de hoy. El propio presidente de la Rural, Nicolás Pino reclamó en el discurso que precedió al de el primer mandatario por los organismos oficiales, a la vez que reclamaba la eliminación de las retenciones. Hay que decirlo, es muy común en las élites vernáculas pretender pagar impuestos y obligaciones como en Paraguay pero tener prestaciones como en Noruega. La mención del hermano país por parte de este columnista no es antojadiza. El establishment nacional ha convertido a los guaraníes en una potencia sojera y en un boom inmobiliario a fuerza de evadir impuestos aquí.
Y no es el agropecuario el único sector en el que los empresarios conviven con esta contradicción entre sus exigencias y su predisposición a aportar. Hace unos meses, Marcelo Alvarez, director para Latinoamérica de Barrick Gold -que opera la mina Veladero en San Juan- aseguró "Con el RIGI no alcanza. La inversión en Argentina es mucho más compleja que hacerla en Chile. Entonces, el inversor entre ir a Chile que ya tiene la infraestructura o venir a Argentina que tiene que construir las rutas y su propia línea eléctrica, va a tomar la decisión de ir a un país donde eso ya está".
La componenda anti popular
Más allá de esto y volviendo al campo, está claro que las presiones continuarán y serán acatadas por un gobierno que sabe que para encarar las reformas antipopulares que viene haciendo, necesita del continuo apoyo de quienes lo patrocinan. Es por eso que la única respuesta de Milei a las escandalosas declaraciones que hizo en el Senado norteamericano Peter Lamelas, el nominado embajador de ese país en la Argentina, fue retuitear a una foto en la que posa con el médico cubano en Mar-a-lago, la residencia de Donald Trump.
Lamelas anticipó que buscará protagonizar una intromisión insólita en los asuntos de la Argentina en casi todos sus niveles. Aseguró que presionará a los gobernadores para que no se asocien comercialmente con China y que buscará influir en las elecciones para que los libertarios sigan en el poder. También negó la soberanía argentina sobre Malvinas y se ofreció para colaborar con la gestión británica de las islas.
Peter Lamelas con Javier Milei
Pero, además de todo esto, Peter Lamelas aseguró que su rol también es garantizar que Cristina Kirchner “reciba la justicia que merece”. Un eufemismo anglicista para afirmar que Cristina debe recibir su merecido, continuar condenada y fuera de la vida política activa de nuestro país. Sugestivamente, también Pino celebró -desde su púlpito en la Rural- que la ex presidenta esté presa.
La componenda es evidente. Como en otros momentos de la historia argentina, los poderes concentrados se aúnan para garantizar que quede el camino allanado para quienes defenderán férreamente sus intereses dando la espalda a los derechos de las mayorías. Para eso tienen que reducir al raquitismo a la oposición y encapsular a sus líderes, para que cuando la creciente impopularidad de Javier Milei se convierta en mayoría, no haya nadie para captarla y convertirla en votos.
El desafío del peronismo
La apuesta es que el descontento se convierta en abstención y no en apoyo a una alternativa popular. El peronismo está haciendo un enorme esfuerzo en la provincia de Buenos Aires para suturar heridas, dejar atrás rencores y conjurar todos los cantos de sirena que desde los poderes permanentes les llegan a sus dirigentes para que rompan la unidad. Si la empresa será exitosa parece algo difícil de anticipar porque todas las condiciones juegan en contra. Pero lo que sí está claro es que quienes hoy han sido personeros o celebran la proscripción de Cristina Kirchner no mensuran el alcance de la ilegitimidad a la que condenan a todo el sistema político.
Magario Kicillof Mayra Mendoza
Y, está probado, cuando los movimientos de descontento social no encuentran canales garantizados por las instituciones democráticas, cuando incluso son reprimidos por el poder, las formas que encuentra para expresarse son más caóticas y violentas pero además, terminan alcanzando a todos. La inestabilidad política durante los 18 años de proscripción de Perón lo demuestran. Mientras tanto, en el final del discurso en la Rural, el presidente se hizo cargo del dolor que su programa inflige pero apostó a la esperanza. Mientras fustigaba el concepto de “donde hay una necesidad, hay un derecho” frente a un tribuna plagada de ricos, prometió que este plan de ajuste es para los más pobres y los jóvenes pero que tienen que tener paciencia.