Existen más de 500 adaptaciones de la novela Drácula de Bram Stoker. Se trata de uno de los personajes que más reversiones ha tenido en la pantalla: desde el lado del terror, del humor y adaptaciones mucho más fieles al libro. Ahora, Luc Besson -director conocido por El perfecto asesino (1994), El quinto elemento (1997) y Nikita (1990)- ha decidido hacer su propia versión del personaje, pero con una mirada diferente a las tradicionales: este Drácula es mucho más humano… y más romántico.
Protagonizada por Caleb Landry Jones, Christoph Waltz, Matilda De Angelis y Zoë Bleu, Drácula: una historia de amor se centra en un príncipe del siglo XV que, tras la muerte de su esposa, renuncia a Dios y se convierte en un vampiro. Siglos más tarde, en el Londres del siglo XIX, ve a una mujer muy parecida a su difunta esposa y decide perseguirla, al punto de sellar así su propio destino.
Drácula de Luc Besson
Caleb Landry Jones protagoniza la historia dando vida a un Drácula intenso y romántico.
La película tiene una duración de 129 minutos que no aburren para nada y que tiene muchos aspectos técnicos a destacar, desde la banda sonora (compuesta por Danny Elfman), el vestuario (por Corinne Bruand), el maquillaje (por Julia Floch Carbonel) y el diseño de producción (a cargo de Hugues Tissandier). Posee una estética oscura y romántica, con claros guiños al cine gótico clásico, que resulta hipnótica.
Este Drácula, interpretado por un talentosísimo Caleb Landry Jones (Dogman, ¡Huye!, Nitram), es mucho más romántico y mucho más humano. Su interpretación se aleja del típico villano para exponer a un ser complejo, atrapado entre el enamoramiento y la condena eterna, ya que se muestra perturbador, pero a la vez, vulnerable. Este Drácula ama y sufre con la misma intensidad con la que se alimenta, y eso es lo “jugoso” de esta historia.
El resto del reparto lo acompaña muy bien. Zoë Bleu interpreta a su propuesta amorosa, Elisabeta/Mina; Christoph Waltz le da vida al sacerdote; Matilda De Angelis encarna a María; Guillaume de Tonquédec, al doctor Dumont y Ewens Abid, a Jonathan Harker. Sin sobresalir individualmente, cada uno aporta lo justo y necesario con sus interpretaciones.
Drácula (2025)
Zoë Bleu interpreta a Elisabeta/Mina, el gran interés amoroso del vampiro.
En definitiva, es una reversión acertada. Su gran despliegue visual construye esa atmósfera oscura, sin dejar de lado la carga emocional que sostiene la trama. Luc Besson se la juega y logra una entrega sólida en la que presenta a un Drácula más íntimo que aterrador. Esta producción genera una experiencia que más que asustar, seduce.
Drácula: una historia de amor ya está disponible en cines.