Los religiosos fajados

En las altas esferas eclesiales aún no han defendido públicamente a los curas. El operativo con tres fuerzas federales en el Congreso por los jubilados escala en violencia. El salario mínimo no alcanza los $300 mil.

Son varios y no siempre van con la indumentaria de religiosos. Con la estola se vuelven visibles o como el franciscano Rodolfo Viano con su hábito marrón y cordón blanco a la cintura. Rezan entre los escudos de la infantería de tres fuerzas federales y los laicos o ateos manifestantes, sean jubilados o quienes se solidarizan con ellos. Son sacerdotes y diáconos, como Ricky Carrizo, de los barrios populares, sobre todo de un grupo conocido con el nombre Curas en Opción por los Pobres, la sigla OPP. La mayoría llega desde el Conurbano. Católicos, pero este último miércoles llegaron los pastores evangelistas de la Mesa Ecuménica, Pastoral Social Evangélica y la FAIE, Federación Argentina de Iglesias Evangélicas.

Viene participando cada miércoles. Este último fue más enfático en los castigos, con gases, palos y escudos. No es el primer miércoles que fueron fajados. Pero parece que la represión crece en violencia.

El último de los mohicanos es El Chueco. Es sacerdote obrero de la Ciudad de Buenos Aires. De la villa famosa como Ciudad Oculta. Es albañil. Hincha de Chicago. Depende de la arquidiócesis que comanda Jorge Ignacio García Cuerva. Hoy ya estaba laburando. De golpes sabe por las obras.

Andaban laicos con la imagen de la Virgen de Luján en andas junto a otra imagen más pequeña, de su fiel cuidador, el Negro Manuel. Uno de los peregrinos llevaba un piluso en la cabeza y la remera de la selección de fútbol argentina, era el ex secretario general de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), Esteban “Gringo” Castro. Se sumaron otros dirigentes sociales, como Nico Caropresi del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y Norma Morales de Barrios de Pie. Todos gaseados.

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El obispo de la diócesis de Merlo-Moreno, Juan José Chaparro, se solidarizó este jueves, por la mañana, en misa por los curas gaseados. Otro monseñor decía fuera de micrófonos a cierta periodista que Paco Olveira no era cura. Molestan. A veces algunos clérigos los ningunean.

Los manifestantes eran un puñado. Los viejos jubilados de siempre. Pero el operativo incluyó la vereda donde gasearon y golpearon para correrlos de avenida Rivadavia hacia Bartolomé Mitre.

No es buen augurio lo que viene el próximo miércoles. El gobierno no afloja. Los religiosos prometen que volverán. ¿Se espera una tragedia?

El canon de la Iglesia católica en su número 384 dice: “El obispo diocesano atienda con peculiar solicitud a los presbíteros, a quienes debe oír como a sus cooperadores y consejeros, defienda sus derechos y cuide de que cumplan debidamente las obligaciones propias de su estado, y de que dispongan de aquellos medios e instituciones que necesitan para el incremento de su vida espiritual e intelectual: y procurar también que sea provea, conforme a la norma del derecho, a su honesta sustentación y asistencia social”.

El diácono Carrizo posteó a Santo Tomás de Aquino por su reflexión donde habla de la indignación: “El que no se enoja cuando hay causa justa para enojarse es inmoral. Porque el enojo busca el bien de la justicia. Y si puede vivir en medio de la injusticia sin enojo, eres inmoral además de injusto”.

El fallecido Papa Francisco más directo: “Prefiero una iglesia accidentada por salir a la calle, que enferma por encerrarse”.

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