Ni Montevideo ni Punta del Este: el destino en Uruguay para ir de vacaciones en 2025

Una ciudad uruguaya entre sierras y mar, que combina tradición, arquitectura e identidad local sin renunciar a su espíritu turístico.

Al sur de Uruguay, existe una franja costera que invita a explorar un modo de vida pausado, donde el mar se funde con el ritmo cotidiano de los habitantes. El paisaje alterna playas de aguas tranquilas, colinas suaves y construcciones que resisten el paso del tiempo, reflejando una mezcla de naturaleza y legado cultural.

La temporada alta comienza en diciembre y se extiende hasta marzo, cuando las temperaturas rondan los 25°C. A pesar del crecimiento de su infraestructura, sigue manteniendo un carácter amable, casi íntimo, que resulta atractivo tanto para viajeros locales como internacionales.

Recién al avanzar por su rambla o asomarse a sus cerros se revela el nombre del lugar: Piriápolis. Fundada por un visionario a fines del siglo XIX, esta localidad conjuga el espíritu emprendedor con una geografía privilegiada, en la que conviven playas extensas, edificaciones históricas y cerros que enmarcan postales únicas del litoral atlántico uruguayo.

Piriápolis

Dónde queda Piriápolis

La ciudad está situada a unos 35 kilómetros al oeste de Maldonado, la capital del departamento homónimo. Es parte de la franja costera que conecta Montevideo con Punta del Este, a través de la Ruta Interbalnearia, lo que le otorga una ubicación estratégica tanto para el turismo nacional como extranjero.

Gracias a su cercanía con otros centros turísticos importantes, Piriápolis se beneficia de un flujo constante de visitantes que llegan en busca de playas menos populares y un entorno más relajado. Su entorno natural combina mar, sierra y áreas verdes, lo que permite disfrutar tanto de días de playa como de caminatas en altura o paseos históricos.

Piriápolis

Qué puedo hacer en Piriápolis

Uno de los primeros atractivos que se presentan al llegar es su rambla costanera, que bordea el litoral y permite observar de cerca la dinámica entre turistas, pescadores y deportistas náuticos. Las playas como Playa Grande —la más concurrida por su amplitud y servicios— son puntos de encuentro para actividades acuáticas como kayak, windsurf y paseos en moto de agua. Hacia el oeste, opciones más tranquilas como Playa Verde, Playa San Francisco o Playa Lamas ofrecen un respiro menos intervenido.

Los cerros también forman parte del itinerario clásico. El Cerro San Antonio, al que se puede subir en telesilla o a pie, ofrece vistas panorámicas del entorno, con áreas de descanso y un pequeño parque en su cima. A poca distancia se encuentra el Cerro del Toro, cuyo atractivo es tanto paisajístico como histórico, con una fuente de hierro forjado traída de Francia como uno de sus íconos.

El patrimonio arquitectónico tiene en el Castillo de Piria su exponente más significativo. Construido por Francisco Piria, fundador de la ciudad, el edificio fusiona estilos europeos y se encuentra en una colina rodeada de palmeras. Su interior, hoy restaurado, funciona como museo y espacio de exposición, con mobiliario original, documentos históricos y detalles sobre la vida del excéntrico empresario.

La Iglesia de la Candelaria, con su fachada azul y blanca, completa el circuito urbano. Su interior presenta vitrales y mosaicos de gran valor estético. Si bien fue inaugurada en el siglo XX, su influencia en la vida local sigue siendo notable, no solo por su valor religioso, sino también por su papel en la conservación de la identidad piriapolense.

Cómo llegar a Piriápolis

Acceder a Piriápolis es sencillo desde distintas partes del país. Desde Montevideo, la distancia es de aproximadamente 100 kilómetros, que se recorren en poco más de una hora en automóvil por la Ruta Interbalnearia. También existen servicios regulares de ómnibus desde la terminal Tres Cruces y otras ciudades cercanas, como Maldonado y Punta del Este.

El ingreso a la ciudad puede realizarse por varias vías, aunque la más habitual es por la Avenida Artigas, que conecta con el centro y la rambla. Quienes llegan desde el oeste, como Canelones o Costa de Oro, también disponen de rutas costeras con buenas condiciones de tránsito. Para quienes optan por un viaje más escénico, el trayecto ofrece paisajes naturales y paradas recomendables.

Gracias a su infraestructura vial y la señalización adecuada, la llegada no supone complicaciones, incluso durante la temporada alta. Esto la convierte en una opción viable tanto para escapadas de fin de semana como para estadías prolongadas.

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