Hace 25 años murió el primer y único obispo católico que se enamoró y se casó. Encima, de una viuda con seis hijas. Pero antes de enamorarse de Clelia Luro, quien era su coequiper por la bendición que había dado el obispo brasileño emblema de los pobres, Helder Cámara, monseñor Podestá tenía una prometedora carrera eclesial.
No sólo lideraba el pastoreo en la diócesis de Avellaneda (en ese momento abrazaba los municipios de Avellaneda, Lanús, también Quilmes, Berazategui, y Florencia Varela) donde los trabajadores eran en su mayoría peronista del industrializado conurbano bonaerense. Por esos años Podestá alentaba a las llamadas comunidades de base y los curas obreros, además había sido unos de los pocos argentinos en ser parte del Concilio Vaticano II. El Papa Juan XXIII lo hizo Sucesor de Pedro, es decir obispo. Su origen familiar de alta alcurnia y su alto nivel en el carrerismo eclesial lo perfilaba un pastor conservador, no uno con olor a oveja y en salida.
Era la década del ’60, la política era una ebullición de militancia sindical, política, sobre todo juvenil, y en el ámbito cultural. El dos veces presidente Juan Domingo Perón estaba en el exilio. No lo dejaban volver a su patria el poder económico y militar, gobernaba de facto Juan Carlos Onganía. Entonces se luchaba por la PV, Perón Vuelve.
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Fue a fines del año ’66, en Mar del Plata, que monseñor Podestá de 46 años conoce a Clelia Luro de 39, que trataba de resguardar a un cura que sufría de alcoholismo. Clelia había estado casada diez años con un sobrino del terrateniente salteño Robustiano Patrón Costas.
Algo impensado para estos tiempos fue que el obispo de Avellaneda convocó a un acto en el Luna Park para predicar un documento papal. Era la encíclica “Populorum Progressio”, es decir el desarrollo de los pueblos, que en 1967 el Papa (hoy santo) Pablo VI hablaba de la cooperación entre las naciones y el desarrollo integral de los pueblos. Para los Milei de este tiempo es puro populismo o izquierdismo.
En ese momento el general Onganía definió a Podestá como el principal enemigo de su gobierno dictatorial y pidió a la jerarquía eclesiástica que lo silenciara. Los monseñores Plaza, Tortolo y el nuncio (embajador del Papa) Mozzoni presionaron hasta que lograron su renuncia. “Yo les pedí que lo hicieran callar, no renunciar”, reconoció más tarde Onganía.
Obligado a renunciar a su obispado en 1967 y suspendido a divinis por el Vaticano, contrajo matrimonio con Clelia Luro con quien fundó y dirigió la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados.
En 1972, Podestá fue suspendido de su estado clerical, y en ese mismo año se casó con Clelia. Monseñor era tan popular, que Alberto J. Armando y Luis Saccol, presidentes de Boca y Racing, le ofrecieron la presidencia de la Asociación de Fútbol Argentina (AFA).
“Hasta que dejé la diócesis”, confesó Podestá “no tuve relaciones íntimas. Era una gran amistad y una profunda influencia, reconozco que nos amábamos verdaderamente”.
Clelia y Jerónimos por las amenazas de muerte de la Triple A debieron ir al exilio en el año 1974. Juntos sufrieron la pobreza, la persecución y el exilio en Roma, México y Perú. Existe una foto que retrata esa época. Se lo ve a Podestá de ojos saltones, saco y corbata, junto al periodista Vicente Zito Lima, y delante con las manos cruzadas y parado hablando el cura villero, Carlos Múgica, y a su lado el escritor Julio Cortázar.
La pareja al volver del exilio militó con fervor en el movimiento de derechos humanos, pero centró sus esfuerzos en la lucha contra el celibato obligatorio de los sacerdotes. Podestá, junto a Clelia, lanzaron la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados y sus Esposas, que a nivel mundial llegó a representar a miles de sacerdotes.
Ambos usaban una frase del sacerdote jesuita Teilhard de Chardin para explicar el amor que los unía: “No es mirarnos uno en el otro sino mirar los dos juntos hacia arriba y hacia adelante”.
La amistad con Bergoglio
“Bergoglio lo asistió con los sacramentos (la eucaristía, la unción de los enfermos y la extremaunción en la terapia de la Clínica San Camilo. Se hizo amigo de la viuda a quien llamaba todos los domingos, incluso cuando asumió como papa Francisco”, confiesa para este artículo un sacerdote casado, Guillermo Schefer.
En épocas donde el arzobispo porteño y cardenal era falsamente acusado de complicidad con la última dictadura militar, Clelia Luro de Podestá contaba a quienes la visitaban en su vieja casona de la avenida Gaona, a pocas cuadras del monumento Cid Campeador, en el barrio porteño de Caballito, que Bergoglio la había defendido de los ataques más agudos del Vaticano por su matrimonio con Podestá, y que era el único que reconoció públicamente la gran contribución de Podestá a la iglesia argentina. De hecho, recibió la pensión de viudez del obispo por el apoyo de quien luego sería elegido Papa y las gestiones desde el Estado Nacional del entonces Canciller, Jorge Taiana.
La esposa del obispo, Clelia, falleció el 4 de noviembre de 2013. Tuve la dicha de conocerla. Me impactó el coraje que tenía y sus expresiones, los insultos daban rienda suelta a sus indignaciones políticas y eclesiales. Fue Bergoglio, luego Francisco, quien le puso la oreja. La escuchaba siempre.
Cristina y Clelia
También fue Cristina Kirchner quien recibió a la viuda de Podestá, a su hija y un amigo muy cercano. Eso ocurrió una noche del año 2013. Al poco tiempo que Bergoglio se convirtió en Francisco.
“Fueron dos horas de conversación de Cristina y nosotros tres (Clelia y Clelia hija) luego de la presentación en la Feria del Libro que hicimos del libro ‘Testimonios de 50 años de lucha política y eclesial. Las cartas de Clelia y Jerónimo Podestá’, con prólogo del teólogo brasileño, Leonardo Boff”, explicó a C5N, Guillermo Robledo del Observatorio de la Riqueza, quien contó que existió una miniserie sobre la vida de Jerónimo y Clelia, donde actuó Mercedes Morán que hacía de Clelia, en el ciclo conocido “Amores con Historia,” de 70 capítulos de la Televisión Pública.
“Cristina adora a Clelia y a Jerónimo, eran sus referentes, mucho más que a Múgica (por el cura villero emblema en los ’70), por todo el tema del celibato y las mujeres”, agregó Robledo quien reveló que Cristina le dice a Clelia: ‘te mandé a llamar por la foto de él recostado en tu hombro. Me impactó. Busqué en las fotos que tengo con Néstor. Siempre es al revés. Estoy recostada en el hombro de él. No tengo una como la tuya. Quiero que me cuentes tu historia a fondo’. Fue entonces que Clelia contaba con detalles y ella (por Cristina) iba preguntando. Todo en el salón privado de la Casa Rosada”, dijo a este medio Robledo, testigo directo del extenso diálogo en la casa de Gobierno.
Un encuentro que terminó con Cristina llamando a su entonces secretario de la Presidencia, Óscar Parrilli. Allí le confió que la Argentina ganaría su tercer Oscar si se hiciera la película con la historia de Jerónimo y Clelia , “por la cuestión de amor, el celibato, lo social, su lucha por Malvinas, los derechos humanos, contra la dictadura y por los presos políticos”.