El café notable de casi 100 años que reabrió en Villa Santa Rita, que tuvo como clientes a Maradona, Pappo y Goyeneche

Se reinauguró el bar El Tokio, desde 1930 en la esquina de Álvarez Jonte y el pasaje Tokio, a cargo del hijo de uno de los dueños históricos. Volvió a abrir sus puertas tras una restauración que respetó su historia y quiere volver a ser el lugar de encuentro del barrio.

El patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires está de fiesta: este martes, después de muchos meses de trabajo, se reinauguró el bar notable El Tokio, en la frontera entre los barrios de Villa Santa Rita y Villa del Parque, abierto en 1930 y que cerró sus puertas a mediados de 2023. En su rica historia, pasaron por allí figuras como Diego Armando Maradona, Roberto Goyeneche y Norberto "Pappo" Napolitano.

Así, sin un gran evento de apertura, cámaras ni influencers, el café simplemente volvió a abrirse al barrio un día de semana y a recuperar su lugar de punto de encuentro. Y los vecinos acudieron al llamado.

Los principales artífices del retorno son Miguel Ángel Feas, criado en el bar al ser hijo de Jesús, el inmigrante gallego que administró El Tokio durante 50 años hasta 2002; y Martín Conte, empresario gastronómico. Se conocieron trabajando en un banco, donde las conversaciones frecuentemente derivaban hacia el histórico café. Dos años atrás, luego de que el lugar cerrara, Miguel le ofreció hacerse cargo de la reapertura. Se asociaron y pusieron en marcha los trabajos.

"El Tokio es mucho más que un comercio: es parte del tejido social y cultural del barrio"

No hay referencias japonesas en El Tokio; debe su nombre al pasaje de Villa Santa Rita que, en su cruce con Álvarez Jonte, le da cobijo desde 1930. Todo es auténticamente porteño: piso de baldosas calcáreas, ventanas guillotina, toldo metálico, sillas Thonet. También el menú: la restauración del lugar se propuso respetar la historia y la esencia del lugar. En una época en la que hay tanto que se destruye, se rompe y se demuele, este regreso es una bocanada de aire fresco y un grito de que no todo está perdido.

El mediodía del día de reapertura estalla de gente, como en las mejores épocas. Milanesas y albóndigas con puré marchan en un concierto de comida clásica que es acompañado por el bullicio de fondo, con las conversaciones de los vecinos que regresaron a su lugar de pertenencia.

Durante la tarde, el bar se llena de voces infantiles, que dibujan o juegan con el celular en las mesas junto a sus padres a la salida del colegio. El runrún de la máquina de café completa la banda de sonido.

Al finalizar la larga jornada, Conte está agotado pero feliz. "Fue un día largo, muy emotivo. Gente que vino durante 50 años acá hoy volvió y le gustó mucho cómo vieron su casa, su espacio, el bar donde paraban", cuenta a C5N.com.

El Tokio bar café Villa Santa Rita reapertura
La restauración de El Tokio mantuvo baldosas, barra, techo, puertas y otros elementos.

La restauración de El Tokio mantuvo baldosas, barra, techo, puertas y otros elementos.

"Hubo muchas lágrimas de parte de muchos clientes, de algunas familias que se acercaron que nos dieron muy buena energía, la veníamos necesitando porque la obra fue larga y ver esas caras de felicidad y de agradecimiento fue lindo, hizo que valiera la pena todo el esfuerzo", relató.

Graciela es una de las que no puede ocultar su emoción ante la reapertura. "Este bar significa mucho porque Jesús, el dueño, fue muy amigo de mi marido, Jorge Espasandín, que ya no está entre nosotros", relata, conmovida. "Hizo toda su carrera de arquitectura en este bar, estudió acá. No dejó de venir un solo día a tomar su café. Y bueno, acá nos estamos encontrando con amigos de hace más de 50 años".

Jorge fue una figura clave en la vida de El Tokio, ya que, tras el alejamiento de Jesús por cuestiones de salud, él propuso hacerse cargo del boliche para evitar el cierre y que continuara funcionando. Las historias de los vecinos pueblan los rincones del café y lo seguirán haciendo, ya que los nuevos encargados decidieron dejar las paredes mayormente vacías, para que se vayan llenando con los recuerdos de quienes los visiten a partir de ahora. "Se irán nutriendo de nuevos cuadros, nuevos dibujos, fotos, todas aportadas por habitués de siempre y por los próximos", se ilusiona Martín.

Uno de los cuadros que conforma "la nueva guardia" de las paredes del bar fue pintado por la artista Marga Fabbri, quien colocó a Jesús y Jorge en una ubicación privilegiada, sentados en una mesa en la vereda, disfrutando de esta reapertura.

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La pintura de Marga Fabbri en la celebración de la reapertura de El Tokio.

La pintura de Marga Fabbri en la celebración de la reapertura de El Tokio.

"El balance de este día es muy emotivo. Yo sabía que encarar un proyecto como este no es solo un comercio. Por supuesto que es un negocio porque todos lo hacemos para vivir de esto, pero esto es mucho más, es parte del tejido social, barrial, cultural de acá de Santa Rita, de Villa del Parque y de los barrios de alrededor", explica.

"Es una responsabilidad social el el estar al frente de esto y respetar eso, porque por supuesto, somos los dueños, pero esto le pertenece a la comunidad, es más grande que nosotros", cierra.

Una carta conectada con la esencia porteña

El relanzamiento toma postura y marca distancia del avocado toast y el latte. "La carta es clásica, es porteña, sabores que conocemos todos, sabores de casa, de abuela. Eso era lo que queríamos hacer con nuestra carta, reflejar eso, la historia porteña, los platos que la gente quiere, comer lo nuestro, pero bien hecho. Así que contento también por esa parte gastronómica", detalla Martín.

Por el momento, hasta mayo, El bar cerrará a las 20, pero luego incorporará el turno de la cena. "Hay una carta que por una cuestión de ocasión va a salir un poco más a la noche, no tanto al mediodía donde la gente por ahí está buscando una opción un poco más económica. Estamos también esperando que venga un poquito el frío porque va a haber platos de olla, guisos, para compartir. Eso va a ser también muy divertido. Así que en otoño ya seguramente arranquemos con chorizo a la pomarola, mondongo, lenteja. Va a estar va a estar lindo el invierno en El Tokio", promete.

El Tokio, parte de la historia viva de Villa Santa Rita

El Tokio abrió sus puertas por primera vez en 1930 con el nombre de Café Jonte, y rápidamente se convirtió en lugar de encuentro de los hombres del barrio, que se reunían en torno a las mesas de billar. Jesús, quien comenzó como lavacopas, se hizo cargo del lugar en 1950 y lo rebautizó El Tokio. En algún momento quiso volver a cambiarlo, esta vez por Santiago de Compostela, su ciudad natal, pero los parroquianos opusieron una resistencia tan férrea que el gallego no pudo más que mantener la referencia oriental.

En 2002, problemas con su salud empujaron a Jesús a dar un paso al costado, y dos fieles habitués, Espasandín y Ángel Álvarez, se hicieron cargo del lugar para garantizar su continuidad. Luego, la familia de Angelito, con Laura a la cabeza, continuó al frente hasta 2023.

Durante varios años, la pasión hípica llevó a que seis coloridas chaquetillas de jockeys ornamentaran las paredes. Hoy, cuelgan allí un retrato de Jesús Feas, una réplica de El triunfo de Baco del pintor español Diego Velázquez, el cuadro de Marga Fabbri y una pintura de Lionel Messi y Diego Armando Maradona alzando la Copa del Mundo.

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El Tokio abrió en 1930 con el nombre de Café Jonte.

El Tokio abrió en 1930 con el nombre de Café Jonte.

"Desde el primer momento supimos que lo que queríamos era revitalizar el espíritu porteño de El Tokio, mantener todo lo original del edificio: la carpintería, las baldosas, el techo de la vereda que es también muy característico. El piso es de 1930 y hubo un flaco que se acercó en plena obra y dijo: 'El piso está muy gastado, yo tengo alguien que puede hacer los calcáreos iguales'. Y la verdad es que no tiene sentido porque las que tienen historia son esas baldosas, gastadas o no, son las que están acá", explica Martín, en toda una declaración de principios.

Por otro lado, "la barra tiene una leve modificación respecto a la original, la sacamos un poco hacia afuera para que la gente se pueda sentar y comer, antes solo te podías acordar". "La madera que usamos para eso fue madera histórica del bar. Reciclamos madera original. Lo mismo para las mesadas que tenemos en el baño. Usamos una pinotea que estaba hace 90 años acá en el bar. Quisimos que quede acá", agregó.

Tras una pequeña pausa por el cierre, volvió El Tokio, testimonio vivo de un siglo XX que se resiste a irse, mientras mira hacia el futuro y promete ser el escenario de nuevas aventuras del barrio por otros cien años.

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