El presidente Javier Milei pasará 10 días fuera del país, en una gira que lo llevó a Italia y por la que también visitará España, Francia e Israel. Su agenda, que mezclará algunos encuentros de Estado importantes con citas que obedecen a sus intereses personales, lo tendrá fuera de nuestro país en un momento que tiene elementos clave para el futuro inmediato.
Por un lado, el gobierno intentará destrabar desde el lunes la creciente tensión que se ha instalado con los gobernadores por la caída de la coparticipación -ingreso fundamental para las arcas provinciales-, el reclamo para que se reactiven los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) y el mantenimiento de rutas nacionales y obras públicas de infraestructura. Esta última exigencia no es menor.
La gestión Milei ha hecho todo lo posible por desembarazarse de sus obligaciones federales y esto comienza a tener un impacto muy concreto. En el caso de obras como rutas y puentes, los perjuicios en la seguridad vial pero también en lo económico son más que evidente. Por un lado, un país que tiene una tasa de mortalidad muy alta por accidentes de tránsito no puede permitirse el deterioro que sufren sus rutas. Por otro, que rutas tan importantes para sector productivo como la 3 o la 14 se estén volviendo intransitables genera un perjuicio económico inconmensurable.
Si el menemismo desmanteló la red de ferrocarriles y condenó a la Argentina a que su transporte de cargas se realice casi exclusivamente en camiones, el abandono de la obra pública por parte del libertarismo da un paso más hacia un país literalmente inviable para el sector productivo.
Hace unas semanas, en un encuentro empresarial fue Marcelo Álvarez, el director para Latinoamérica de Barrick Gold, quien lo expresó con claridad. El CEO de la minera de oro más grande del mundo, que opera la mina Veladero en San Juan, lo dijo sin vueltas: "Con el RIGI no alcanza. La inversión en Argentina es mucho más compleja que hacerla en Chile. Entonces, el inversor entre ir a Chile que ya tiene la infraestructura o venir a Argentina que tiene que construir las rutas y su propia línea eléctrica, va a tomar la decisión de ir a un país donde eso ya está".
Aún cuando el gobierno de Javier Milei vino a proponer la reprimarización de la economía y la extranjerización de los recursos naturales, ese plan también requiere de inversión en infraestructura. El desinterés por la gestión, base del reclamo de los gobernadores, tiene consecuencias menos concretas pero igualmente peligrosas. El abandono federal genera cierta desintegración nacional ya instalada que vuelve a la Argentina una confederación de provincias y hasta de municipios, que se despreocupan por el rumbo conjunto y pierden de vista el horizonte de un destino común.
Mientras tanto y con Milei en Europa, su hermana y otros operadores negocian con el PRO para la absorción final de su espacio por parte de La Libertad Avanza en condiciones draconianas. Hasta ahora, Karina Milei no le ha dado a los amarillos nada de lo que pedían inicialmente. Ni lugares preponderantes en las listas provinciales, ni espacio para los cuatro diputados nacionales que necesitan renovar su banca -salvo para Diego Santilli- ni la potestad para que los intendentes macristas armen las listas de concejales en los distritos que gobiernan.
Esto último parece poco importante pero genera muchos inconvenientes porque muchos de los legisladores municipales que LLA quiere instalar son vistos como opositores acérrimos por los mandatorios PRO. Todos repiten que habrá acuerdo porque si eso sucede, el triunfo en la provincia parece garantizado pero el modo en el que se llegará a las condiciones de ese acuerdo no está demasiado claro.
En la vereda de enfrente, el peronismo se enfrenta a un momento muy crítico de su historia y Cristina Kirchner parece ser la que mejor lo entiende. Su anuncio del lunes en C5N de que será candidata a diputada provincial por la Tercera Sección Electoral dinamizó una cantidad de fuerzas -de las buenas y de las malas- que parecían adormecidas. Por un lado, sirvió para ordenar la insólita interna de su espacio con el del gobernador Axel Kicilloff.
Luego de una charla telefónica y un encuentro personal se encarriló un camino a la unidad entre facciones cuyas diferencias no son de proyecto de país ni de mirada acerca de cómo pararse frente a Javier Milei sino que vienen dadas por las heridas que producen años de camino en común. “Yo me reúno con los que se quieren reunir conmigo” decía Cristina a su entorno hasta el jueves.
El reencuentro no es el final de una crisis sino el comienzo de una solución posible y no se da en cualquier momento. Tanto desde los medios hegemónicos como desde el Instituto Patria creen que la detención de Cristina es inminente, lo que reconfiguraría no sólo el panorama de Unión por la Patria, sino de todo el sistema político. Y quizás un poco más, de todo el sistema republicano.
Si la Corte -en tiempo récord- permite que quede firme la condena en una causa como la de Vialidad, plagada de irregularidades, con un endeblez probatoria alarmante y que parece más decidida en los medios que en los juzgados, sucederá algo más grave que la detención de la dirigente política viva más importante del siglo XXI. Se tratará de un escándalo institucional que puede arrastrar incluso a los que celebran de antemano.
La anomia que puede derivar de la percepción social de que “la casta” decide a sus espaldas en los tres poderes y en medio de un ajuste fenomenal, puede volver como un bumerán para quienes hoy propician estas arbitrariedades. En privado, Cristina asegura “Si pienso en la Corte, no puedo hacer mi trabajo político”. En público todo su espacio está alerta. En su discurso en Paso de los libres, la ex presidenta lanzó un desafío: “si estoy tan acorralada como dicen, por qué no me dejan competir y quieren meterme presa?