Cinco desafíos educativos para la inclusión laboral de los jóvenes

Septiembre es un mes que reúne una serie de efemérides vinculadas al sector educativo. Este marco, nos invita a reflexionar sobre las dimensiones que es necesario revisar para que los sistemas educativos acompañen a los jóvenes.

“Los alumnos que ingresan a las escuelas hoy tendrán un empleo que aún no se inventó”. Esta afirmación es cada vez más frecuente en los espacios de discusión sobre el futuro laboral de los jóvenes. Si bien no hay certezas de que esto sea así, invita a pensar en los desafíos de acortar las brechas entre la oferta educativa y los perfiles requeridos por el sistema productivo, sobre todo en un proceso de transformación acelerado por el avance de las tecnologías digitales y la pandemia.

En la actualidad, un 14% (811.902) de los jóvenes de entre 18 y 30 años que no estudian, no trabajan ni buscan trabajo (Ni-Ni-Ni). De ese universo: un 71% está representado por mujeres y un 29% por varones. Lo preocupante: un 38% no finalizó la educación obligatoria. ¿Cómo acompañarlos para que terminen sus estudios? ¿Cómo hacer que la escuela sea un espacio de construcción de oportunidades? ¿Qué habilidades necesitan desarrollar para poder mejorar su inclusión laboral?

Según el informe “Argentina 2030. Educación y Trabajo”, elaborado por la Jefatura de Gabinete de la Nación, se afirma que, si bien la educación es una herramienta fundamental para la inclusión social, es también el principal instrumento para generar movilidad social ascendente que iguale oportunidades más allá del origen socioeconómico de sus ciudadanos.

Pensar en cómo serán los empleos en los que se desempeñarán los alumnos que hoy ingresan al sistema educativo, no significa adivinar cuáles y cómo serán, sino cómo se puede acompañar a todos los alumnos para que desarrollen las capacidades y habilidades que les permitirán adaptarse a los cambios que se dan en el ámbito laboral. El razonamiento lógico, las habilidades socioemocionales, la capacidad de trabajo en equipo y la expresividad visual son algunos ejemplos de lo que las escuelas hoy están buscando fortalecer en sus alumnos

En esta nota se proponen cinco desafíos a la hora de pensar la vinculación entre el mundo de la educación y el del trabajo:

  • Desigualdad de oportunidades

Según el informe “¿Por qué crear empleo no basta? Las barreras culturales y sociales: cómo reducir las brechas de oportunidades en el mercado de trabajo”, elaborado en el marco de la iniciativa “Futuro del Trabajo” las estadísticas confirman que la juventud es uno de los grupos etarios más afectados en materia de empleo. Según el INDEC, en Argentina, la tasa de desocupación juvenil (19,3%) es 3 veces más alta que la de adultos (6,7%).

Esto se traduce en casi 700 mil jóvenes entre 18 y 30 años que buscan empleo y no consiguen. Y entre quienes sí trabajan (2,9 millones), hay un 40% (1,2 millones) que está en relación de dependencia en condiciones de informalidad.

Algunas de las barreras a la hora de pensar en el acceso a un empleo de calidad son visibles. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Jóvenes realizada en 2014, entre aquellos jóvenes de entre 15 y 29 años que abandonaron sus estudios secundarios, 3 de cada 10 lo hicieron porque “tuvieron que trabajar” y 2 de cada 10 porque “no les gustaba estudiar o no les servía”.

Pero dejar la escuela para trabajar, por necesidad o elección, siempre es una trampa. No solo porque mayores credenciales educativas se traducen en más y mejores posibilidades de conseguir un empleo formal en el futuro próximo, sino también porque el abandono escolar tiene efectos negativos sobre el autoestima y el proyecto de vida personal.

Luciana Alonso, Directora de Eutopía, una red federal de transformación escolar, agrega que la propuesta escolar actual se encuentra alejada de los intereses, búsquedas, formas de comunicarse y construir conocimiento de los jóvenes. “Esta experiencia de desencuentro cultural, dificulta que los estudiantes descubran el profundo sentido de aprender. Los alumnos necesitan propuestas escolares que les otorguen protagonismo, autonomía y diversas oportunidades de desarrollar las habilidades y aprendizajes necesarios para la vida, en el marco de una cultura colaborativa, abierta y digital”.

En este aspecto, las poblaciones más vulnerables tienen menos oportunidades de acceder a un empleo de calidad y de afrontar cambios en el sector productivo que requieran de una mayor calificación profesional. El índice de equidad frente al riesgo de automatización entre los ocupados con mayor y menor nivel educativo es de 0,69, es decir que las personas con secundaria incompleta o menos enfrentan un 31% más de riesgo de automatización que las personas con secundaria completa o más.

Incluso con trabajo, en la Argentina los jóvenes siguen siendo pobres. El 37% de los jóvenes de entre 18 y 30 años que trabajan percibe un ingreso inferior al salario mínimo, vital y móvil, cifra que alcanza al 86% de los jóvenes trabajadores entre 15 y 17 años.

  • Brechas de expectativas

“Hay mucha evidencia internacional que da cuenta de una revolución tecnológica que exige a los alumnos nuevas habilidades y conocimientos, y que el mejor camino para adquirirlos es a través de un aprendizaje concreto y práctico que los ayude a meter mano y experimentar la tecnología. Hoy un niño que entra en nuestro sistema escolar pasa, al menos, 12 años en la escuela. Sin embargo, cada 2 años (que es el término de las elecciones intermedias) hay cambios drásticos en la estructura y direccionamiento del proyecto educativo vigente. Esto es desesperante y desesperanzador, porque si hay algo que se debe hacer en educación, es mirar y pensar políticas a largo plazo, y en Argentina eso parece ser una misión imposible”, afirma Victoria Zorraquín, licenciada, profesora y especialista en Educación. Fundadora de la ONG Educere: “Docentes por un Mañana”.

En ese escenario de políticas educativas que no se sostienen en el tiempo, cuando nos detenemos en las aspiraciones laborales de los jóvenes que sí comienzan un recorrido en la educación superior, se observa que los intereses, en general, se concentran en carreras con orígenes en el siglo XX. En contraposición, siguiendo con el informe de Futuro del Trabajo y su análisis de las respuestas de los alumnos que participaron de las pruebas PISA, se afirma que los empleos con demanda a futuro no parecen captar la atención de los adolescentes en edad escolar. Es claro que los jóvenes no pueden elegir aquello que no conocen, por esa razón es clave trabajar en la difusión de ofertas novedosas con amplia oferta de empleo.

  • Brecha de habilidades

¿La escuela sigue formando a los alumnos para un mundo que ya no existe? Nuevamente el interrogante abre un campo de sentido. ¿Qué vale la pena aprender hoy en un contexto en el que los desafíos no sólo tienen que ver con evitar el colapso de la economía producto de la emergencia sanitaria global, sino además con adaptarse a las nuevas demandas y necesidades, a los cambios que propone la automatización en la mayoría de las actividades?

Si tomamos como referencia el documento “Habilidades del siglo xxi. Cuando el futuro es hoy”, elaborado por Mariana Maggio para el Foro Latinoamericano de Educación de Fundación Santillana, cuando se menciona a las habilidades del siglo XXI se tienen en cuenta las 6C: Creatividad, Comunicación, Ciudadanía, Pensamiento crítico, Carácter y Colaboración.

La incorporación de tecnologías digitales y el acceso a internet ha transformado no sólo la forma de comunicarnos sino también de aprender. Es por eso que un aprendizaje memorístico, enciclopedista, ya no es tan relevante cómo antaño. Pero esto exige pensar en cómo aprovechar esas tecnologías para fortalecer el desarrollo de habilidades que permitan apropiarse de aquéllas, para transformar el mundo en el que viven los jóvenes.

“Para poder acompañar a las nuevas generaciones en el desarrollo de habilidades que les permitan enfrentar los retos del presente y del futuro, es fundamental que la tecnología no sea considerada una solución mágica a todos los problemas. Para ello, cada uno de los actores de la comunidad educativa, tanto gobiernos, educadores, familias, organizaciones del tercer sector y empresas, debemos trabajar en conjunto para diseñar propuestas de enseñanza y aprendizaje que, potenciadas por desarrollos digitales, den lugar a procesos de mejora de las condiciones en las que los alumnos se desenvuelven. La educación STEM, más allá de su especificidad en el campo de las ciencias y la matemática, es un aspecto clave para entender cómo se transforma el mundo que nos rodea”, destacó Matías Scovotti, CEO y cofundador de Educabot.

  • Contenidos y estrategias de enseñanza

En estos tiempos donde todo está cruzado por la digitalización, es fundamental tomar conciencia y profundizar en el aprendizaje de las matemáticas, y de las disciplinas científicas, ya que éstas están presentes en todos los ámbitos. Promover aprendizajes en esta área es clave para el desarrollo de nuevas profesiones, y se puede acompañar tanto en las escuelas como al interior de las familias.

“Con Matific buscamos generar entusiasmo y mayor interés a través del juego. Queremos que los chicos de todo el mundo se relacionen con las matemáticas de una forma diferente, más divertida y dinámica. Por esa razón, impulsamos las Olimpíadas Matific 2022 para que docentes, alumnos y familias puedan encontrar en este certamen una opción para acercarse a las matemáticas, resolver desafíos, y explorar diferentes contenidos desde edades tempranas”, afirma Vanina Mendiondo, Head of Sales Latin America en Matific, una plataforma gamificada y adaptativa para el aprendizaje de las matemáticas presente en más de 60 países.

“A partir del juego, de introducir actividades con un componente lúdico alto, se cambia la relación de los alumnos con la matemática, y además se habilitan espacios donde el estudiante no siente temor a equivocarse ya que la misma plataforma lo incentiva a poder tomar ese error y usarlo para seguir avanzando y aprender”, agrega Mendiondo.

  • Articulación sectorial

Hacer que la escuela y el mundo del trabajo dialoguen, requiere de abordajes y estrategias específicas que deben estar concertadas entre diferentes sectores. Estado, Empresas y Organizaciones pueden trabajar juntos para facilitar el acceso a una educación de calidad que brinde más y mejores oportunidades a los jóvenes. Por ejemplo, desde United Way Argentina, organización que impulsa el proyecto “Oficios con futuro” con el objetivo de acompañar a los jóvenes para que terminen la escuela secundaria y obtengan certificaciones que mejores su empleabilidad, afirman que es fundamental trabajar en cinco dimensiones:

  • Desarrollar diagnósticos territoriales de la oferta productiva y de empleo
  • Diseñar una propuesta pedagógica personalizada que habilite la obtención de certificaciones intermedias vinculadas a diferentes sectores productivos estratégicos para el desarrollo local.
  • Acompañar las trayectorias de los estudiantes con tutorías con un perfil pedagógico y social, para que cuenten con el apoyo necesario para abordar este trayecto de la mejor manera.
  • Fortalecer y facilitar espacios de encuentro y participación para el diseño de estrategias de acompañamiento.

“Atender cada una de estas dimensiones nos permite potenciar las capacidades para diseñar políticas educativas y laborales basadas en acuerdos y evidencia local. De este modo, podremos generar información confiable y oportuna para el diseño colaborativo de soluciones estratégicas y articuladas que den respuesta a los problemas de empleabilidad, con visión de futuro e inclusión social”, afirma Mercedes Ferreccio, Gerente de Proyectos de United Way Argentina.

Algunos de los trabajos vinculados principalmente con la tecnología, ingeniería, cientistas y analistas de datos, marketing digital, especialistas en Inteligencia Artificial (IA), Internet de las cosas (IoT), Big Data, Robótica o Transformación digital, Desarrolladores de software y aplicaciones, se mantienen aún lejos de las prioridades de los jóvenes. Sin ir más lejos, el sector de la Economía del Conocimiento ya es el tercer sector exportador de la Argentina. Los sistemas educativos tienen un gran desafío no sólo para que las escuelas sean espacios de inclusión social, sino también un puente que ofrezca a los jóvenes la posibilidad de desarrollar sus proyectos de vida, en un escenario más justo y equitativo.

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