El populismo de derecha podría acceder al gobierno en Italia

Se aproxima la fecha de las elecciones en el país europeo y la extrema derecha lidera en las encuestas.

A los pocos meses de su asunción como nuevo jefe del Gobierno italiano, en 2021, Mario Draghi gran parte de la prensa internacional lo consideraba como el líder europeo más importante. En un escenario donde Angela Merkel estaba dejando su rol, luego de tantos años, y en que Macron aparecía en dificultades políticas en su país, publicaciones como el Economist y el New York Times veían en al ex Presidente del Banco Central Europeo, como el hombre que podía salvar a Europa de las dificultades económicas de la post pandemia y, de paso, contrarrestar los diversos populismos que crecían en los países de la Unión.

No obstante, su prestigio internacional, cosa no usual para un político italiano, Draghi tuvo que dimitir, hace pocas semanas, luego de un voto adverso por parte de los partidos de derecha en el parlamento italiano. Las elecciones estaban agendadas para el 2023, sin embargo, los líderes de los partidos mencionados vieron la ocasión de anticipar el voto apostando a una ventaja electoral inmediata. Y, según las encuestas, podrían estar en lo cierto.

Italia es una república parlamentaria: se eligen los integrantes del Parlamento, quienes luego otorgan la “confianza” a un gobierno. Los partidos que obtienen la mayoría en el Senado y en la Cámara de Diputados controlan al gobierno. La actual ley electoral italiana asegura un premio a los partidos que logran aliarse en coaliciones, por lo cual los tres partidos de centroderecha comienzan con una ventaja significativa en comparación con las demás fuerzas políticas, que se presentan al electorado separadamente.

Por ello muchas encuestas de los últimos días anticipan un gobierno de derecha. O, tal vez de extrema derecha: en la coalición la fuerza principal es Fratelli d’Italia, liderada por Giorgia Meloni. Este partido cambió de nombre varias veces: hasta los años 90 se llamaba “Movimento Sociale Italiano”, fundado luego de la segunda guerra mundial por integrantes del régimen fascista de Benito Mussolini y por ello considerado un “paria” del sistema político italiano hasta 1993, cuando, con la ayuda de Berlusconi, logró participar del gobierno, si bien con un rol secundario.

Giorgia Meloni, hoy día, niega que su partido siga con elementos fascistas, sin embargo no esconde sus simpatías hacia los otros movimientos de extrema derecha en Europa, como el Frente Nacional de Le Pen en Francia, o como Victor Orban en Hungría, uno de los jefe de estado más amados por los populistas de derecha contemporáneos; quien, en la opinión de muchos comentaristas, ha desarrollado una erosión del sistema democrático en su país, limitando la capacidad de acción de la prensa y del poder judicial. Fuertes elementos de populismo no faltan en los otros dos partidos de la coalición de derecha.

Uno de ellos es Forza Italia, el partido personal de Berlusconi, quien está haciendo las mismas propuestas a los electores desde 1993: menos impuestos y más beneficios de varios tipos. El otro es la Lega de Matteo Salvini, el líder que consiguió éxitos electorales significativos en las últimas elecciones, en 2018, aprovechando (y probablemente estimulando en algunos casos) las preocupaciones y el miedo de parte del electorado por el fenómeno de la inmigración. Sin embargo, la actuación de gobierno de la Lega no ha sido brillante en estos años, porque el consenso que tiene, de acuerdo con las encuestas, se redujo de dos tercios.

En la otra parte del espectro político, el partido más fuerte es el Partido Democrático, liderado por Enrico Letta, que, de acuerdo con las encuestas, pelea el primer lugar con Fratelli d’Italia. Sin embargo, aunque resulte el ganador en términos de votos, sin alianzas con otros partidos no podrá contar con una fuerte representación en el Parlamento. El PD hubiese podido aliarse con la otra fuerza progresista, el Movimento 5 Stelle, pero el rol protagónico del Movimiento en orquestar la caída de Draghi imposibilitó la alianza. El Partido democrático ha sido la fuerza política más determinada en apoyar al gobierno italiano en el último año y medio y una coalición con un partido percibido como en contra de Draghi, no se hubiese podido presentar coherentemente al electorado.

Uno de los elementos que más preocupa, tanto en Italia como en el exterior, son las consecuencias para la posición internacional de Italia en caso de triunfo de la derecha: los tres partidos de esa coalición han mantenidos, en muchas ocasiones, una retórica de confrontación hacia la Unión Europea y hacia el Euro, la moneda única. Un gobierno italiano tibio hacia la UE, luego del Brexit, podría tener un impacto negativo para todo el continente.

Edoardo Fracanzani es integrante del Partido Democrático.

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