Por qué no hay que hablarle como bebé a los perros, según un entrenador canino

Un especialista en conducta canina explicó por qué esa costumbre tan común puede afectar la educación y la seguridad de los perros.

Hablarle a un perro con voz infantil puede parecer un gesto tierno, casi automático, sobre todo cuando se lo quiere calmar o corregir. Sin embargo, un reconocido entrenador advirtió que esta práctica, lejos de ayudar, genera confusión y retrasa el aprendizaje del animal. Su consejo encendió debate en redes sociales, donde miles de dueños se identificaron con la costumbre de “hablarles como a un bebé”.

En Argentina, como en gran parte del mundo, la convivencia con los perros se ha vuelto cada vez más cercana: comparten sillones, camas y hasta rutinas familiares. Pero esta cercanía también trae un desafío: la necesidad de establecer límites claros sin caer en gestos que humanicen en exceso a las mascotas. El especialista subraya que el lenguaje, tanto verbal como corporal, es clave para que los animales comprendan qué se espera de ellos.

El entrenador Alejandro Flores, con miles de seguidores en TikTok, insistió en que cuando la voz se deforma demasiado —como suele ocurrir con el tono aniñado— el perro no logra asociar esa entonación con una orden concreta. El animal termina escuchando un ruido emocional, pero sin referencias claras de conducta.

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La explicación psicológica por la cual tu perro se puede parecer a vos.

La explicación psicológica por la cual tu perro se puede parecer a vos.

El motivo por el que no hay que hablarle como un bebé a los perros

La explicación es sencilla: los perros aprenden mejor con mensajes breves, firmes y consistentes. Si el dueño cambia de tono constantemente o exagera con una voz infantilizada, el animal recibe señales contradictorias. Según Flores, esto puede derivar en problemas de obediencia y, en algunos casos, hasta en situaciones de estrés.

El adiestrador señala que este error es común cuando el perro llega por primera vez al hogar. Muchos lo tratan como a un recién nacido, colmándolo de mimos y palabras dulces, sin marcar desde el principio las pautas de convivencia. Esa falta de claridad se nota después: ladridos excesivos, ansiedad por separación o resistencia a obedecer órdenes simples.

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Otro punto que remarca es la seguridad. En un espacio público, como una plaza o una vereda transitada, dar una orden con voz insegura o aniñada puede hacer que el perro no reaccione a tiempo. Esto aumenta el riesgo de tirones, peleas con otros animales o accidentes de tránsito.

Ahora bien, el especialista aclara que no se trata de ser autoritario ni de gritar. El perro responde mucho mejor a un tono calmo pero firme, acompañado de gestos coherentes y recompensas positivas. Flores suele repetir una frase que sintetiza su enfoque: “Ni como bebé, ni como soldado. El perro necesita un guía, no un capricho humano”.

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