En el sur de Mendoza, donde los picos nevados parecen tocar el cielo y el aire huele a tierra húmeda y a aventura, hay un lugar que se vuelve irresistible cada invierno. La combinación de montañas imponentes, buena infraestructura y una energía difícil de explicar hace que miles de personas lo elijan, año tras año, como su refugio en la temporada fría.
La verdad es que no se trata solo de nieve. Porque aunque en invierno se viste de blanco y ofrece una experiencia digna de postal, durante el resto del año también invita a descubrir senderos, lagunas escondidas y horizontes abiertos. Todo esto sucede en un rincón privilegiado de la Cordillera de los Andes: el valle de Las Leñas, uno de los centros de esquí más importantes y completos de la Argentina.
Dónde queda Las Leñas
Las Leñas está bien al sur de la provincia de Mendoza, en el departamento de Malargüe, a unos 342 kilómetros de la capital provincial. Se llega por la Ruta Nacional 40 y después se toma la Ruta Provincial 222. El camino es todo asfaltado, pero en invierno no hay que olvidarse de llevar cadenas, porque la nieve no avisa.
El valle se encuentra a más de 2.200 metros de altura y está rodeado de picos que parecen custodiarlo. Desde allí, además, se puede acceder a varios puntos que valen la pena: el centro termal Los Molles, la laguna de la Niña Encantada y el Pozo de las Ánimas son solo algunos ejemplos. Todo el trayecto, conocido como la Ruta Escénica Los Tres Valles, es una experiencia en sí misma: curvas suaves, paisajes que cambian a cada kilómetro y esa sensación de que el tiempo va más lento.
Qué puedo hacer en Las Leñas
Cuando cae la nieve, el valle se transforma. Más de 30 pistas esperan a esquiadores de todos los niveles, desde principiantes hasta profesionales que buscan desafíos técnicos. Pero lo mejor es que no hace falta ser un experto para disfrutar del lugar.
En el Parque Aventura, por ejemplo, se puede hacer snow tubing (una especie de tobogán con gomones), alquilar trineos, caminar con raquetas o tomar clases básicas de esquí. Es ideal para quienes quieren pasar el día en la nieve sin complicaciones.
Y es que Las Leñas no se apaga cuando termina la temporada invernal. Con la llegada del buen clima, aparecen otras formas de explorar el valle. Se organizan cabalgatas, caminatas por senderos escondidos y salidas en bicicleta que atraviesan escenarios de otro planeta. La geografía agreste, el silencio de la montaña y la posibilidad de desconectarse de todo hacen que muchos lo elijan también en verano.
Malargüe, Mendoza
Ámbito Financiero
Uno de los paseos más sorprendentes es el que lleva a Valle Hermoso, un paraje que hace honor a su nombre. Está a solo 25 kilómetros, pero el camino es de ripio y requiere algo de pericia al volante. Eso sí, una vez que se llega, la recompensa es grande: lagunas azules, montañas que se reflejan en el agua, pozos naturales de aguas termales y hasta piedras con petroglifos tallados hace siglos. En esa inmensidad, se pueden alquilar botes, hacer windsurf o simplemente caminar y respirar aire puro.
Además, desde Valle Hermoso parte uno de los cruces sanmartinianos de los Andes, una travesía de seis o siete días que combina historia y naturaleza. Una experiencia profunda, casi espiritual, para quienes buscan algo más que paisajes bonitos.
Cómo llegar a Las Leñas
Desde Mendoza Capital, el viaje hasta Las Leñas toma entre cinco y seis horas por ruta asfaltada. En invierno, llevar cadenas no es opcional. También hay servicios de transfer desde San Rafael y Malargüe, este último ubicado a apenas 80 kilómetros. Para quienes llegan en avión, los aeropuertos más cercanos son los de Mendoza y San Rafael, aunque en temporada alta suele habilitarse el de Malargüe para vuelos chárter.
La conexión entre Las Leñas y Valle Hermoso, en cambio, requiere un poco más de preparación. Son 25 kilómetros de ripio por una ruta de cornisa, con ríos que a veces hay que vadear. Lo ideal es hacer el recorrido en un vehículo alto, tomarse el tiempo y disfrutar del trayecto, que es una aventura en sí misma.
El complejo de Las Leñas está pensado para que no falte nada: hoteles de distintas categorías, hostal, departamentos, restaurantes, supermercado, escuela de esquí y alquiler de equipos. En Valle Hermoso, en cambio, la propuesta es más rústica pero encantadora: un camping, un pequeño restaurante y un glamping con domos que se reserva desde el propio centro de esquí. Para una oferta más amplia, Malargüe ofrece una buena cantidad de alojamientos y servicios.