Los ACV se producen cuando la sangre no llega al cerebro. Hay dos tipos principales: el isquémico es cuando una arteria se obstruye por un coágulo, mientras que el hemorrágico ocurre por la rotura de una arteria. Se estima que 120 mil personas por año tienen este tipo de episodios en Argentina.
En tal sentido, los especialistas advierten que se registraron varios casos en adultos jóvenes, aunque es más común en los mayores de 60 años. Incluso, una publicación de la reconocida revista médica The Lancet Regional Health - Americas basada en datos sobre 38 países americanos marcó que entre 2015 y 2021 creció la incidencia de accidentes cerebrovasculares en personas de entre 15 y 49 años, especialmente en mujeres.
En tanto, los ACV son la segunda causa de mortalidad a nivel mundial por detrás de la cardiopatía isquémica. También son el primer factor de discapacidad, debido a las secuelas que pueden provocar.
El jefe de la unidad de ACV del Hospital San Martín de La Plata, Leandro Tumino, señaló a C5N que los signos del ACV hemorrágico suelen ser más severos y marcó que el isquémico se produce con una mayor asiduidad: "La mayoría de las veces, las manifestaciones clínicas son más graves en el hemorrágico. El isquémico es mucho más frecuente ya que se produce en el 80% o 85% de los casos. También hay una pequeña proporción de casos de hemorragia subaracnoidea, que se produce cuando se rompen otras arterias y genera un sangrado entre las membranas que recubren el cerebro".
Alejandra Locomotoras Oliveras
Locomotora Oliveras falleció tras sufrir un ACV.
Las señales de alarma de un ACV y la importancia de pedir ayuda rápidamente
Las manifestaciones más frecuentes de un ACV son la parestesia, tener dificultades para hablar, una parálisis facial, no contar con fuerza para acciones básicas como levantar un vaso y no poder abrir un ojo. Si se presenta alguno de estos síntomas, se debe pedir asistencia médica urgentemente.
"Uno de los síntomas importantes, y que se subestima mucho, es la amaurosis fugaz, que consiste en perder la visión en un ojo y recuperarla rápidamente. A veces, queda catalogado como un ataque isquémico transitorio, que es una isquemia transitoria que se resuelve pero es un signo de alarma de que el ACV puede producirse en una semana, un mes, años o en cualquier momento", advirtió Tumino.
En este marco, marcó que los accidentes cerebrovasculares isquémicos, hemorrágicos y de hemorragia subaracnoidea comienzan súbitamente: "Lo que caracteriza a los tres tipos es el inicio abrupto. Una persona puede estar normal y de un segundo a otro empiezan los síntomas".
Por otro lado, el jefe de la unidad de ACV del Hospital San Martín de La Plata remarcó la relevancia de solicitar asistencia rápidamente tras la aparición de las señales de alarma. "En un ACV isquémico, desde que comenzaron los síntomas solamente hay cuatro horas y media para administrar la droga y disolver el coágulo. Todos los días se escucha a personas que dicen que se les durmió la mitad del cuerpo y se acostaron para 'ver si se les pasaba' o que no le dieron importancia. Eso hace que se retrase", alertó.
"Una vez que el paciente llega al hospital, fundamentalmente hay que hacer una tomografía para llegar al diagnóstico. Todo eso lleva tiempo. Entonces, se termina pasando la ventana terapéutica y el grado de secuelas puede ser importante. Si bien hay especialistas en rehabilitación y se puede recuperar lo funcional, nunca será al 100%. Hay casos más graves que otros", agregó en esta línea.
Parestesia
La parestesia es una de las señales de un ACV.
Efisio
La prevención y el cuidado por los factores de riesgo
Las principales condiciones predisponentes para sufrir un ACV son la hipertensión arterial, el colesterol alto, la diabetes, el sedentarismo, el tabaquismo, la obesidad y el consumo de drogas de abuso. "Eso lesiona paulatinamente las arterias de todo el organismo como por ejemplo del cerebro, lo que produce que se tapen o se rompan", explicó Tumino.
Asimismo, marcó que las embolias también pueden llevar a un accidente cerebrovascular isquémico: "Es otra causa fundamental. Se trata de pequeños coágulos que circulan por nuestro árbol arterial e impactan en alguna arteria fina del cerebro y la tapa. La principal causa de eso es la fibrilación auricular, que es una arritmia del corazón".
En este marco, el jefe de la unidad de ACV del Hospital San Martín de la Plata advirtió que la fibrilación auricular es el motivo más común de los ACV isquémicos, aunque señaló que "si se detecta a tiempo y se trata, se disminuye significativamente la posibilidad de tener este evento de salud".
"Los factores emocionales también están involucrados y se debe tener en cuenta las situaciones en las cuales las personas van aceleradas de un lado a otro. Hay que realizar controles periódicos para prevenir", sugirió.
Tabaquismo
El tabaquismo es uno de los factores de riesgo de un ACV.
Redes sociales
Por su parte, la neuróloga Eliana Roldán, del Instituto de Medicina Cardiovascular de Salta, marcó en diálogo con C5N que los factores de riesgo se encuentran en aumento y agregó que "el envejecimiento de la población también contribuye a un mayor número de ACV. Por eso, es probable que sigan aumentando si no se toman medidas preventivas a nivel individual y social".
"También hay que tener presente que haber tenido un ACV es un factor de riesgo para tener otros eventos de ese tipo, por lo cual es fundamental buscar la causa y tratarla", agregó.
Las secuelas más graves y la esperanza de la rehabilitación
Por otra parte, el especialista enumeró los daños más graves que pueden presentarse tras un ACV. "Las secuelas son frecuentes y fundamentalmente responden a una circunstancia: los que tienen un ACV no consultan a tiempo. Las secuelas más complicadas son no poder mover algún miembro, tragar, masticar, tener que realizarse una gastrostomía, que es una sonda puesta en el estómago para alimentarse, o requerir de la ventilación mecánica por no poder respirar espontáneamente", apuntó.
También señaló que una gran porción de personas que sufren un evento cerebrovascular isquémico no fallecen, pero pueden quedar con consecuencias: "Las secuelas más graves son más frecuentes en los hemorrágicos que en los isquémicos, pero siempre puede ocurrir. La mayoría de las personas con un ACV isquémico no mueren, sino que el problema es la discapacidad severa que puede haber".
En tanto, remarcó la importancia de la rehabilitación. "Tiene que comenzar lo más temprano que se pueda. Es fundamental para tratar de que se reinserten a la sociedad y vuelvan a sus actividades diarias lo más normal posible. En la sociedad está muy insertada la creencia de que si una persona tiene un ACV, no hay nada para hacer. Eso hay que desterrarlo porque siempre hay acciones para mejorar la calidad de vida del paciente", afirmó.