Por qué la Argentina no fue potencia mundial hace 120 años y qué se busca al instalar ese discurso

El presidente Javier Milei suele afirmar que a fines del siglo XIX y principios del XX el país lideraba los rankings de PBI per cápita, y que eso lo convertía en una de las naciones predominantes a nivel global. Sin embargo, parte de datos falsos y utiliza la historia para refrendar su proyecto político.

El presidente Javier Milei suele mencionar en varios foros que la Argentina era "potencia mundial" a finales del siglo XIX, en plena consolidación del modelo agroexportador impulsado por la Generación del '80 que tomó las riendas del país con una serie de gobiernos de corte liberal. Esto se retroalimenta con un sentido común que recuerda con nostalgia la era de los grandes palacios en una Ciudad de Buenos Aires que se miraba en el espejo de Europa y se repite con cada vez más frecuencia, sin atender las complejidades de la época y haciendo un uso de la historia favorable a las políticas económicas actuales.

El tema estuvo nuevamente sobre la mesa durante el fin de semana, luego de que el mandatario agrediera a la doctora en Historia Camila Perochena por sostener que "la Argentina no fue una potencia mundial en 1910" en una discusión sobre los usos políticos de la historia con el director de la Casa Histórica de Tucumán, José María Posse. "Patética: se jacta de saber historia y arranca negando un dato base. Si llega a revisar las series de Madison le colapsará el cerebro (resulta claro que lo tiene lleno de parásitos)", tuiteó un enardecido Milei.

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La serie Maddison: un punto de partida erróneo para explicar a la Argentina potencia

En sus discursos, el Presidente cita la base empírica proveniente del Maddison Project Database, un proyecto radicado en la Universidad de Groninga en los Países Bajos que busca reconstruir distintas estadísticas históricas a partir del trabajo del historiador económico Angus Maddison y determinar, por ejemplo, el Producto Bruto Interno (PBI) en tiempos del Imperio Romano o de la dinastía Tang en China. No obstante, tiene sus inconvenientes.

"Milei siempre menciona la versión de 2018, que determinó que el PBI per cápita argentino en 1895 fue el más alto del planeta. Sin embargo, en 2020 corrigieron las cifras y movieron a Argentina al sexto lugar para 1895. Seguir citando un dato ya rectificado por sus propios autores es poco serio", sostuvo en diálogo con C5N.com Santiago Campana, historiador por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y divulgador.

"Aun así, más allá de primero o sexto, la estadística del PBI per cápita tiene muchos problemas, especialmente para finales del siglo XIX. En primer lugar, el PBI recién comenzó a medirse, a nivel mundial, en la década de 1930, por lo que todos los datos previos son especulaciones. En este proceso, hay muchas dificultades: determinar la producción de un país, su cantidad de habitantes, ponderar los diferentes poderes adquisitivos de cada moneda… no es tarea sencilla, y está sujeta a muchos errores", añadió.

Federación Obrera Regional Argentina anarquismo 1901
La primera huelga general en el país se realizó en 1902.

La primera huelga general en el país se realizó en 1902.

Para el caso específico de Argentina, hay más problemas. "El propio Maddison cuenta que, al carecer de datos, supuso que el crecimiento per cápita del periodo 1870-1900 en el país fue igual al de 1900-1913. Esto es un error muy grave: está comparado la etapa de crecimiento del modelo agroexportador con décadas donde todavía se estaba conformando el Estado nacional, que incluye años de guerras civiles y una de las peores crisis económicas de la historia nacional, la de 1890, que sumergió al país en una bancarrota de la que tardó varios años en recuperarse, por lo que los propios contemporáneos de aquellos años se sorprenderían mucho de enterarse que, más de cien años después, estamos discutiendo si en ese entonces el país era la principal potencia mundial", detalló Campana.

En esa línea, la propia Perochena citó este lunes en La Nación + una carta de Carlos Pellegrini, presidente durante lo más duro de esa crisis: "'Nosotros solo necesitamos tiempo y juicio y tener presente que los Estados Unidos, en 1801, era lo que la República Argentina es en 1901, de manera que, si sabemos manejarnos, el siglo XX será de América del Norte, y el siglo XXI de América del Sur'". "Ni los propios liberales se autopercibían una potencia mundial; Pellegrini, liberal, decía que nos faltaban cien años para ser potencia", subrayó.

Y luego está el inconveniente de utilizar al PBI per cápita como indicador de riqueza. Primero, por una cuestión meramente conceptual. "Desde el punto de vista de las estadísticas, si una persona recibe mil dólares y otra persona no recibe nada, cada una de esas personas aparece recibiendo quinientos dólares en el cómputo del ingreso per cápita", cuestionaba Eduardo Galeano en Patas arriba, en 1998.

Por otro lado, el dato dice poco si no se contextualiza con otros indicadores. "Un país puede tener un PBI per cápita altísimo, pero, al estar los recursos concentrados en pocas manos, la estadística favorable no se traduce en bienestar para la mayoría de los habitantes. Exactamente esto fue el caso argentino a finales del siglo XIX y principios del XX: en ese período, el país vivió un enorme y veloz crecimiento económico, a partir de posicionarse en el mercado mundial como exportador de productos agrícolas y ganaderos (antes de la Primera Guerra Mundial, Argentina era uno de los principales exportadores mundiales de carne y cereales). Sin embargo, el escaso reparto de tierras llevó a que la riqueza estuviera fuertemente concentrada en pocas manos. Teníamos una de las élites más ricas del mundo, pero eso no se traducía en bienestar para los sectores populares", planteó Campana.

Cómo era la "Argentina potencia" de 1890

A fines del siglo XIX, la Argentina era un territorio con una enorme riqueza. Basta una recorrida por el centro porteño y de los pueblos y ciudades de la zona agrícola ganadera del país para deslumbrarse con la imponente arquitectura que todavía hoy nos deja con la boca abierta. Pero esto era apenas una parte, la más visible y ruidosa. Una notable fortuna concentrada en pocas manos, mientras los que construían esos edificios tan hermosos vivían hacinados y se organizaban para luchar por una jornada de ocho horas, entre otros reclamos.

"Era un país con una elite concentrada impresionantemente rica, pero con grandes sectores de la población que no accedían a los beneficios de ese 'progreso'. El dato que sobresale es la enorme desigualdad de ingresos que había entre los más ricos y los más pobres. Por ejemplo, la esperanza de vida a principios del siglo XX en el país era de 38 años y la población tenía como promedio únicamente dos años de escolarización", precisa Campana.

Para ilustrar este punto, el historiador recurre a una de las pinturas más famosas de nuestra historia nacional, Sin pan y sin trabajo, "realizada por Ernesto de la Cárcova en la misma década que para Milei éramos la principal potencia mundial". "Y todavía no hablamos de que, en esa época, no existía la democracia en el país, ya que lo que predominaba en las elecciones era el fraude electoral llevado adelante por el partido gobernante", agrega.

Sin pan y sin trabajo Ernesto de la Cárcova
Ernesto de la Cárcova pintó su célebre óleo Sin pan y sin trabajo entre 1892 y 1894.

Ernesto de la Cárcova pintó su célebre óleo Sin pan y sin trabajo entre 1892 y 1894.

Por su parte, Juan Manuel Soria, historiador por la Universidad Nacional del Sur (UNS) e investigador de la clase obrera entre finales del siglo XIX y principios del XX, remarcó que, en pleno proceso de modernización capitalista, llegaron al país millones de inmigrantes quienes, sumados a la migración interna hacia las zonas del litoral, impulsaron ese crecimiento, pero sometidos a una situación de explotación y vulnerabilidad muy fuerte, ante la que se plantaron con notables redes de organización y lucha.

Ese arribo masivo de fuerza de trabajo se suele utilizar como argumento a favor de la Argentina potencia. ¿Por qué, si no, habrían venido hasta acá? "Esto se cae por su propio peso. Pensemos que venían de las zonas más pobres de Europa, no eran los trabajadores mejor pagos. Sin querer caer en una lectura de gente que solamente vino porque tenía hambre, sí es una realidad que venían buscando una mejor situación económica porque en el lugar donde estaban no la tenían y acá existía la posibilidad", manifestó.

"Sin embargo, cuando uno analiza en clave histórica, se da cuenta de que esas oportunidades se iban cercenando más y más y se produce un proceso de acumulación de riqueza en pocas manos. Si hubiésemos sido la única potencia, hubiesen venido solamente acá y la realidad es que el movimiento poblacional, siempre fue hacia distintos países entre los cuales estaba el nuestro", indicó Soria.

De esa época data el informe Estado de las Clases Obreras en el Interior de la República, encomendado en 1904 por el Gobierno al médico Juan Bialet Massé, quien recorrió el país para relevar las condiciones de trabajo en el país, que mostró los abusos laborales y las condiciones de vida de quienes sostenían a aquella Argentina para pocos, en un momento de alta conflictividad social con encendidos reclamos por mejoras.

Por qué Argentina no era una potencia mundial a finales del siglo XIX

A finales del siglo XIX y principios del XX, Argentina era un país rico entre los de segundo orden, con economías poco diversificadas basadas en la exportación de materias primas a las potencias, pero sin un desarrollo industrial que le permita pararse en pie de igual frente a los grandes imperios de la época.

"Era el momento de la expansión imperial de los centros capitalistas mundiales, particularmente encabezado por Gran Bretaña, pero secundado Francia, Alemania, Estados Unidos, Japón. Poco a poco, esos centros capitalistas van a empezar a expandirse por el mundo bajo una lógica de apropiación y de dominio de los territorios de las llamadas 'periferias'. La Argentina va a jugar un rol de proveedor de materias primas para esas economías centrales, fundamentalmente la inglesa, que se van a encargar de manufacturar esas materias primas y luego venderlas. Entonces, ahí tenemos un rol subsidiario", expone Soria.

"Obviamente, en términos de valor, la Argentina no tenía en ese momento una industria desarrollada. También hay que pensar en las condiciones del desarrollo del capitalismo en el país: la llegada de los capitales extranjeros permiten, por ejemplo, la instalación de los primeros ferrocarriles y puertos. Se requirió de la inversión de otros países para poner en funcionamiento la economía e insertarse en esa economía global, va a precisar que lleguen desde otros lugares porque no tiene la capacidad de desarrollar una red ferroviaria de forma autónoma sin la inversión externa. Las potencias globales exportaban capitales, Argentina los necesitaba", detalló.

Carlos Pellegrini estación Constitución tren ferrocarril 1900
La red ferroviaria argentina se expandió impulsada mayormente por capitales extranjeros.

La red ferroviaria argentina se expandió impulsada mayormente por capitales extranjeros.

Además, estaba la cuestión geopolítica. "Tenemos la Conferencia de Berlín: a finales del siglo XIX, las potencias imperiales se sentaron a repartirse África. La Argentina no estaba sentada en esa mesa", enfatiza el historiador bahiense.

"Entonces, me parece que hay que pensar el sentido de la palabra potencia en clave histórica: ¿qué era ser una potencia en ese momento? Tener una economía capitalista desarrollada, tener la capacidad de exportar capitales, tener la posibilidad de participar en el reparto imperial del mundo. La Argentina no estaba en ninguna de esas situaciones", sintetizó.

"Así, tener un PBI alto o un crecimiento económico, que es innegable que en ese momento la Argentina crece económicamente, no te transforma o no transformó al país en una potencia, al contrario, siguió siendo una economía altamente dependiente, lo que se vio de una forma patente durante la crisis de 1930, que dejó al desnudo sus debilidades. Al cerrarse los mercados del mundo, Argentina no tuvo dónde salir a colocar sus exportaciones y ahí llegó el tratado Roca-Runciman, donde la Argentina un poco le pide a Inglaterra que le siga que le siga comprando carne. Están muy claras las jerarquías globales de ese momento. Entonces, pensar en una Argentina potencia mundial es bastante inocente, en el mejor de los casos", concluye Soria.

"Hay un texto muy lindo de Tulio Halperin Donghi que se llama Canción de otoño y primavera, que alude al título de un poema muy conocido de Rubén Darío que celebra a la Argentina, el que empieza con 'Juventud divino tesoro', en el que explora cuáles eran las dudas que generaba este modelo de crecimiento económico en algunos de los contemporáneos. A su vez, lo que es interesante son las dificultades para encontrar otra alternativa, porque efectivamente el crecimiento había sido tan notable y había generado una cantidad de riqueza tan importante que era difícil plantearse una alternativa que implicara reorientar las fuerzas económicas en otra dirección", repasa Fabio Wasserman, doctor en Historia por la UBA.

Usos del pasado: por qué instalar que Argentina fue una potencia mundial

"Todas estos argumentos en contra carecen de importancia para Milei. Como todo líder político, hace una interpretación propia de la historia para justificar su accionar político en el presente. Con él, esto es muy claro: busca instalar la idea de que este país tenía un destino de grandeza gracias a las ideas liberales (¡no libertarias!) plasmadas en la Constitución de 1853, de ahí su adoración a Alberdi, pero todo eso fue abortado con el inicio de la democracia de masas, a partir de 1916 con la llegada del radicalismo al poder", reflexionó Campana.

"En ese sentido, el Presidente reivindica como ejemplo a seguir una época donde la riqueza estaba concentrada en una elite cerrada sobre sí misma, con alta desigualdad social y con una democracia restringida. Posiblemente sea una confesión de qué tipo de país está intentando construir. Lo peor de todo, los elementos que podríamos identificar como 'progresistas' de finales del siglo XIX, como la inversión en la educación pública, el fortalecimiento del laicismo, la consolidación de una moneda nacional y de las funciones básicas estatales, están ausentes en el proyecto libertario", señaló.

Por su parte, Soria destacó que "bajo la óptica de Milei, dicho por él, el país se arruina a partir de 1916 con la llegada de Hipólito Yrigoyen al poder y de lo que su espacio político denomina, una 'experiencia socialista', lo cual es completamente risorio, porque en principio la Argentina nunca tuvo gobiernos ni socialistas ni comunistas".

Pabellón Argentino 1889
El Pabellón Argentino fue una construcción monumental encargada por el Gobierno para participar en la Exposición Universal de París de 1889.

El Pabellón Argentino fue una construcción monumental encargada por el Gobierno para participar en la Exposición Universal de París de 1889.

"Me parece que su proyecto político tiene que ver con la quita de derechos laborales, la liberalización de la economía, una Argentina que no basa su riqueza en las políticas de industrialización, sino en las de valorización financiera, pero también exportadoras. Al pensar que esa Argentina de principios del siglo XX era una potencia porque tenía un PIB alto a costa de la inexistencia de derechos laborales, de una fuerte represión al movimiento obrero, de una supuesta libertad absoluta de mercado, es lógico que el Gobierno utilice este período como una suerte de espejo en el cual mirarse", agregó.

"La pregunta que me parece que vale la pena hacerse es: ¿cuáles fueron los costos y las consecuencias de este modelo para las mayorías en el país en aquel momento y cuáles son en la actualidad? Si el crecimiento económico de un país se va a sostener sobre la explotación de la mano de obra, la eliminación de derechos laborales, la persecución en los sindicatos, la represión a quienes busquen cuestionar ese tipo de modelos de acumulación, tiene sentido que el gobierno de Milei mire a esa época de la Argentina", cerró.

Wasserman, en tanto, evaluó: "Se busca instalar y un poco lo creen, entiendo que quienes sostienen estas cosas creen efectivamente que Argentina es una potencia, porque se basa sobre todo en algunas evidencias económicas o cómo se construyeron todos esos palacios y ese tipo de cosas. Entonces confunden crecimiento económico con ser una potencia, y aparte crecimiento económico como si eso generara bienestar de la población cuando había grandes desigualdades".

"Hay un discurso del mileísmo que tiene un carácter decadentista, la idea de que Argentina empezó a constituirse con el proceso revolucionario independentista, después vinieron las guerras civiles, después vino la generación del 37, Alberdi, Echeverría, Sarmiento, que pensaron en un proyecto de país, que se plasmó con la Generación del 80 y a partir de la sanción de la Constitución Nacional, y que eso medio mágicamente promovió el gran crecimiento argentino basado en el mercado, como si el Estado no hubiera tenido nada que ver, cuando lo que hicieron fue construir el Estado, y que después a partir de la llegada de Yrigoyen al poder entró el periodo de decadencia, y ellos vendrían a promover ahora una regeneración", concluyó.

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