Si recorremos las tribunas del Estadio Nuevo Francisco Urbano, Oscar Arquez, más conocido como El Hormiga, sin duda que recibirá abrazos y el afecto por parte de toda la hinchada de Morón, club al que a sus 9 años inclinó su amor deportivo, decidió transitar su juventud y forjó la lucha por los derechos humanos. El 26 de septiembre de 1976 fue secuestrado por el grupo de tareas Nº 100 durante la Dictadura Militar, y tras 62 días de tortura fue liberado. "Morón es grande por su gente", señaló en una nueva entrega de No se vende, el contenido exclusivo de C5N.
Arquez estuvo un año sin poder ir a la cancha, fue tal su amor por la camiseta y sus amigos, que en 2023 impulsó la pintura de un mural en la propia cancha de Morón para mantener viva la memoria de sus compañeros.
“Mi papá me quería hacer hincha de Independiente, me llevó varias veces a la cancha hasta que yo creo teniendo 9 años un día vine a estadio Viejo Urbano y me hice hincha de Morón. En la cancha la emoción que siento es grandísimo, yo creo que ya los lunes estoy esperando que llegue el fin de semana para venir a verlo de vuelta", afirmó El Hormiga.
Arquez confesó a C5N que tiene tres amores: "El primero que tengo es el Deportivo Morón, el segundo es mi militancia política y el tercero es mi familia”. Su historia de vida lo mantiene como uno de los hinchas más representativos del Gallo, que hoy milita en al segunda división del fútbol argentino.
El hincha de Morón que fue secuestrado por la Dictadura
En el secundario, Arquez empezó a militar en la UES y en el PM y se convirtió en un dirigente importante del oeste. El 26 de septiembre de 1976 fue secuestrado por el grupo de tareas número 100 de su casa en la calle Baradero 1741, en lo que se conoce como la Noche de los Lápices de zona Oeste.
“En 1975 yo paso a ser responsable de la UES de Morón y tengo que pasar a la clandestinidad. Había veces que tenía posibilidad de venir a la cancha y no venía por miedo a que me estén siguiendo. Dos años más tarde me mandan a zona norte, un poco por seguridad. Yo no conocía nada, no tenía terreno político y fue cuando decido volver a Morón. Me tuvo en la casa un amigo, que no era militante. Pero por miedo a su familia, me fui”, describió.
“El 15 de septiembre de ese año, decidió volver a su casa "tomé algo con mi hermano, un amigo, y me fui a dormir". "Alrededor de la 1 de la mañana ya estaban los milicos en la puerta de mi habitación, preguntan quién es Arquez y ahí no más se me abalanzaron y me llevan”, agregó.
En sus 62 días de secuestro, el hincha de Morón la pasó mal incluso "hubo varios momentos que me sentí muy quebrado, pero siempre tuve esperanza”.
“El grupo de tareas 100 que a mí me secuestra me lleva primero a la base aérea militar de Morón, después al centro clandestino de El Vesubio, de ahí a la Superintendencia de Seguridad Federal, y vuelo anterior lugar para después ser liberado el 17 de noviembre de 1976, el mismo día del retorno de Perón”, detalló.
Su vuelta a la cancha
En el 1978 El Hormiga volvió a la cancha: "Los muchachos me recibieron con los brazos abiertos. Fue una alegría volver a pisar las tribunas, volver a estar con ellos y todo el clima”, afirmó.
“Yo tenía una bandera de los desaparecidos que en cualquier lugar que iba la colgaba. La llevo porque yo creo que tenemos que seguir manteniendo la memoria y yo digo siempre: estuve a punto de ser un desaparecido”, agregó.
En el mismo sentido, explicó que "hicimos un mural recordando a cuatro compañeros que hoy figuran en la lista de desaparecidos. Ellos venían a la popular a gritar los goles, a llorar por los goles en contra y bueno, fue una cosa de volverlo al lugar donde ellos fueron felices”.
No se vende: el club, más allá de todo
Para un hincha de fútbol, no hay nada más importante que los colores. El club, la camiseta, la cancha, son los elementos vitales que alientan la pasión. No se vende, el nuevo ciclo de C5N, es un homenaje a todos aquellos hinchas que mantienen vivo el sentimiento más noble del fútbol.
Desde el momento en que un chico se pone la camiseta, desde que pisa por primera vez las tribunas, el fútbol deja de ser solo un deporte y se convierte en una forma de vida, una comunidad donde se comparten sueños, alegrías y, también, decepciones. La lealtad es inquebrantable y la pasión también se extiende más allá del campo de juego.
Las reuniones con amigos para ver el partido, el sacrificio que lleva incluso a aportar dinero a la institución, la emoción de seguir al equipo, partido a partido, a lo largo del campeonato, convierte cada encuentro en una ceremonia inigualable.
Ser hincha es, en definitiva, ser parte de una pasión. Y la pasión, como el hincha, como el club, no se vende.
Producción y realización: Maini Golomb, Daniela Caracuel, Camila Alonso Suarez y Lucila Viera