La derecha iberoamericana se reunió en Buenos Aires para brindar su apoyo a Juntos por el Cambio en las próximas elecciones y, de paso, ayudar a que Patricia Bullrich recupere el monopolio de la oposición, perdido a manos de Milei en las PASO.
La derecha iberoamericana se reunió en Buenos Aires para brindar su apoyo a Juntos por el Cambio en las próximas elecciones y, de paso, ayudar a que Patricia Bullrich recupere el monopolio de la oposición, perdido a manos de Milei en las PASO.
Es por eso que en la Legislatura porteña se reunió buena parte de la flor y nata de los dirigentes neoliberales de la región y España que, desde comienzos de este año, formaron un grupo que apunta contra el Foro de San Pablo y el Grupo de Puebla, pero, también, contra los “populismos de derecha”. Entre los disertantes estuvieron los exmandatarios Piñera (Chile), Mario Abdo (Paraguay), Vicente Fox (México), Guillermo Lasso (Ecuador), Iván Duque, Andrés Pastrana (Colombia) y José María Aznar y Mariano Rajoy (España), fundadores del grupo “Libertad y Democracia”.
El propio Piñera abrió el encuentro señalando a Bullrich como “la próxima presidenta de la Argentina” y trazó diferencias con Milei en entrevistas periodísticas previas. El grupo, de hecho, se ha formado tomando nota del modo en que liderazgos de ultraderecha como los de José Antonio Cast en Chile y Santiago Abascal en España amenazan de modo cada vez más creciente con competir en el favor del electorado.
La propia Bullrich sintetizó de modo tajante el momento crítico en el que el espacio se encuentra con una discutible metáfora bélica: “Este es el paso histórico, es la batalla final contra un kirchnerismo que está debilitado. Y cuando ya estamos desembarcando en Normandía, no nos vamos a correr para que intente llegar al gobierno un grupo nuevo (por La Libertad Avanza), que tiene derecho, pero no va a tener la espalda, el coraje y el temperamento de decir ‘basta, nunca más nos van a impedir gobernar’. Porque si esto es así, este poder (el kirchnerismo) vuelve rápido”.
A este apoyo internacional, Bullrich le ha sumado el demorado, pero ahora decidido, acompañamiento de Mauricio Macri, que entró con ella a la reunión organizada por la Fundación Libertad.
Fue el segundo gesto de esta semana, porque el expresidente ya había estado recorriendo la provincia de Córdoba pidiendo el voto a su exministra de Seguridad. Macri ha recibido el pedido explícito de altos dirigentes cambiemitas de que abandone cualquier flirteo con el líder libertario y apoye abiertamente a Bullrich.
El temor de no entrar al ballotage es muy concreto en JxC. La última encuesta publicada por Celag Argentina ubica a Bullrich tercera con 28,1 %, detrás de Milei que tiene una intención de voto de 33,2% y Massa con 32,2%. Desde ya que el escenario es aún muy cerrado y que falta un mes para la primera vuelta, pero los números de la consultora que más cerca estuvo de predecir el resultado de la primaria muestran una tendencia que se ve en la propia campaña: que la estrategia de confrontar solo con el peronismo es insuficiente, sobre todo teniendo en cuenta que quien le resta votos al macrismo es Milei y no Massa.
Es por eso que Macri accedió a ir despegándose gradualmente del libertario, al menos hasta octubre. De hecho, criticó a Milei en su discurso hablando de “ofertas autocráticas combinadas con populismo". "Terminemos con esto de 'la independencia de los poderes, denme todo el poder y les garantizo soluciones rápidas'. Se basan en una narrativa poderosa, basada en el resentimiento, en sacarles a unos para darles a otros, destruyendo el valor de la meritocracia", agregó el exmandatario.
A la salida, aseguró, además, que “gobernar solo es muy difícil”, aludiendo a un posible enojo del líder de LLA por sus dichos. El apoyo de los líderes de la derecha iberoamericana y el de Macri van de la mano. En marzo de 2012, buena parte de los dirigentes de derecha de la región recibió a José María Aznar en un acto que no solo tuvo lamentos por lo relegado que estaba el neoliberalismo en nuestra región, sino que también anticipaba revancha. En alguna medida, lo consiguió. Pocos meses después, Sebastián Piñera se convertía en presidente de Chile y Macri se perfilaba como fuerte candidato a la primera magistratura de nuestro país.
En la semana, Patricia Bullrich consiguió otro triunfo que le da esperanza a la hora de revitalizar su alicaída campaña.
Este miércoles, hacia el final del almuerzo que organizó el Consejo para el Comercio y la Producción (Cicyp), Eduardo Eunrekian, dueño de Aeropuertos y uno de los empresarios más influyentes de nuestro país, elogió públicamente a Patricia Bullrich, invitada al encuentro que reunió al círculo rojo vernáculo. Eurnekian, antiguo empleador y patrocinante de la carrera de Javier Milei, jugó fuerte después también: en los pasillos, mientras lo esperaban los medios, aseguró que si Milei "no se modera, no estamos para aguantar otro dictador".
Quizás por esta percepción de que los sectores de la economía concentrada la siguen eligiendo, quizás por la certeza de que el apoyo popular no llega con la sola apuesta al antikirchnerismo, el equipo de Bullrich apuesta a comenzar a confrontar con Milei y eligen el primer debate presidencial que se realizará el primero de octubre en Santiago del Estero como el mojón de inicio de la segunda parte de la campaña corta para lograr entrar al ballotage.
La hipótesis implica varias suposiciones. La primera es que el voto a Milei fue una expresión de queja de la sociedad y que hay un 5% que se puede recuperar. “La interna nos hizo mal”, se dice en JxC y algo de esta esperanza no apoyada en ninguna encuesta sobrevoló los pasillos de la Legislatura en el encuentro de los capitostes neoliberales iberoamericanos. La otra es que el peronismo puede recuperar otro 5% en las provincias del norte y el conurbano y así relegar a los libertarios al tercer lugar. Esto parece tan improbable como lo anterior, al menos en esa magnitud.
Lo que quedó claro en el encuentro es que la derecha de nuestros países se debate entre encontrar nuevas ideas que enriquezcan campañas solo basadas en oponerse a los “populismos” o aceptar tener que compartir y hasta acompañar en un rol secundario a otros liderazgos más eficientes en eso.