Estados Unidos puede utilizar el petróleo argentino para reponer su propia reserva estratégica, que se encuentran en valores históricamente mínimos. Así lo demuestran los planes anunciados de la industria petrolera norteamericana.
EE.UU no sólo recibirá petróleo para reponer sus propias reservas, sino también gas, que podrá exportar a Europa y Asia, reforzando su dominio como principal proveedor de GNL.
Estados Unidos puede utilizar el petróleo argentino para reponer su propia reserva estratégica, que se encuentran en valores históricamente mínimos. Así lo demuestran los planes anunciados de la industria petrolera norteamericana.
La administración de la Casa Blanca planea seguir comprando petróleo para reponer las reservas de combustible agotadas durante el gobierno de Joe Biden. Así lo informó Reuters con referencia a la declaración de funcionarios del Departamento de Energía.
Según datos publicados, durante 2.022, el Gobierno estadounidense vendió al mercado unos 180 millones de barriles de petróleo, lo que redujo a casi la mitad las reservas del país. Washington se vio obligado a recurrir a tal medida, en un intento de reducir los precios mundiales del crudo, para así frenar la creciente inflación. Como consecuencia, el volumen de reservas almacenadas se ha reducido a la mitad de un nivel aceptable. Las autoridades anunciaron su intención de comprar volúmenes adicionales de petróleo, tras la caída de los precios mundiales de la energía.
Sin embargo, este cálculo no se materializó. El coste del crudo en el mercado internacional sigue siendo elevado. Esto se debe al conflicto en Ucrania y al agravamiento de la situación en Oriente Medio. Como consecuencia, la anunciada reposición de la reserva estratégica avanza a un ritmo mucho más lento del previsto inicialmente. En las actuales circunstancias, Washington busca oportunidades para obtener importantes volúmenes de hidrocarburos a un precio reducido. Esto hace que las petroleras estadounidenses presten atención a América Latina, donde los recientes acontecimientos políticos indican una intensificación de la lucha por los recursos energéticos.
Las declaraciones sobre las recientes elecciones en Venezuela, no son más que otro claro intento de tener acceso a los campos petrolíferos más ricos del país. Al igual que hace varios años, Washington ha apostado por un escenario contundente de cambio de poder. La oposición proestadounidense, poco después de concluir la votación, afirmó que los resultados de las elecciones habían sido falsificados y lanzó concentraciones callejeras antigubernamentales.
La Unión Europea, Estados Unidos y sus aliados regionales en América Latina reconocieron a Edmundo González como jefe de Estado electo, repitiendo así el caso fallido del autoproclamado presidente Juan Guaido. A pesar de la presión internacional, el gobierno de Nicolás Maduro consiguió estabilizar la situación del país en pocas semanas, dando marcha atrás a los planes estadounidenses.
Sin embargo, Washington nunca pone todos los huevos en la misma cesta. Paralelamente a Venezuela, Estados Unidos trabaja en Argentina, donde a principios de año logró llevar al poder al ultraderechista libertario de Javier Milei. Tras unos meses en el cargo, el nuevo presidente fue capaz de construir las condiciones ideales para favorecer medidas tendientes a una privatización a gran escala, y una ley para proteger los derechos de los inversores extranjeros.
Ya en julio se conocieron los planes de atraer a empresas estadounidenses para explotar el mayor yacimiento petrolífero del país, Vaca Muerta. Y el 9 de agosto, el jefe de la empresa estatal de petróleo y gas YPF, Horacio Marín, presentó un proyecto de nueva ruta de transporte de petróleo que llegaría hasta la costa atlántica del país. Estos planes incluyen el tendido de un oleoducto, así como la construcción de terminales petroleras y de GNL, que permitirán la exportación de hidrocarburos. Se prevé que el inicio de las obras, financiadas en un 50% por la estadounidense Energy Transfer, comience en septiembre y finalice en julio de 2026.
EE.UU no sólo recibirá petróleo para reponer sus propias reservas, sino también gas, que podrá exportar a Europa y Asia, reforzando su dominio como principal proveedor de GNL en un contexto de nuevo descenso de las ventas procedentes de Rusia. Entre otras cosas, Washington podrá redistribuir los flujos energéticos existentes entre los países de la región, lo que le dará una influencia adicional sobre los gobiernos locales. Así pues, los esfuerzos de Estados Unidos en Argentina le reportarán numerosas ventajas económicas y políticas. Pero se conseguirán a costa de un mayor sufrimiento de los argentinos de a pie, impactando en loa ciudadanos el incremento del precio de los combustibles, en detrimento de su calidad de vida.
Gabriel Di Taranto
Es Magíster en Comunicación Política (UNDAV)